Para poder convertirnos en una sociedad del siglo XXI
hay que transformar ese círculo estrecho en que se mueve el mundo computarizado
y ciberespacial, que solo produce placer y consumo a los sectores de clase
media y alta de la sociedad. Dicho sectores están en parte sintonizados con las
corrientes modernas de la cibernética.
La búsqueda y la lucha por la modernización debe ser
el norte de los intelectuales de estos tiempos, por eso hay que transformar
nuestras ideas, criticar nuestras relaciones autoritarias con los demás, tratar
de modernizarnos, de colocarnos en lo social no con pose de intelectuales
medioevo. Los intelectuales no son dioses
sino sujetos que participan en diferente instancia del poder (Estatal,
empresarial, universitario y cultural) y desde esas instancias sostienen unas
relaciones sociales que dependiendo de cómo sean pueden contribuir al
desarrollo de la nación dominicana al siglo XXI.
Asumo la teoría Gramsciana de que todo sujeto es
intelectual y mantiene una relación con el poder, en esa relación define su
estrategia y su accionar práctico.
Nos podemos dejar que el poder no lleve a una
situación de marginalidad absoluta, tal como lo abordó Michel Foucaul. Nada de
eso, hay que trabajar en la crítica al poder, pero en la medida en que nuestro
trabajo se materialice. Con esto no pretendo establecer un sentido único de
cómo debe ser la relación del intelectual y el poder. Cada sujeto, lanza su
estrategia y su discurso es una apuesta.
Nuestra
sociedad dominicana está entrampada en las precariedades de los servicios,
somos miles de internautas a media, ya que el servicio de electricidad es a
media, apenas funcionas unas cuantas horas, cantamos en la ducha con un
jarrito. Vivimos en la premodernidad y la modernidad, por eso debemos trabajar
por la consolidación y la ampliación de los espacios democráticos, no podemos quedarnos
en lo ya establecidos, la democracia de hoy no puede dejar de un lado el mundo
de la cibernética, también nuestra época tiene síntoma de redes sociales y
signos de rotación complejo.
Suplemento
cultural del periódico El Siglo. 26/8/2000