jueves, 20 de diciembre de 2012

El hombre marginal de nuestro tiempo




La globalización en estos días que corren se caracteriza por las vueltas y revueltas  de todas  sus estructuras sociales, tecnológicas, económicas y culturales, donde al parecer la crisis del capitalismo net y globalizado no es parcial, no es cíclica, más bien sistémica, por lo que la gran pregunta que debemos formularnos es, ¿qué engendro saldrá de este descalabro que hoy sufre el capitalismo y que  otrora lo sufrió el socialismo real?
En estos tiempos,  el planeta tierra ha producido lo híbrido, el mundo y el cibermundo. Dicha hibridez ha estado produciendo nuevas formas de organización social, económica,  cultural, educativa  y tecnológica.
         Semejante forma de organización  social ha construido  un nuevo sujeto, el cibernético, que navega en la redes ciberespaciales y se mueve en los diversos espacios físicos, convirtiéndose en el protagonista de este siglo XXI.  Es un ciberciudadano conformado en su inmensa mayoría por los jóvenes net y los nativos digitales, agrupados en  diversos movimientos sociales planetarios. Tal es el caso de los indignaos, los pendejos, Anónimos, justicia fiscal, Wikilearks, entre otros, y que se entretejen de empatía social en todo el espacio y el ciberespacio del planeta.
Dicho sujeto cibernético se ha estado apropiado de los espacios virtuales y reales. Por eso su lucha no es solo política, sino ciberpolítica, ya que busca  cambiar la regla política real y virtual, donde el miedo no se imponga, el Estado de malestar se reduzca a su mínima expresión y que la sociedad civil se agigante y se replantee la forma de ejercer la política hoy día.
El nuevo sujeto cibernético conspira contra el hombre marginal,  que tiene  corta  visión política y cultural y que por su edad, más allá de los cuarenta,  se tipifica como emigrante digital, que navega por el ciberespacio en busca de información pero no interioriza el accionar en su mundo y no pertenece a ninguna red social, aunque puede estar inscrito en ella, pero no le interesa ser partícipe de tal acontecimiento cibernético.
Este hombre marginal no puede confundirse con el excluido del mundo social y económico. El marginal se define por su condición de vivir en la orilla de la cultura y la cibercultura y por su estrategia orientada a reproducir y conservar el orden social existente, así como el poder  social y  digital..
Una franja de esos hombres marginales son emigrantes digitales y se inscriben en los análisis de coyuntura de su país o localidad en donde viven y buscan información en la orilla del ciberespacio. Se  limitan a lo nacional. De ahí que el hombre marginal de nuestro tiempo es un ser agobiado en el mundo e indiferente al cibermundo,  además de no asumir un rol protagónico para cambiar el entorno social y virtual donde vive, contrariamente a  como lo realizan los sujetos de la generación net y los nativos digitales en los actuales procesos sociales y culturales que vive el planeta.
A diferencia de ese hombre marginal, que no se asume como ciudadano y ciberciudadano , el sujeto cibernético trasciende esa marginalidad y no se siente marcado por una territorialidad, una estrecha concepción de identidad, aunque  su punto de partida sea un espacio, un territorio, como tampoco se queda como consumidor del mundo cibernético, ya que  vuela por los confines del ciberespacio, participando en las redes sociales, entrando en una nueva forma de hacer política, conforme a la libertad, la democracia y la justicia social.
El sujeto cibernético no se ahoga en el mundo ni niega el cibermundo, como tampoco vive perdido en el cibermundo negando el mundo. Su visión es planetaria, ya que  forma parte de la  hibridez del mundo y el cibermundo.  Este sujeto cibernético se desplaza y se desliza rápidamente de los espacios virtuales a los reales, en donde tiene incidencia social. Su lucha va de lo virtual a lo real y viceversa.
Contrario al hombre marginal, que es un sujeto que vive en el sentido en que lo apunta a principio del siglo XX el intelectual Robert Ezra Park(1928), cuando decía que ese individuo marginal es un hibrido que vive en los márgenes de dos culturas y de dos sociedades que no están del todo fundidas ni penetradas entre sí.
Pero a diferencia de Park, yo postulo en el aquí y ahora del siglo XXI un sujeto cibernético planetario que se mueve entre la cultura y la cibercultura, que no se reconoce solamente como sujeto del mundo sino también del cibermundo, que vive en ambos mundos  y sabe que su lucha por los derechos humanos se libra en el espacio y el ciberespacio.