domingo, 10 de abril de 2016


Ética y Moralina en el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña
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Los moralistas, escribe Spinoza, prefieren, tocante a los afectos y actos humanos, detestarlos y ridiculizarlos más bien  que entenderlos; son supersticiosos que más bien saben reprobar los vicios que enseñar las virtudes, y que (…) no hacen otra cosa que intentar convertir en miserables a los otros como a ellos mismos. (André Comte-Sponville: Vivir. Tratado de la desesperanza y la felicidad.2) 

En estos días que corren, las redes sociales tienen como unos de sus principales tópicos de conversación  lo vinculado al Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña 2016, el que será otorgado por el Estado dominicano a través del Ministerio de Cultura, al escritor y novelista Mario Vargas Llosa.
Cuando el 2 febrero el Ministro de Cultura anunció que al escritor peruano Mario Vargas Llosa se le otorgará dicho Premio Internacional, comenzaron agitarse en el ciberespacio los cuerpos sociales (sujetos, lenguaje y discurso) con sus pasiones literarias, ideológicas y políticas. De tal manera, que en la actualidad el tema de la premiación al reconocido Premio Nobel se ha llegado convertir en tema viral en redes puntuales como twitter y Facebook.
La unidad  de ciberpolítica  del Observatorio Político Dominicano (OPD), entidad adscrita a la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode), dice que dentro de las 10 temáticas de conversación más relevantes durante la primera semana de febrero en las redes sociales, se encuentra la contradicción entre  figuras de primer orden del gabinete central del Gobierno y el Ministerio de Cultura con respecto al galardón otorgado a Mario Vargas Llosa por dicha cartera, lo que opacó  por más de 76 horas los demás temas, exceptuando el de la disparidad de dos mediciones de opinión pública sobre las votaciones presidenciales el próximo 15 de Mayo, realizada por la firma Gallup.
Estas agitaciones y pasiones que se han movido en la cultura y la política dominicana sobre la premiación entran en el plano de la coyuntura electoral  y la vuelta al pasado con el artículo “Los parias del Caribe”, que  escribiera el novelista Mario Vargas Llosa para  el periódico El País, de Madrid  (2/11/2013). En  ese  artículo  Vargas Llosas llegó a reflexionar sobre  la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional y las migraciones haitianas en la República Dominicana, donde dice: “La sentencia del Tribunal Constitucional dominicano es una aberración jurídica y parece directamente inspirada en las famosas leyes hitlerianas de los años treinta dictadas por los jueces alemanes nazis para privar de la nacionalidad alemana a los judíos que llevaban muchos años (muchos siglos) avecindados en ese país y eran parte constitutiva de su sociedad”.
 Este párrafo que trata de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional ha bastado para que tanto en ese tiempo como ahora, intelectuales, periodistas y políticos conservadores ultranacionalistas, como el caso de la Fuerza Nacional Progresista (FNP) de la familia de Vincho Castillo, arremetieran contra el Premio Nobel de Literatura (2010).  Hasta el punto de que unos días después de publicado ese artículo, los libros del escritor  Vargas Llosas fueron condenados a  la hoguera en la ciudad de Santiago por un grupúsculo de ultranacionalistas, figurando entre los libros quemados La fiesta del Chivo", el cual también fue apaleado y pisoteado por los manifestantes”. (Ver: el diariolibre.com, 14 /11/ 2013).
Este tipo de escenario se ha vivido en América Latina, pero en las dictaduras militares, como fue el caso de Argentina cuando la Junta Militar presidida por el general  Videla ordenó que el Tercer Cuerpo de Ejército en la ciudad de Córdoba quemara millón y medio de ejemplares de libros, entre los que se hallaban obras de Proust, García Márquez, Cortázar, Neruda y Vargas Llosa. Tal aberración de poder la justificaron porque dicha obra afectaban al intelecto y la manera de ser cristiana, que todo aquel que se oponía a esa acción sería destruido y considerado  enemigo del alma argentina.
Como se puede apreciar, esos actos militares cargados de moralina, en cuanto desprecian la vida de los otros, terminaron en asesinatos, en matanzas de civiles, a nombre de la Nación, a fin de “proteger la Patria y los valores cristianos” contra los pensadores degenerados, “enemigo del alma argentina”, como llegó a decir en aquel entonces Luciano Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército.
Es  por eso que  los representantes del ultranacionalismo  dominicano cargado de moralina se legitiman en la esencia de una creencia religiosa, en  la esencia del patriotismo y la pureza del alma. Tales juicios  de moralina van contra la ética en cuanto a que no reconocen a quien es diferente en el vivir y el pensar, tanto en el propio entorno social y cultural en que convive como en otros ámbitos.
Tanto es así que a estos representantes del ultranacionalismo no les interesaron los demás párrafos del escritor, como el que dice: “Quiero mucho a la República Dominicana, desde que visité ese país por primera vez, en 1974, para hacer un documental televisivo. Desde entonces he vuelto muchas veces y con alegría lo he visto democratizarse, modernizarse, en todos estos años, a un ritmo más veloz que el de muchos otros países latinoamericanos sin que se reconozca siempre su transformación como merecería”.
En otro de los párrafos del artículo de marras se refiere a  la solidaridad con una  franja  de dominicanos: sociedad civil  intelectuales,  opiniones  y jueces que se opusieron a esa sentencia del Tribunal Constitucional (no contra los dominicanos),  por lo que no estamos hablando de que tal sentencia representa un sentimiento nacional, sino más bien una  visión política de una parte de un sector de la sociedad dominicana, lo cual es legítimo que otros sectores no la compartan o la cuestionen.
 Un año después de la incongruencia de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, el presidente Danilo Medina promulgó la ley 169-14 que corrigió en parte algunos errores que contenía la primera. De ahí que el intelectual y diplomático dominicano Pedro Vergés dijera ante la Organizaciones de Estados Americanos lo siguiente: “Nos vemos obligados a repetirlo una vez más. En nuestro país no hay apátridas. Reconocemos que la sentencia 168-13 de nuestro Tribunal Constitucional generó inquietud en este foro por su efecto en un determinado número de personas, sin embargo esto quedó totalmente disipado con la Ley No. 169-14, que fue el resultado de un gran consenso político nacional, reconociendo la condición de dominicanos a esas personas”. (8 de julio 2015 - Washington, DC).
Luego de esta última sentencia las pasiones políticas sobre el tema de migración haitiana fue disminuyendo en la sociedad dominicana, en las redes sociales del ciberespacio dejó de ser tópico de importancia  hasta entrando febrero 2016, en la que sale a relucir el susodicho artículo en el momento en que se anuncia que el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña le será otorgado al escritor Mario Vargas Llosa.
 A esta premiación hay que sumarle el ingrediente de la coyuntura electoral en que vive la sociedad dominicana, ya que en el mes de mayo serán elegidos el próximo  presidente de la República Dominicana, junto a los legisladores y autoridades municipales. Esto indica que las agitaciones políticas e ideológicas  se intensificarán hasta tal punto que esos sectores conservadores y ultranacionalistas cargados de moralina tratarán de obnubilar por completo el valor literario universal  de las obras del escritor y Premio Nobel de Literatura.  
Ética y Moralina en el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña
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En esta coyuntura electoral (febrero- mayo 2016), al escritor e intelectual Vargas Llosa le ha caído arriba el discurso de  la moralina por parte de ese sector ultranacionalista con tinte  trujillista, lo que recuerda las acciones vandálicas emprendidas por el entonces diputado Vincho Castillo entre 1960 y 1961 en contra de la Iglesia por esta haberse negado a otorgarle al Jefe el título de Benefactor de la Iglesia Católica, y muy señaladamente en contra del obispo de La Vega, Monseñor Francisco Panal, a quien esos vándalos conocidos como paleros le llenaron al prelado la catedral de prostitutas que bailaban al compás merengues trujillistas.  Dice el exguerrillero Hamlet Hermann, que “los Paleros de Vincho Castillo, profanaron iglesias y maltrataron a todo aquel que tratara de calmar su sed de sangre, la cual pretendían saciar con los opositores a Trujillo. Ésos encarnaban entonces la esencia vandálica de Los Paleros que, en noviembre de 1960, asesinaron brutalmente a Las Muchachas Mirabal”. (Ver: “Una ecuación de la Historia”, en el. Hoy.com.do.18/11/2012).
Es por eso que, el rechazo a la premiación  por parte de ese sector conservador al laureado escritor se coloca más allá de la  ética del escritor y cae en el precipicio de la moralina, que es un síntoma muy frecuente en las conversaciones cotidiana del dominicano.
. En ese aspecto entro a explicar en qué consiste y cuáles son las característica de la moralina en el discurso de la ética y la moral, para de esta manera poder tener una visión más acabada de cómo se mueven estos discursos ultranacionalista en relación con la cultura y el poder. 
Esto es así, porque el pensar la ética es pensar en el sujeto como realidad, único e irrepetible, contradictorio, en cuanto en su interior lleva diversas funciones prácticas  referidas a lo político, familiar y social.
De ahí que tal como dice el poeta Antonio Machado: “Busca tu complementario, que siempre marcha contigo, y suele ser tu contrario”. Contrario al discurso de la moralina que rehúye al dialogo, vive en el monologo, contra  a una ética dialógica, basada en la argumentación y en el que todos los involucrados tienen igual derecho a la palabra.
La moralina comulga con la intolerancia, que anida en sujetos incapaces de tolerar ideas diferentes a las suyas. Tal como  lo abordó el filósofo Voltare, cuando dijo “que imputa  las calumnias, a los falsos indicios, mal expuestos, a los informes de la ignorancia, a los errores extravagantes de algunas declaraciones (…) a ese fervor rabioso que quiere que quienes no piensan como ellos sean capaces de los mayores crímenes”.
 Para los que piensan en el sujeto como único, lineal y de cabeza cuadrada, quiero enfatizar que eso  no va con la ética, pero sí con la moralina, que es tan adictiva como la nicotina, la cocaína, como dice Cortina (1996), es una moralidad inoportuna, superficial  o falsa. El moralino o moralina se la pasa acabando con el otro, descalificándolo, buscándole hueco por donde entrar su veneno de resentido y  destrucción, lo que impide comprender el conocimiento del sujeto que ha construido vida con valores y con producción de nuevos conocimientos.
 Para el sujeto moralino el otro no tiene razón de existir, de ahí que colinde con la politiquina, que  son los políticos soberbios que “se arrogan poderes casi omnímodos y acaban devorando la sociedad civil”(íbid, p.19). El moralino  reduce la complejidad del comportamiento del sujeto a un determinado juicio de valor del cual desprende que es su vida misma; la intolerancia es su norte, no la pluralidad de sentidos.  Vive dándose pase de moralina, eclipsando lo ético y la creatividad de los otros, para que de esa forma se le pueda hacer más  fácil destruirlos o aplastarlos.


Ética y Moralina en el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña
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En esta coyuntura electoral (febrero- mayo 2016), al escritor e intelectual Vargas Llosa le ha caído arriba el discurso de  la moralina por parte de ese sector ultranacionalista con tinte  trujillista, lo que recuerda las acciones vandálicas emprendidas por el entonces diputado Vincho Castillo entre 1960 y 1961 en contra de la Iglesia por esta haberse negado a otorgarle al Jefe el título de Benefactor de la Iglesia Católica, y muy señaladamente en contra del obispo de La Vega, Monseñor Francisco Panal, a quien esos vándalos conocidos como paleros le llenaron al prelado la catedral de prostitutas que bailaban al compás merengues trujillistas.  Dice el exguerrillero Hamlet Hermann, que “los Paleros de Vincho Castillo, profanaron iglesias y maltrataron a todo aquel que tratara de calmar su sed de sangre, la cual pretendían saciar con los opositores a Trujillo. Ésos encarnaban entonces la esencia vandálica de Los Paleros que, en noviembre de 1960, asesinaron brutalmente a Las Muchachas Mirabal”. (Ver: “Una ecuación de la Historia”, en el. Hoy.com.do.18/11/2012).
Es por eso que, el rechazo a la premiación  por parte de ese sector conservador al laureado escritor se coloca más allá de la  ética del escritor y cae en el precipicio de la moralina, que es un síntoma muy frecuente en las conversaciones cotidiana del dominicano.
. En ese aspecto entro a explicar en qué consiste y cuáles son las característica de la moralina en el discurso de la ética y la moral, para de esta manera poder tener una visión más acabada de cómo se mueven estos discursos ultranacionalista en relación con la cultura y el poder. 
Esto es así, porque el pensar la ética es pensar en el sujeto como realidad, único e irrepetible, contradictorio, en cuanto en su interior lleva diversas funciones prácticas  referidas a lo político, familiar y social.
De ahí que tal como dice el poeta Antonio Machado: “Busca tu complementario, que siempre marcha contigo, y suele ser tu contrario”. Contrario al discurso de la moralina que rehúye al dialogo, vive en el monologo, contra  a una ética dialógica, basada en la argumentación y en el que todos los involucrados tienen igual derecho a la palabra.
La moralina comulga con la intolerancia, que anida en sujetos incapaces de tolerar ideas diferentes a las suyas. Tal como  lo abordó el filósofo Voltaire en su discurso sobre la tolerancia cuando dijo que, imputa  las calumnias, a los falsos indicios, mal expuestos, a los informes de la ignorancia, a los errores extravagantes de algunas declaraciones, a ese fervor rabioso que quiere que quienes no piensan como ellos sean capaces de los mayores crímenes.
 Para los que piensan en el sujeto como único, lineal y de cabeza cuadrada, quiero enfatizar que eso  no va con la ética, pero sí con la moralina, que es tan adictiva como la nicotina, la cocaína, como dice Cortina (1996), es una moralidad inoportuna, superficial  o falsa. El moralino o moralina se la pasa acabando con el otro, descalificándolo, buscándole hueco por donde entrar su veneno de resentido y  destrucción, lo que impide comprender el conocimiento del sujeto que ha construido vida con valores y con producción de nuevos conocimientos.
 Para el sujeto moralino el otro no tiene razón de existir, de ahí que colinde con la politiquina, que  son los políticos soberbios que “se arrogan poderes casi omnímodos y acaban devorando la sociedad civil”(íbid, p.19). El moralino  reduce la complejidad del comportamiento del sujeto a un determinado juicio de valor del cual desprende que es su vida misma; la intolerancia es su norte, no la pluralidad de sentidos.  Vive dándose pase de moralina, eclipsando lo ético y la creatividad de los otros, para que de esa forma se le pueda hacer más  fácil destruirlos o aplastarlos.


Ética y Moralina en el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña
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Los moralinos o moralinas ven el árbol, no el bosque, la sombra no la luz. Como resentido su mirada del otro es demoníaca. Viven en polémica no en la argumentaciones, van dando sermone no orientaciones, carecen de virtud como expresa Nietzche. Este filósofo fue el que más situó el concepto de moralina, su obra es una crítica a la moralina la cual es diferente a la ética del sujeto ético.
En la ética el sujeto es único y contradictorio en las dimensiones de la vida social, cultural, filosófica y literaria, como tal va perfilando algunos de sus actos humanos y otros no, muchos de esos actos humanos  pasan desapercibido, de poca monta y que a veces cobran importancia por uno o dos acto humanos  en que ha  sobresalido  en  la sociedad.
Los actos humanos que son los que estudia la ética, entran en la relación con el sujeto, el lenguaje, el discurso y el poder. De acuerdo a su accionar estratégico el sujeto va inventando  una imagen en la sociedad, en la que sobresale por unos o dos actos humanos, quedando sin importancia los demás. Para la ejecución de esos actos, tal elección, entra en el plano típicamente humano por su capacidad  de razonamiento y su voluntad para hacer esos actos.
Por lo que el sujeto ético cuando se lanza a la aventura de construir discursos en el ámbito social, va dejando la impronta de sus actos humanos, muchos de estos la sociedad los reconocerá; otros no los tomará en cuenta. Dentro de los actos humanos que se destacan en el plano de los discursos sociales se encuentran el de la creatividad literaria, artística,  filosófica, económica, tecno científica, educativa y  política.
Es por eso que la ética nos invita  a cuidarnos de la moralina, en cuanto a destruir por un determinado acto humano malo (juicio de valor), una  trayectoria de vida que se ha caracterizado por actos humanos constantes  y que sobresalen por su hazaña intelectual  de valor universal, como es el caso del valor de la obra literaria  que trasciende cualquier acto humano de construcción puramente ideológica y política. Lo que no significa que el texto literario no haya valor ideológico y político, pero va más allá de la ideología y de la política, de lo contrario sería un panfleto literario que se lo lleva el viento, que es siempre aire de viaje, como dice el poeta Octavio Paz.
Para Edgar Morín (2009)  hay dos tipos de moralina: la de indignación sin reflexión  ni racionalidad que conduce a la descalificación del prójimo y  la de reducción cuando comprime al prójimo a los actos malos que ha realizado,  a sus antiguas ideas nocivas y le condena totalmente. Según este pensador de la complejidad “la moralina juzga y condena en virtud de criterios exteriores o superficiales de moralidad (…) se apropia del Bien y transforma en oposición entre el bien y el mal lo que en realidad es un conflicto de valores” (ibid, p. 61).
En tal sentido, podemos estar o no de acuerdo con Mario Vargas Llosa en determinado actos humanos como el político o el ciberpolítico en cuanto a su relación con el poder digital y social,  pero eso no se puede dejar de reconocer que unos de sus grandes actos humanos ha sido de ética en cuanto a la creatividad literaria, en la que sus  novelas  producen placer, más allá de un simple goce como dice R. Barthes en El placer del texto.
Hay textos que producen placeres de caída libre, en donde el lector va perdiéndose dentro de sus símbolos, más que en palabras, algunos como La ciudad y los perros, Conversaciones en la Catedral,  Pantaleón y las visitadoras, La guerra del fin del mundo y La fiesta del Chivo,  tienen encanto mágico de  dimensiones universales y por las cuales Mario Vargas Llosa ha recogido numerosos premios en el mundo,  entre los que sobresalen  el Rómulo Gallegos (1967),  el Príncipe de Asturias de las Letras (1986), el Cervantes (1994) Premio Nobel de literatura (2010), el internacional Carlos Fuentes a la creación literaria en idioma español (2012). 
En el  Ministerio de Cultura, los intelectuales se encuentran divididos en cuanto a la firma de un documento en solidaridad con el Jurado que decidió por unanimidad otorgarle el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña al laureado escritor. Por miedo al poder y a los poderosos hay escritores que guardan silencio frente a una realidad que los convoca; otros la eluden por miedo a una cancelación del empleo público. Los actos humanos nos revelan gracias a esa capacidad simbólica que es el lenguaje (Benveniste)  y nos dicen (los discursos) quiénes somos sujetos sociales.
Dos importantes políticos, en representación del gobierno del presidente Danilo Medina, se han expresado contra el veredicto del Jurado. El primero es Roberto Rodríguez Marchena, portavoz y director general de Comunicación del Gobierno, quien expresó que desde el punto de vista literario fue una imprudencia política otórgale la premiación a Vargas Llosa, ya que  “cometió la imprudencia y el irrespeto de acusar a los dominicanos de ser los parias del Caribe”. (Ver: acento.com.do, 7 /2/2016).
El segundo fue el  Ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo,   quien dijo que “el sentido humanista, latinoamericanista, plural y progresista de la obra de nuestro Pedro Henríquez Ureña no tiene continuidad en la forma irrespetuosa y ofensiva con que Mario Vargas Llosa ha tratado a la nación dominicana. Una nación que le ha dado mucho, desde temas para sus novelas, hasta otorgarle la Orden Heráldica de Cristóbal Colón en el Grado de Gran Cruz Placa de Plata en el año 2010” (Ver: hoy.com.do,8/2/2016).
Como se puede apreciar, ambos funcionarios como políticos tienen una visión instrumental de la literatura, actúan como gendarme político en el plano de la literatura, y no es que son ultraconservadores, sino zorros políticos que olfatean en la actual coyuntura electoral (15 de mayo) cualquier asomo de baja popularidad de su candidato-presidente Danilo Medina. De ahí que hablen de imprudencia y lo inoportuno de dicha premiación. 
Estos políticos deben cuidarse de no vivir el acto humano político como si fuese el único acto humano de la vida, en la que el instrumentalismo de los otros es parte de la estrategia de poder con el único objetivo de seguir en el mando.  Esto no le ha dado resultado a la coalición electoral de extrema derecha Polo Soberano que lidera el pequeño partido ultranacionalista Fuerza Nacional Progresista (FNP), el cual junto a los reformistas y a determinados sectores de  los perredeístas,   peledeístas y  perremeístas, son la encarnación del síndrome de  la hibris (desmesura) del poder en la República Dominicana.
Y sobre todo, cuando el mismo Vargas Llosa  en una carta dirigida al filósofo e intelectual Brea Franco, al enterarse de la premiación,  dice que se alegra mucho  por el  generoso reconocimiento que le hace la República Dominicana. Esto es así  porque  en el susodicho artículo de 2013 hizo una “crítica  severa  a la política  del Gobierno  respecto  a la inmigración  de origen haitiano”,  por lo que le acarreó muchas críticas en el país, pero que pese a ese antecedente, sigue diciendo el escritor,  “se me conceda este premio  habla  muy  bien  del espíritu democrático,  tolerante  y abierto  que por  fortuna  parece prevalecer  en el país” (elcaribe.com.do/2016/02/02/).
En conclusión, ninguno de estos elogios de Vargas Llosa al país interesan al moralizador político, sino lo que su anteojera ve: una posibilidad de que su poder sea disminuido un ápice y la alergia a todo tipo de crítica a su actuación clientelista y patrimonialista, y por qué no, deshumanizante.

Referencias bibliográficas
 Cortina, Adela (1996). Que hacer Ético. Una guía para la educación moral. Madrid: Santillana
 Morin, Edgar (2009). El método.Vol.6. Madrid: Cátedra
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1 comentario:

alexandrasanchez dijo...

Este articulo me parece muy interesante ya que esta sociedad esta revestida de una moralina, que hacen cosas para tratar de quedar bien con los demás en vez de hacerlo por el bienestar de nuestra sociedad