El miedo
político a las redes sociales y a los Papeles de Panamá (el Wikileaks de 2016)
El poder político ha sido estremecido por los acontecimientos
emergentes que han ocasionado los papeles
de Panamá, los cuales han salpicado a dirigentes políticos, deportistas,
empresarios y artistas del cibermundo. Dicho mundo digital se encuentra minado
de contrapoderes: ciberperiodismo ético, movimientos de hacktivismo social,
redes de ciudadanos que lucha por la democratización de la democracia, entre
otros.
En ese mundo
digital, el poder político ha estado construyendo un orden de control virtual
que ha ido produciendo resistencia por estos tipos movimientos sociales y
ciberculturales, que se despliegan como contrapoderes de resistencia en las
redes sociales del ciberespacio.
Esa es la razón del desprecio que tienen los políticos
a tales rizomas de empoderamiento social. Esto tiene que ver con los sujetos
cibernéticos (los ciberperiodistas de dimensiónes ética) que van configurando
los nombres de políticos corruptos en todo el planeta, y al poder de las redes
sociales, que es de donde han brotado los movimientos sociales emergentes que
luchan contra la injusticia del poder y los poderosos.
Ejemplos de este empoderamiento son los siguientes
casos en la República Dominicana con Euclides Gutiérrez, quien acusó a los
“twitteros” de ser gente sin criterio, por enfrentarlo en las redes del
ciberespacio con el hashtag “#euclidespagalaluz” (2011) y como un bisonte moribundo arremetió contra
las redes sociales a las que calificó de un “instrumento de difamación” y el
otro caso es el del senador Félix Bautista y sus actos de corrupción
documentados por Francisco Domínguez
Brito, procurador general de la
República Dominicana.
Dicho senador, para febrero de 2016, se estaba
disputando el primer lugar en el planeta
en materia de corrupción, según Transparencia Internacional (TI). En cuanto a
los personaje de la Gran Corrupción 2016
: “Félix Bautista, Senador y Secretario de Organización del PLD;
por la “Primavera Árabe”, el tunecino Ben Alí y el egipcio Hosni
Mubarak, el expresidente ucraniano Viktor Yanukovich, y la hija del presidente de Angola Isabel Dos Santos (Ver:
https://unmaskthecorrupt.org/#section-contest )
El miedo a la redes va en aumento en los sectores del
poder tradicional, por la nueva visión de la política en el ciberespacio, en
sus redes digitales, esto es en materia de ciberpolítica, de jóvenes
empoderados en la lucha contra el clientelismo y el patrimonialismo, y por los
derechos a la libertad y la democracia. Esta forma de hacer política desde las
redes se sintió en Turquía contra el régimen
corrupto y totalitario del primer ministro
Tayyip Erdogan, quien en el 2014 llegó a decir: “Limpiaremos Twitter, no me importa lo que diga la
comunidad internacional al respecto”. En Egipto, contra ex presidente Mohamed Morsi
(2013), réplica de Mubarak en cuanto a aplastar la disidencia y todo lo que
emana de las redes sociales y sus implicaciones en el ciberespacio; en Brasil
con el empoderamiento de los ciudadanos
y específicamente de los nativos digitales, que se unificaron bajo la consigna:
“Somos las redes sociales” y que hoy tienen a ese país en estado de lucha
permanente contra la corrupción. Tales acontecimientos pueden llevar a un
juicio político a la presidenta Dilma Rousseff
(2016) y
situar a Brasil en una de las peores crisis de las últimas dos décadas
en su historia.
Así vemos cómo
varios presidentes en
Centroamérica han sido llevados a juicio por proceder desde el poder a violar
la Constitución, burlarse del pueblo, quien fue que lo llevó al solio
presidencial, de ahí que estos políticos
corruptos viven por y para la cárcel y
el repudio de las sociedad que se expresa en las redes sociales; los casos del
expresidente Otto Pérez Molina y la exvicepresidenta
Roxana Baldetti (2015) en Guatemala; el expresidente Ricardo Martinelli en
Panamá (2015) y de ex presidente Francisco Guillermo Flores Pérez en El
Salvador (2014), son ilustrativos. En
febrero de 2016, luego de que el presidente Evo Morales fuera derrotado, dijo “Hay que evaluar el daño que se hace en las redes
sociales a Bolivia y a la democracia con las mentiras".
Si algo se le ha salido de las manos a los líderes que
orquestaron el mundo digital como interconectividad comercial y política
digital tecnológica de consumo han sido los contrapoderes que han estado
brotando de las redes sociales, del hacktivismo, Wikileaks, Los papeles de
Panamá (2016) y todas las estrategias de ciberguerra y los contrapoderes de los sujetos
cibernéticos de una dimensión ética y ciberpolítica, como JulianAssange, Edward
Snowden y miles de hackers anónimos por todo el cibermundo.
Estos sucesos sociales y de dimensiones ciberpolíticas han estado generando una reorganización en el
cibermundo sobre el control de lo virtual y el espionaje. El poder, en este
caso el digital, genera resistencia y
contrapoder. El espacio de contrapoder se ha estado dando en el ciberespacio.
No solo nos vigilan los poderosos, sino que también les estamos vigilando,
gracias a las redes sociales.
Es en este panorama social convulso, que se han
comenzado a desvelarse “Los papeles de Panamá” los cuales constituyen el
Wikileaks de 2016, en cuanto a la mayor filtración confidencial de la historia
de evasores en paraísos fiscales, sustentada en millones de archivos, que
contienen correos electrónicos, contratos, certificados, información bancaria
de estados de cuentas y documentos de identidad de los implicados.
Esa filtración de archivos del bufete panameño Mossack
Fonseca son 11.5 millones de documentos que equivalen a la población de un país
como la India y abarca un período que va desde la década de 1970 hasta los
primeros meses del 2016.
La
participación de decenas y decenas de periodistas de más de 180 países y la
estrategia de silencio que se mantuvo durante un año en el proceso,
clasificación y manejo de estas informaciones, indican la complejidad del caso,
por lo que no se trata de un entramado
en la que tan solo intervino el poder
imperial norteamericano (lo cual no descartamos) o un simple empleado interno del bufete.
Lo que debe importar es que en el cibermundo envuelto en redes virtuales, ninguna
institución privada o pública se encuentra protegida por la presunción de
confidencialidad. Eso ha pasado a ser un mito, ya que cada día más las personas
luchan por la transparencia en la información y en los manejos de los fondos
públicos.
En estos tiempos, el poder digital de vigilar y ser
vigilados no solo emana del Estado y sus diversas instancias de poder, sino que está en todas partes, desde un
hacktivista hasta una ciberciudadana ama de casa.
Con la entrada en escena de la ciberpolítica los
sujetos cibernéticos han entrado en una fase de empoderamiento para el
ejercicio de los derechos a una vida digna, libre, autónoma y democrática.
Estos sujetos (franja de nativos digitales) están cambiando los escenarios del
ciberespacio y el espacio de hacer política como nunca antes se había conocido
en la historia.
Esos escenarios virtuales interactivos aceleran
los acontecimientos sociales, mientras que los espacios sociales
languidecieran, sino fuese por la entrada en escena de las redes sociales del
ciberespacio. Los acontecimientos políticos en las calles producen vientos que
los líderes políticos pueden resistir; en cambio en el ciberespacio, los
acontecimientos producen huracanes y tornados que barren a esos líderes en un
instante.
Es en ese contexto que se produce el miedo político a
las redes sociales y a los papeles de Panamá, en donde hay involucrados decenas
de líderes políticos, empresarios, artistas y deportistas. Dichos papeles han
comenzado a expandirse por todo el cibermundo y esto va desde el Medio Oriente,
Asia, Norteamérica, Latinoamérica y Occidente.
Según los periodistas alemanes Bastian Obermayer y
Frederik Obermaier, del periódico alemán Sueddeutsche Zeitung, todo se manejó en el marco de la
ciberseguridad, en la que los encuentros
con la persona que filtró la documentación a dicho periódico, prefirió
comunicarse solamente con archivos encriptados, descartando todo tipo de
contacto físico y utilizando dispositivo digitales como el de Reconocimiento
Óptico de Caracteres, conocido por su sigla como OCR, esto les permitió
organizar los archivos encriptados y convertir las imágenes en textos
digitales.
Por todo esto,
el sujeto que filtró la información y que tuvo en contacto permanente
con el periódico alemán, es un sujeto cibernético que se mueve entre el
hacktivismo y el sistema digital del cibermundo.
Pero además, de estas ideas en que me inscribo, no
descarto la expuesta por la prestigiosa revista cibercultural, Wired, y que
explica cómo los sistemas computacionales de Mossack Fonseca estaban
desactualizados y con un conjunto de fallos en materia de ciberseguridad. Esos fallos, los cuales fueron detectados por
expertos, consistían en que su servidor de correo electrónico, webmail de
Outlook Web Access desde 2009, estaba desactualizado, entre otras aplicaciones.
Además la
empresa de ciberseguridad informática Wordfende dice que se trató de un
hackeo como resultado de que el plugin
de WordPress (un tipo de gestor en la redes estaba desactualizado) y en la que el bufete de Mossack Fosenca
tiene diseñada su ciberpágina web de servicio para usuario y un portal para sus clientes en el que al parecer el
otro gestor (basado en el CMS Drupal) en que descansaba esta última, también
era una versión antigua, desde el 2013.
Estas desactualización según la empresa de
ciberseguridad Wordfende, pudo haber facilitado la vulnerabilidad y la irrupción
de hackers, que se clasifican de acuerdo a la relación con el poder digital.
Los hay desde mercenarios, ultraderechistas, de seguridad de Estado,
empresariales hasta contestarios a todos los niveles en las profundidades del
ciberespacio.
En ese aspecto, hay que indagar el tipo de
relación del sujeto cibernético que
realizó la infiltración con ese poder digital, financiero y político del
cibermundo para develar la estrategia en
torno al porqué de esa filtración. Lo demás se queda en la especulación de lo
predigital, de la política y no de la ciberpolítica y las redes sociales.
Pero, ahora, lo que nos interesa es el analizar cuáles
efectos políticos, económicos y sociales seguirán teniendo
los papeles de Panamá en el mundo y el cibermundo de aquí al mes de
mayo, que es la fecha para revelar los demás implicados y específicamente lo que podría tener para
la República Dominicana, en donde hay 486 compañías, 57 clientes, 67
beneficiarios y 192 accionistas del país donde de seguro se encuentra parte de
la élite política dominicana.
De esa lista, a los ciudadanos dominicanos solo les
interesan, los sujetos relacionados con prácticas ilícitas, evasores fiscales, corruptos y criminales.
Son esos sujetos, que viven la política, el mundo de los negocios en antros, y
en acto de hombre al margen de todo acto humano.
Las repercusiones apenas comienzan a sentirse en
Argentina (presidente, Mauricio Macri), Perú , Reino Unido, con magnitud de
maremoto político en Islandia en donde
ha dimitido el primer ministro Sigmundur David Gunnlaugsson, el cual está
implicado en dichos papeles, lo que
adelantaría el proceso electoral, la posible disolución del Parlamento y el
posible triunfo del Partido Pirata, que se caracteriza por una visión
ciberpolítica de hacktivismo contra la corrupción y la evasión fiscal, a favor
de la participación ciudadana, por una democratización de la democracia que
implica la defensa de los derechos
civiles, el libre acceso al conocimiento, la democratización del ciberespacio,
con acceso igualitario a la misma.