Ética y Moralina en el Premio Internacional Pedro Henríquez
Ureña
(1 de 3)
Los
moralistas, escribe Spinoza, prefieren, tocante a los afectos y actos humanos,
detestarlos y ridiculizarlos más bien
que entenderlos; son supersticiosos que más bien saben reprobar los
vicios que enseñar las virtudes, y que (…) no hacen otra cosa que intentar
convertir en miserables a los otros como a ellos mismos.
(André Comte-Sponville: Vivir. Tratado de la desesperanza y la
felicidad.2)
En estos días que corren, las redes sociales tienen como
unos de sus principales tópicos de conversación
lo vinculado al Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña 2016, el que
será otorgado por el Estado dominicano a través del Ministerio de Cultura, al
escritor y novelista Mario Vargas Llosa.
Cuando el 2 febrero el Ministro de Cultura anunció que al
escritor peruano Mario Vargas Llosa se le otorgará dicho Premio Internacional,
comenzaron agitarse en el ciberespacio los cuerpos sociales (sujetos, lenguaje
y discurso) con sus pasiones literarias, ideológicas y políticas. De tal
manera, que en la actualidad el tema de la premiación al reconocido Premio
Nobel se ha llegado convertir en tema viral en redes puntuales como twitter y
Facebook.
La unidad de
ciberpolítica del Observatorio Político
Dominicano (OPD), entidad adscrita a la Fundación Global Democracia y Desarrollo
(Funglode), dice que dentro de las 10 temáticas de conversación más relevantes
durante la primera semana de febrero en las redes sociales, se encuentra la
contradicción entre figuras de primer
orden del gabinete central del Gobierno y el Ministerio de Cultura con respecto
al galardón otorgado a Mario Vargas Llosa por dicha cartera, lo que opacó por más de 76 horas los demás temas,
exceptuando el de la disparidad de dos mediciones de opinión pública sobre las votaciones
presidenciales el próximo 15 de Mayo, realizada por la firma Gallup.
Estas agitaciones y pasiones que se han movido en la
cultura y la política dominicana sobre la premiación entran en el plano de la
coyuntura electoral y la vuelta al
pasado con el artículo “Los parias del Caribe”, que escribiera el novelista Mario Vargas Llosa
para el periódico El País, de
Madrid (2/11/2013). En ese
artículo Vargas Llosas llegó a
reflexionar sobre la sentencia 168-13
del Tribunal Constitucional y las migraciones haitianas en la República Dominicana,
donde dice: “La sentencia del Tribunal Constitucional dominicano es una
aberración jurídica y parece directamente inspirada en las famosas leyes
hitlerianas de los años treinta dictadas por los jueces alemanes nazis para
privar de la nacionalidad alemana a los judíos que llevaban muchos años (muchos
siglos) avecindados en ese país y eran parte constitutiva de su sociedad”.
Este párrafo que
trata de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional ha bastado para que
tanto en ese tiempo como ahora, intelectuales, periodistas y políticos
conservadores ultranacionalistas, como el caso de la Fuerza Nacional
Progresista (FNP) de la familia de Vincho Castillo, arremetieran contra el
Premio Nobel de Literatura (2010). Hasta
el punto de que unos días después de publicado ese artículo, los libros del
escritor Vargas Llosas fueron condenados
a la hoguera en la ciudad de Santiago
por un grupúsculo de ultranacionalistas, figurando entre los libros quemados La
fiesta del Chivo", el cual también fue apaleado y pisoteado por los
manifestantes”. (Ver: el diariolibre.com, 14 /11/ 2013).
Este tipo de escenario se ha vivido en América Latina, pero
en las dictaduras militares, como fue el caso de Argentina cuando la Junta
Militar presidida por el general Videla
ordenó que el Tercer Cuerpo de Ejército en la ciudad de Córdoba quemara millón
y medio de ejemplares de libros, entre los que se hallaban obras de Proust,
García Márquez, Cortázar, Neruda y Vargas Llosa. Tal aberración de poder la
justificaron porque dicha obra afectaban al intelecto y la manera de ser
cristiana, que todo aquel que se oponía a esa acción sería destruido y
considerado enemigo del alma argentina.
Como se puede apreciar, esos actos militares cargados de
moralina, en cuanto desprecian la vida de los otros, terminaron en asesinatos,
en matanzas de civiles, a nombre de la Nación, a fin de “proteger la Patria y
los valores cristianos” contra los pensadores degenerados, “enemigo del alma
argentina”, como llegó a decir en aquel entonces Luciano Menéndez, jefe del
Tercer Cuerpo de Ejército.
Es por eso que los representantes del ultranacionalismo dominicano cargado de moralina se legitiman
en la esencia de una creencia religiosa, en
la esencia del patriotismo y la pureza del alma. Tales juicios de moralina van contra la ética en cuanto a
que no reconocen a quien es diferente en el vivir y el pensar, tanto en el
propio entorno social y cultural en que convive como en otros ámbitos.
Tanto es así que a estos representantes del
ultranacionalismo no les interesaron los demás párrafos del escritor, como el
que dice: “Quiero mucho a la República Dominicana, desde que visité ese país
por primera vez, en 1974, para hacer un documental televisivo. Desde entonces
he vuelto muchas veces y con alegría lo he visto democratizarse, modernizarse,
en todos estos años, a un ritmo más veloz que el de muchos otros países
latinoamericanos sin que se reconozca siempre su transformación como
merecería”.
En otro de los párrafos del artículo de marras se refiere
a la solidaridad con una franja
de dominicanos: sociedad civil
intelectuales, opiniones y jueces que se opusieron a esa sentencia del
Tribunal Constitucional (no contra los dominicanos), por lo que no estamos hablando de que tal
sentencia representa un sentimiento nacional, sino más bien una visión política de una parte de un sector de
la sociedad dominicana, lo cual es legítimo que otros sectores no la compartan
o la cuestionen.
Un año después de la
incongruencia de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, el presidente
Danilo Medina promulgó la ley 169-14 que corrigió en parte algunos errores que
contenía la primera. De ahí que el intelectual y diplomático dominicano Pedro
Vergés dijera ante la Organizaciones de Estados Americanos lo siguiente: “Nos
vemos obligados a repetirlo una vez más. En nuestro país no hay apátridas.
Reconocemos que la sentencia 168-13 de nuestro Tribunal Constitucional generó
inquietud en este foro por su efecto en un determinado número de personas, sin
embargo esto quedó totalmente disipado con la Ley No. 169-14, que fue el
resultado de un gran consenso político nacional, reconociendo la condición de
dominicanos a esas personas”. (8 de julio 2015 - Washington, DC).
Luego de esta última sentencia las pasiones políticas sobre
el tema de migración haitiana fue disminuyendo en la sociedad dominicana, en
las redes sociales del ciberespacio dejó de ser tópico de importancia hasta entrando febrero 2016, en la que sale a
relucir el susodicho artículo en el momento en que se anuncia que el Premio
Internacional Pedro Henríquez Ureña le será otorgado al escritor Mario Vargas
Llosa.
A esta premiación
hay que sumarle el ingrediente de la coyuntura electoral en que vive la
sociedad dominicana, ya que en el mes de mayo serán elegidos el próximo presidente de la República Dominicana, junto
a los legisladores y autoridades municipales. Esto indica que las agitaciones
políticas e ideológicas se
intensificarán hasta tal punto que esos sectores conservadores y ultranacionalistas
cargados de moralina tratarán de obnubilar por completo el valor literario
universal de las obras del escritor y
Premio Nobel de Literatura.
Ética y Moralina en el Premio Internacional Pedro Henríquez
Ureña
(2 de 3)
En esta coyuntura electoral (febrero- mayo 2016), al
escritor e intelectual Vargas Llosa le ha caído arriba el discurso de la moralina por parte de ese sector
ultranacionalista con tinte trujillista,
lo que recuerda las acciones vandálicas emprendidas por el entonces diputado
Vincho Castillo entre 1960 y 1961 en contra de la Iglesia por esta haberse
negado a otorgarle al Jefe el título de Benefactor de la Iglesia Católica, y
muy señaladamente en contra del obispo de La Vega, Monseñor Francisco Panal, a
quien esos vándalos conocidos como paleros le llenaron al prelado la catedral
de prostitutas que bailaban al compás merengues trujillistas. Dice el exguerrillero Hamlet Hermann, que
“los Paleros de Vincho Castillo, profanaron iglesias y maltrataron a todo aquel
que tratara de calmar su sed de sangre, la cual pretendían saciar con los
opositores a Trujillo. Ésos encarnaban entonces la esencia vandálica de Los
Paleros que, en noviembre de 1960, asesinaron brutalmente a Las Muchachas
Mirabal”. (Ver: “Una ecuación de la Historia”, en el. Hoy.com.do.18/11/2012).
Es por eso que, el rechazo a la premiación por parte de ese sector conservador al
laureado escritor se coloca más allá de la
ética del escritor y cae en el precipicio de la moralina, que es un
síntoma muy frecuente en las conversaciones cotidiana del dominicano.
. En ese aspecto entro a explicar en qué consiste y cuáles
son las característica de la moralina en el discurso de la ética y la moral,
para de esta manera poder tener una visión más acabada de cómo se mueven estos
discursos ultranacionalista en relación con la cultura y el poder.
Esto es así, porque el pensar la ética es pensar en el
sujeto como realidad, único e irrepetible, contradictorio, en cuanto en su
interior lleva diversas funciones prácticas
referidas a lo político, familiar y social.
De ahí que tal como dice el poeta Antonio Machado: “Busca
tu complementario, que siempre marcha contigo, y suele ser tu contrario”.
Contrario al discurso de la moralina que rehúye al dialogo, vive en el
monologo, contra a una ética dialógica,
basada en la argumentación y en el que todos los involucrados tienen igual
derecho a la palabra.
La moralina comulga con la intolerancia, que anida en
sujetos incapaces de tolerar ideas diferentes a las suyas. Tal como lo abordó el filósofo Voltare, cuando dijo
“que imputa las calumnias, a los falsos
indicios, mal expuestos, a los informes de la ignorancia, a los errores
extravagantes de algunas declaraciones (…) a ese fervor rabioso que quiere que
quienes no piensan como ellos sean capaces de los mayores crímenes”.
Para los que piensan
en el sujeto como único, lineal y de cabeza cuadrada, quiero enfatizar que
eso no va con la ética, pero sí con la
moralina, que es tan adictiva como la nicotina, la cocaína, como dice Cortina
(1996), es una moralidad inoportuna, superficial o falsa. El moralino o moralina se la pasa
acabando con el otro, descalificándolo, buscándole hueco por donde entrar su
veneno de resentido y destrucción, lo
que impide comprender el conocimiento del sujeto que ha construido vida con
valores y con producción de nuevos conocimientos.
Para el sujeto
moralino el otro no tiene razón de existir, de ahí que colinde con la
politiquina, que son los políticos
soberbios que “se arrogan poderes casi omnímodos y acaban devorando la sociedad
civil”(íbid, p.19). El moralino reduce
la complejidad del comportamiento del sujeto a un determinado juicio de valor
del cual desprende que es su vida misma; la intolerancia es su norte, no la
pluralidad de sentidos. Vive dándose
pase de moralina, eclipsando lo ético y la creatividad de los otros, para que
de esa forma se le pueda hacer más fácil
destruirlos o aplastarlos.
Ética y Moralina en el Premio Internacional Pedro Henríquez
Ureña
(2 de 3)
En esta coyuntura electoral (febrero- mayo 2016), al
escritor e intelectual Vargas Llosa le ha caído arriba el discurso de la moralina por parte de ese sector
ultranacionalista con tinte trujillista,
lo que recuerda las acciones vandálicas emprendidas por el entonces diputado
Vincho Castillo entre 1960 y 1961 en contra de la Iglesia por esta haberse
negado a otorgarle al Jefe el título de Benefactor de la Iglesia Católica, y
muy señaladamente en contra del obispo de La Vega, Monseñor Francisco Panal, a quien
esos vándalos conocidos como paleros le llenaron al prelado la catedral de
prostitutas que bailaban al compás merengues trujillistas. Dice el exguerrillero Hamlet Hermann, que
“los Paleros de Vincho Castillo, profanaron iglesias y maltrataron a todo aquel
que tratara de calmar su sed de sangre, la cual pretendían saciar con los
opositores a Trujillo. Ésos encarnaban entonces la esencia vandálica de Los
Paleros que, en noviembre de 1960, asesinaron brutalmente a Las Muchachas
Mirabal”. (Ver: “Una ecuación de la Historia”, en el. Hoy.com.do.18/11/2012).
Es por eso que, el rechazo a la premiación por parte de ese sector conservador al
laureado escritor se coloca más allá de la
ética del escritor y cae en el precipicio de la moralina, que es un
síntoma muy frecuente en las conversaciones cotidiana del dominicano.
. En ese aspecto entro a explicar en qué consiste y cuáles
son las característica de la moralina en el discurso de la ética y la moral,
para de esta manera poder tener una visión más acabada de cómo se mueven estos
discursos ultranacionalista en relación con la cultura y el poder.
Esto es así, porque el pensar la ética es pensar en el
sujeto como realidad, único e irrepetible, contradictorio, en cuanto en su
interior lleva diversas funciones prácticas
referidas a lo político, familiar y social.
De ahí que tal como dice el poeta Antonio Machado: “Busca
tu complementario, que siempre marcha contigo, y suele ser tu contrario”.
Contrario al discurso de la moralina que rehúye al dialogo, vive en el monologo,
contra a una ética dialógica, basada en
la argumentación y en el que todos los involucrados tienen igual derecho a la
palabra.
La moralina comulga con la intolerancia, que anida en
sujetos incapaces de tolerar ideas diferentes a las suyas. Tal como lo abordó el filósofo Voltaire en su discurso
sobre la tolerancia cuando dijo que, imputa
las calumnias, a los falsos indicios, mal expuestos, a los informes de
la ignorancia, a los errores extravagantes de algunas declaraciones, a ese
fervor rabioso que quiere que quienes no piensan como ellos sean capaces de los
mayores crímenes.
Para los que piensan
en el sujeto como único, lineal y de cabeza cuadrada, quiero enfatizar que
eso no va con la ética, pero sí con la
moralina, que es tan adictiva como la nicotina, la cocaína, como dice Cortina
(1996), es una moralidad inoportuna, superficial o falsa. El moralino o moralina se la pasa
acabando con el otro, descalificándolo, buscándole hueco por donde entrar su
veneno de resentido y destrucción, lo
que impide comprender el conocimiento del sujeto que ha construido vida con
valores y con producción de nuevos conocimientos.
Para el sujeto
moralino el otro no tiene razón de existir, de ahí que colinde con la
politiquina, que son los políticos
soberbios que “se arrogan poderes casi omnímodos y acaban devorando la sociedad
civil”(íbid, p.19). El moralino reduce la complejidad del comportamiento del
sujeto a un determinado juicio de valor del cual desprende que es su vida
misma; la intolerancia es su norte, no la pluralidad de sentidos. Vive dándose pase de moralina, eclipsando lo
ético y la creatividad de los otros, para que de esa forma se le pueda hacer
más fácil destruirlos o aplastarlos.
Ética y Moralina en el Premio Internacional Pedro Henríquez
Ureña
(3 de 3)
Los moralinos o moralinas ven el árbol, no el bosque, la
sombra no la luz. Como resentido su mirada del otro es demoníaca. Viven en
polémica no en la argumentaciones, van dando sermone no orientaciones, carecen
de virtud como expresa Nietzche. Este filósofo fue el que más situó el concepto
de moralina, su obra es una crítica a la moralina la cual es diferente a la
ética del sujeto ético.
En la ética el sujeto es único y contradictorio en las
dimensiones de la vida social, cultural, filosófica y literaria, como tal va
perfilando algunos de sus actos humanos y otros no, muchos de esos actos
humanos pasan desapercibido, de poca
monta y que a veces cobran importancia por uno o dos acto humanos en que ha
sobresalido en la sociedad.
Los actos humanos que son los que estudia la ética, entran
en la relación con el sujeto, el lenguaje, el discurso y el poder. De acuerdo a
su accionar estratégico el sujeto va inventando
una imagen en la sociedad, en la que sobresale por unos o dos actos
humanos, quedando sin importancia los demás. Para la ejecución de esos actos,
tal elección, entra en el plano típicamente humano por su capacidad de razonamiento y su voluntad para hacer esos
actos.
Por lo que el sujeto ético cuando se lanza a la aventura de
construir discursos en el ámbito social, va dejando la impronta de sus actos
humanos, muchos de estos la sociedad los reconocerá; otros no los tomará en
cuenta. Dentro de los actos humanos que se destacan en el plano de los
discursos sociales se encuentran el de la creatividad literaria,
artística, filosófica, económica, tecno
científica, educativa y política.
Es por eso que la ética nos invita a cuidarnos de la moralina, en cuanto a
destruir por un determinado acto humano malo (juicio de valor), una trayectoria de vida que se ha caracterizado
por actos humanos constantes y que
sobresalen por su hazaña intelectual de
valor universal, como es el caso del valor de la obra literaria que trasciende cualquier acto humano de
construcción puramente ideológica y política. Lo que no significa que el texto
literario no haya valor ideológico y político, pero va más allá de la ideología
y de la política, de lo contrario sería un panfleto literario que se lo lleva
el viento, que es siempre aire de viaje, como dice el poeta Octavio Paz.
Para Edgar Morín (2009)
hay dos tipos de moralina: la de indignación sin reflexión ni racionalidad que conduce a la
descalificación del prójimo y la de
reducción cuando comprime al prójimo a los actos malos que ha realizado, a sus antiguas ideas nocivas y le condena
totalmente. Según este pensador de la complejidad “la moralina juzga y condena
en virtud de criterios exteriores o superficiales de moralidad (…) se apropia
del Bien y transforma en oposición entre el bien y el mal lo que en realidad es
un conflicto de valores” (ibid, p.
61).
En tal sentido, podemos estar o no de acuerdo con Mario
Vargas Llosa en determinado actos humanos como el político o el ciberpolítico
en cuanto a su relación con el poder digital y social, pero eso no se puede dejar de reconocer que
unos de sus grandes actos humanos ha sido de ética en cuanto a la creatividad
literaria, en la que sus novelas producen placer, más allá de un simple goce
como dice R. Barthes en El placer del texto.
Hay textos que producen placeres de caída libre, en donde
el lector va perdiéndose dentro de sus símbolos, más que en palabras, algunos
como La ciudad y los perros, Conversaciones en la Catedral, Pantaleón y las visitadoras, La guerra del
fin del mundo y La fiesta del Chivo,
tienen encanto mágico de
dimensiones universales y por las cuales Mario Vargas Llosa ha recogido
numerosos premios en el mundo, entre los
que sobresalen el Rómulo Gallegos
(1967), el Príncipe de Asturias de las
Letras (1986), el Cervantes (1994) Premio Nobel de literatura (2010), el
internacional Carlos Fuentes a la creación literaria en idioma español (2012).
En el Ministerio de
Cultura, los intelectuales se encuentran divididos en cuanto a la firma de un
documento en solidaridad con el Jurado que decidió por unanimidad otorgarle el
Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña al laureado escritor. Por miedo al
poder y a los poderosos hay escritores que guardan silencio frente a una
realidad que los convoca; otros la eluden por miedo a una cancelación del
empleo público. Los actos humanos nos revelan gracias a esa capacidad simbólica
que es el lenguaje (Benveniste) y nos
dicen (los discursos) quiénes somos sujetos sociales.
Dos importantes políticos, en representación del gobierno
del presidente Danilo Medina, se han expresado contra el veredicto del Jurado.
El primero es Roberto Rodríguez Marchena, portavoz y director general de
Comunicación del Gobierno, quien expresó que desde el punto de vista literario
fue una imprudencia política otórgale la premiación a Vargas Llosa, ya que “cometió la imprudencia y el irrespeto de
acusar a los dominicanos de ser los parias del Caribe”. (Ver: acento.com.do, 7
/2/2016).
El segundo fue el
Ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, quien dijo que “el sentido humanista,
latinoamericanista, plural y progresista de la obra de nuestro Pedro Henríquez
Ureña no tiene continuidad en la forma irrespetuosa y ofensiva con que Mario
Vargas Llosa ha tratado a la nación dominicana. Una nación que le ha dado
mucho, desde temas para sus novelas, hasta otorgarle la Orden Heráldica de
Cristóbal Colón en el Grado de Gran Cruz Placa de Plata en el año 2010” (Ver:
hoy.com.do,8/2/2016).
Como se puede apreciar, ambos funcionarios como políticos
tienen una visión instrumental de la literatura, actúan como gendarme político
en el plano de la literatura, y no es que son ultraconservadores, sino zorros
políticos que olfatean en la actual coyuntura electoral (15 de mayo) cualquier
asomo de baja popularidad de su candidato-presidente Danilo Medina. De ahí que
hablen de imprudencia y lo inoportuno de dicha premiación.
Estos políticos deben cuidarse de no vivir el acto humano
político como si fuese el único acto humano de la vida, en la que el
instrumentalismo de los otros es parte de la estrategia de poder con el único
objetivo de seguir en el mando. Esto no
le ha dado resultado a la coalición electoral de extrema derecha Polo Soberano
que lidera el pequeño partido ultranacionalista Fuerza Nacional Progresista
(FNP), el cual junto a los reformistas y a determinados sectores de los perredeístas, peledeístas y perremeístas, son la encarnación del síndrome
de la hibris (desmesura) del poder en la
República Dominicana.
Y sobre todo, cuando el mismo Vargas Llosa en una carta dirigida al filósofo e
intelectual Brea Franco, al enterarse de la premiación, dice que se alegra mucho por el
generoso reconocimiento que le hace la República Dominicana. Esto es
así porque en el susodicho artículo de 2013 hizo una
“crítica severa a la política
del Gobierno respecto a la inmigración de origen haitiano”, por lo que le acarreó muchas críticas en el
país, pero que pese a ese antecedente, sigue diciendo el escritor, “se me conceda este premio habla
muy bien del espíritu democrático, tolerante
y abierto que por fortuna
parece prevalecer en el país”
(elcaribe.com.do/2016/02/02/).
En conclusión, ninguno de estos elogios de Vargas Llosa al
país interesan al moralizador político, sino lo que su anteojera ve: una
posibilidad de que su poder sea disminuido un ápice y la alergia a todo tipo de
crítica a su actuación clientelista y patrimonialista, y por qué no,
deshumanizante.
Referencias bibliográficas
Cortina,
Adela (1996). Que hacer Ético. Una guía para la educación moral. Madrid:
Santillana
Morin,
Edgar (2009). El método.Vol.6. Madrid: Cátedra
.
1 comentario:
Este articulo me parece muy interesante ya que esta sociedad esta revestida de una moralina, que hacen cosas para tratar de quedar bien con los demás en vez de hacerlo por el bienestar de nuestra sociedad
Publicar un comentario