El
internet como conjunto de configuraciones tecnológicas, soporte físico del
ciberespacio, es objeto de preocupación para los ingenieros de sistema,
técnicos informáticos y los ejércitos de seguridad de la infraestructura
digital.
En
cambio, el ciberespacio como espacio virtual, construido por millones y
millones de sujetos cibernéticos, está
conformado por ciudadanos de todo el mundo digital o cibermundo, los cuales son
los creadores del ciberespacio.
A
estos sujetos del cibermundo les digo que se olviden de la red Internet que fue
creada con fines estratégicos- militares,
de control y seguridad social digital
y que deben seguir en la
construcción del ciberespacio. No dejar de navegar, siempre hacerlo con fines
estratégicos de ejercicio libertario, de innovación y conocimiento.
Navegaciones estas que contribuyen al fortalecimiento de todo tipo de espacio
cibernético como son los casos de las
comunidades culturales y científicas, así como la ciberpolítica, con sus redes
sociales enmarcadas en el ciberactivismo político y la ciberciudadanía.
Desde hace más de una década hemos construido
unas reflexiones filosóficas que descansan en la comprensión y
complementariedad entre el espacio y el ciberespacio. No se puede seguir en la reproducción del orden del
poder digital que tiene por estrategia el valorar la Internet como red o como
apunta Andrew Blum en su libro Tubo
cuando dice que Internet está formada
por tubos llenos de cables de cobre coaxiales o de fibra de vidrio que desembocan en un centro de
interconexión.
Estas interconexiones de la red de redes llamada
Internet se encuentran ubicadas en varios países del mundo y que encabezan la
lista del cibermundo, tales como Japón (Tokio),
Estados Unidos (Miami, Nueva York y Virginia), Alemania (Frankfurt),
Holanda (Amsterdam) y Reino Unido (Londres).
Para el poder digital, su preocupación no está
en el control de la red Internet y sus servidores, esto siempre han estado
controlados por los poderes digitales, lo que le preocupa es el ciberespacio,
que ha sido construido por cientos de millones de sujetos cibernéticos y el
cual le ha producido un terremoto un resquebrajamiento social y político en su
cibermundo.
De ahí que los empresarios, militares, políticos o ciberpolíticos del poder digital apuntan a que dicho sujeto
cibernético siga pensando en la internet y no en el ciberespacio, ya que para
ellos, pensar en la redes y sus cableríos tecnológicos es reproducir el orden de la tecnología con su estrategia de encuadrar a los sujetos
como técnicos, tecnólogos, usuarios y consumidores del mercado de internet,
como programa y venta en redes con su paquete de idioteces.
En cambio, el ciberespacio se escribe y
reescribe, construye y reconstruye en cada fracción de millonésima de segundo
por los sujetos cibernéticos del mundo y el cibermundo. Por lo que no se puede
confundir la puerta de entrada que es el internet con el ciberespacio, que está
situado luego de que usted traspasa esa puerta de cables y de infraestructura
de redes.
En el 1996 John Perry
Barlow escribió el primer manifiesto de la independencia del ciberespacio, en
Davos, Suiza. En dicho manifiesto se dice que el ciberespacio no tiene
frontera, ya que está formado por transacciones, relaciones y pensamientos en
sí mismo, que se extiende como una quieta ola en la telaraña de nuestras
comunicaciones. Que ese espacio virtual está a la vez en todas partes y en
ninguna parte, pero no está donde viven los cuerpos.