viernes, 15 de abril de 2016

 El miedo político a las redes sociales y a los Papeles de Panamá (el Wikileaks de 2016) 



El poder político ha sido estremecido por los acontecimientos emergentes que  han ocasionado los papeles de Panamá, los cuales han salpicado a dirigentes políticos, deportistas, empresarios y artistas del cibermundo. Dicho mundo digital se encuentra minado de contrapoderes: ciberperiodismo ético, movimientos de hacktivismo social, redes de ciudadanos que lucha por la democratización de la democracia, entre otros.
 En ese mundo digital, el poder político ha estado construyendo un orden de control virtual que ha ido produciendo resistencia por estos tipos movimientos sociales y ciberculturales, que se despliegan como contrapoderes de resistencia en las redes sociales del ciberespacio.    
Esa es la razón del desprecio que tienen los políticos a tales rizomas de empoderamiento social. Esto tiene que ver con los sujetos cibernéticos (los ciberperiodistas de dimensiónes ética) que van configurando los nombres de políticos corruptos en todo el planeta, y al poder de las redes sociales, que es de donde han brotado los movimientos sociales emergentes que luchan contra la injusticia del poder y los poderosos.
Ejemplos de este empoderamiento son los siguientes casos en la República Dominicana con Euclides Gutiérrez, quien acusó a los “twitteros” de ser gente sin criterio, por enfrentarlo en las redes del ciberespacio con el hashtag#euclidespagalaluz” (2011) y  como un bisonte moribundo arremetió contra las redes sociales a las que calificó de un “instrumento de difamación” y el otro caso es el del senador Félix Bautista y sus actos de corrupción documentados por  Francisco Domínguez Brito, procurador  general de la República Dominicana. 
Dicho senador, para febrero de 2016, se estaba disputando el  primer lugar en el planeta en materia de corrupción, según Transparencia Internacional (TI). En cuanto a los  personaje de la Gran Corrupción 2016 : “Félix Bautista, Senador y Secretario de Organización  del PLD;  por la “Primavera Árabe”, el tunecino Ben Alí y el egipcio Hosni Mubarak, el expresidente ucraniano Viktor Yanukovich, y la hija del presidente de Angola Isabel Dos Santos (Ver:  https://unmaskthecorrupt.org/#section-contest )
El miedo a la redes va en aumento en los sectores del poder tradicional, por la nueva visión de la política en el ciberespacio, en sus redes digitales, esto es en materia de ciberpolítica, de jóvenes empoderados en la lucha contra el clientelismo y el patrimonialismo, y por los derechos a la libertad y la democracia. Esta forma de hacer política desde las redes se sintió  en Turquía contra el régimen corrupto y totalitario del primer ministro  Tayyip Erdogan, quien en el 2014 llegó a decir: “Limpiaremos Twitter, no me importa lo que diga la comunidad internacional al respecto”. En Egipto, contra ex presidente Mohamed Morsi (2013), réplica de Mubarak en cuanto a aplastar la disidencia y todo lo que emana de las redes sociales y sus implicaciones en el ciberespacio; en Brasil con el empoderamiento de los  ciudadanos y específicamente de los nativos digitales, que se unificaron bajo la consigna: “Somos las redes sociales” y que hoy tienen a ese país en estado de lucha permanente contra la corrupción. Tales acontecimientos pueden llevar a un juicio político a la  presidenta Dilma Rousseff (2016)  y  situar a Brasil en una de las peores crisis de las últimas dos décadas en su historia.
Así vemos cómo  varios presidentes  en Centroamérica han sido llevados a juicio por proceder desde el poder a violar la Constitución, burlarse del pueblo, quien fue que lo llevó al solio presidencial, de ahí que  estos políticos corruptos viven por y para  la cárcel y el repudio de las sociedad que se expresa en las redes sociales; los casos del expresidente  Otto Pérez Molina y la exvicepresidenta Roxana Baldetti (2015) en Guatemala; el expresidente Ricardo Martinelli en Panamá (2015) y de ex presidente Francisco Guillermo Flores Pérez en El Salvador (2014), son ilustrativos. En febrero de 2016, luego de que el presidente Evo Morales fuera derrotado, dijo “Hay que  evaluar el daño que se hace en las redes sociales a Bolivia y a la democracia con las mentiras".
Si algo se le ha salido de las manos a los líderes que orquestaron el mundo digital como interconectividad comercial y política digital tecnológica de consumo han sido los contrapoderes que han estado brotando de las redes sociales, del hacktivismo, Wikileaks, Los papeles de Panamá (2016) y todas las estrategias de ciberguerra  y los contrapoderes de los sujetos cibernéticos de una dimensión ética y ciberpolítica, como JulianAssange, Edward Snowden y miles de hackers anónimos por todo el cibermundo.
Estos sucesos sociales y de dimensiones ciberpolíticas  han estado generando una reorganización en el cibermundo sobre el control de lo virtual y el espionaje. El poder, en este caso el digital,  genera resistencia y contrapoder. El espacio de contrapoder se ha estado dando en el ciberespacio. No solo nos vigilan los poderosos, sino que también les estamos vigilando, gracias a las redes sociales.
Es en este panorama social convulso, que se han comenzado a desvelarse “Los papeles de Panamá” los cuales constituyen el Wikileaks de 2016, en cuanto a la mayor filtración confidencial de la historia de evasores en paraísos fiscales, sustentada en millones de archivos, que contienen correos electrónicos, contratos, certificados, información bancaria de estados de cuentas y documentos de identidad de los implicados.
Esa filtración de archivos del bufete panameño Mossack Fonseca son 11.5 millones de documentos que equivalen a la población de un país como la India y abarca un período que va desde la década de 1970 hasta los primeros meses del 2016.
 La participación de decenas y decenas de periodistas de más de 180 países y la estrategia de silencio que se mantuvo durante un año en el proceso, clasificación y manejo de estas informaciones, indican la complejidad del caso, por lo que no se trata  de un entramado en la que tan solo  intervino el poder imperial norteamericano (lo cual no descartamos) o  un simple empleado interno del bufete. 
Lo que debe importar es que en el cibermundo  envuelto en redes virtuales, ninguna institución privada o pública se encuentra protegida por la presunción de confidencialidad. Eso ha pasado a ser un mito, ya que cada día más las personas luchan por la transparencia en la información y en los manejos de los fondos públicos.
En estos tiempos, el poder digital de vigilar y ser vigilados no solo emana del Estado y sus diversas instancias de poder,  sino que está en todas partes, desde un hacktivista hasta una ciberciudadana ama de casa.
Con la entrada en escena de la ciberpolítica los sujetos cibernéticos han entrado en una fase de empoderamiento para el ejercicio de los derechos a una vida digna, libre,  autónoma y democrática.
Estos sujetos (franja de nativos digitales)  están cambiando los escenarios del ciberespacio y el espacio de hacer política como nunca antes se había conocido en la historia.
 Esos  escenarios virtuales interactivos aceleran los acontecimientos sociales, mientras que los espacios sociales languidecieran, sino fuese por la entrada en escena de las redes sociales del ciberespacio. Los acontecimientos políticos en las calles producen vientos que los líderes políticos pueden resistir; en cambio en el ciberespacio, los acontecimientos producen huracanes y tornados que barren a esos líderes en un instante.
Es en ese contexto que se produce el miedo político a las redes sociales y a los papeles de Panamá, en donde hay involucrados decenas de líderes políticos, empresarios, artistas y deportistas. Dichos papeles han comenzado a expandirse por todo el cibermundo y esto va desde el Medio Oriente, Asia, Norteamérica,  Latinoamérica y  Occidente.
Según los periodistas alemanes Bastian Obermayer y Frederik Obermaier, del periódico alemán Sueddeutsche Zeitung,  todo se manejó en el marco de la ciberseguridad,  en la que los encuentros con la persona que filtró la documentación a dicho periódico, prefirió comunicarse solamente con archivos encriptados, descartando todo tipo de contacto físico y utilizando dispositivo digitales como el de Reconocimiento Óptico de Caracteres, conocido por su sigla como OCR, esto les permitió organizar los archivos encriptados y convertir las imágenes en textos digitales.
Por todo esto,  el sujeto que filtró la información y que tuvo en contacto permanente con el periódico alemán, es un sujeto cibernético que se mueve entre el hacktivismo y el sistema digital del cibermundo.
Pero además, de estas ideas en que me inscribo, no descarto la expuesta por la prestigiosa revista cibercultural, Wired, y que explica cómo los sistemas computacionales de Mossack Fonseca estaban desactualizados y con un conjunto de fallos en materia de ciberseguridad.  Esos fallos, los cuales fueron detectados por expertos, consistían en que su servidor de correo electrónico, webmail de Outlook Web Access desde 2009, estaba desactualizado, entre otras aplicaciones.
Además la  empresa de ciberseguridad informática Wordfende dice que se trató de un hackeo como resultado de que el  plugin de WordPress (un tipo de gestor en la redes estaba desactualizado)  y en la que el bufete de Mossack Fosenca tiene diseñada su ciberpágina web de servicio para usuario y un portal  para sus clientes en el que al parecer el otro gestor (basado en el CMS Drupal) en que descansaba esta última, también era una versión antigua, desde el 2013.
Estas desactualización según la empresa de ciberseguridad Wordfende, pudo haber facilitado la vulnerabilidad y la irrupción de hackers, que se clasifican de acuerdo a la relación con el poder digital. Los hay desde mercenarios, ultraderechistas, de seguridad de Estado, empresariales hasta contestarios a todos los niveles en las profundidades del ciberespacio. 
En ese aspecto, hay que indagar el tipo de relación  del sujeto cibernético que realizó la infiltración con ese poder digital, financiero y político del cibermundo  para develar la estrategia en torno al porqué de esa filtración. Lo demás se queda en la especulación de lo predigital, de la política y no de la ciberpolítica y las redes sociales.
Pero, ahora, lo que nos interesa es el analizar cuáles efectos políticos, económicos y sociales seguirán  teniendo  los papeles de Panamá en el mundo y el cibermundo de aquí al mes de mayo, que es la fecha para revelar los demás implicados   y específicamente lo que podría tener para la República Dominicana, en donde hay 486 compañías, 57 clientes, 67 beneficiarios y 192 accionistas del país donde de seguro se encuentra parte de la élite política dominicana.
De esa lista, a los ciudadanos dominicanos solo les interesan, los sujetos relacionados con prácticas ilícitas,  evasores fiscales, corruptos y criminales. Son esos sujetos, que viven la política, el mundo de los negocios en antros, y en acto de hombre al margen de todo acto humano.
Las repercusiones apenas comienzan a sentirse en Argentina (presidente, Mauricio Macri), Perú , Reino Unido, con magnitud de maremoto político en  Islandia en donde ha dimitido el primer ministro Sigmundur David Gunnlaugsson, el cual está implicado en dichos papeles,  lo que adelantaría el proceso electoral, la posible disolución del Parlamento y el posible triunfo del Partido Pirata, que se caracteriza por una visión ciberpolítica de hacktivismo contra la corrupción y la evasión fiscal, a favor de la participación ciudadana, por una democratización de la democracia que implica  la defensa de los derechos civiles, el libre acceso al conocimiento, la democratización del ciberespacio, con acceso igualitario a la misma.



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