miércoles, 26 de diciembre de 2012

Presentación del libro: Hackers y filosofía de la ciberpolítica.  Por Diógenes Céspedes


La obra que circula esta tarde en manos de los lectores, titulada Hackers y filosofía de la ciberpolítica (SD: Búho, 2012), es pionera en el país en la amplia temática que abarca, pero cuya especificidad consiste en ofrecer a los lectores un amplio panorama de la cibernética, la Internet, el cibermundo y el ciberespacio, pero al mismo tiempo un análisis de las implicaciones epistemológicas y políticas de estas disciplinas virtuales y de los conceptos que les son propios.Desde los años 80 del siglo pasado hemos asistido a la lectura de artículos de periódicos sobre las computadores y el Internet, pero trabajos esporádicos que se quedaban en la simple información instrumental acerca de cómo sacarle el mejor provecho, sobre las piezas y repuestos, los puntos de venta y los cursillos que ofrecían innumerables centros de educación para que el futuro estudiante aprendiera el manejo de la computadora y el dominio de los sistemas operativos y los programas. En aquellos años 80 del siglo XX, tener una computadora, dominar los sistemas operativos y los programas, era visto como una panacea para el acceso a los empleos en el mundo empresarial y financiero. No se traspasaba este límite.
Pero mi estancia en Nueva York entre 1996 y 1997 y mi encuentro con Andrés Merejo en aquella urbe y el mundo en el cual él estaba metido de cabeza, me hicieron comprender la vastedad de la Internet y las múltiples posibilidades que esta abría a los dueños de computadores en la República Dominicana, usados hasta aquel momento como un instrumento de trabajo que había sustituido a la máquina de escribir.
No, ahora, las miles de oportunidades que abría la Internet a través de la red de redes, es decir, el ciberespacio y el cibermundo, eran infinitas, pero también se abrió la posibilidad de implementar junto a este mundo de la ciencia del conocimiento y la información, una nueva disciplina: la epistemología de este nuevo conocimiento y una nueva ética política de esa actividad propia de un sujeto nuevo que emergía: el sujeto cibernético.A mi regreso a Santo Domingo en 1997, apenas un año después me correspondió el honor de que Osvaldo Santana, a la sazón director del diario El Siglo, me propusiera crear y dirigir un suplemento cultural que apareció el 27 de junio de 1998 con el nombre de Cultura del Siglo. Ese fue el título connotativo que tuvo para mí dicho suplemento, una oportunidad maravillosa de buscar yo mismo los colaboradores del suplemento, con un pago entre 1000 y 1500 pesos por colaboración. Lo jamás visto en los anales de los suplementos culturales en nuestro país.
Cuando comencé la organización del suplemento, unos tres meses antes de su aparición, llamé a Andrés Merejo para que se ocupara de una columna semanal dedicada únicamente a informar y analizar para los lectores de Cultura del Siglo todo lo que estaba ocurriendo a escala mundial en el cibermundo, el ciberespacio, la red de redes, la bibliografía más importante sobre estos temas y los autores que él entendía eran los más críticos y versados en este campo preñado de improvisadores y narcisistas, pero también de ingenuos y oportunistas.Merejo llenó cabalmente su contenido como articulista de estos temas y el libro que ustedes leerán dentro de poco es un corpus minúsculo seleccionado del conjunto de trabajos que publicó en Cultura del Siglo todos los sábados, desde el 27 de junio de 1998 hasta el cierre del suplemento en octubre de 2001.Merejo es, pues, el introductor de una nueva disciplina y un nuevo conocimiento que no existía en la cultura dominicana hasta 1998: la cibernética, el cibermundo y el ciberespacio, su epistemología y su ética política y creador, además, de una nueva categoría social, el sujeto cibernético, el cual ha sido añadido a los 13 tipos de sujetos que Henri Meschonnic enumeró, definió y analizó en su segundo libro publicado en Santo Domingo en 2000 por la Feria del Libro con el título de Crisis del signo. Política del ritmo y teoría del lenguaje.
El aporte de Merejo a la cultura informática y cibernética dominicana ha tenido el doble mérito de la realización de sus estudios sobre estos temas y sobre la astrofísica en los Estados Unidos y su total aclimatación a la especificidad de un país infopobre como lo es la República Dominicana. Y este trabajo de transformación de una práctica que él encontró en su sociedad no hubiese sido posible si Merejo no hubiese hecho una alianza con el discurso teórico de la poética meschonniciana, pues jamás hubiese podido reflexionar acerca de lo que es el sujeto, concepto clave para fundar un discurso crítico del mundo contemporáneo y sus prácticas sociales.
Un libro previo de Merejo titulado La vida americana en el siglo XXI (SD: De Colores, 1998) le sirvió de base y experiencia para acceder a lo empírico de la vida dominicana tanto en el siglo XX como en lo que va del XXI. Pero nuestro autor se ha nutrido también, reconociéndoles los aportes y las fallas, de los grandes intelectuales de ambos siglos, tales como Daniel Bell, Manuel Castells, Alvin y Heidi Toffler, Nocholas Negroponte, Francis Fukuyama, Gilles Lipovetsky, Octavio Paz, Giovanni Sartori, Paul Virilio, Jean Baudrillard, Luis Joyanes,Vivianne Forrester, Peter Drucker, Bill Gates, Michel Foucault, Mark Minasi,  Alain Minc, y otros con quienes dialoga en una obra anterior titulada La República Dominicana en el ciberespacio de la Internet. Ensayo filosófico cibercultural y cibersocial (1995-2007), publicada en la Editora Búho en 2007, así como posteriormente en su tesis doctoral sobre Filosofía en un mundo global defendida en 2011 en la Universidad del País Vasco.
Y ha sabido también Merejo dialogar con los intelectuales dominicanos que han asumido, con o sin crítica epistemológica, el discurso de la cibernética,  la Internet, el cibermundo y el ciberespacio, tales como Leonel Fernández, Andrés L. Mateo, Manuel Núñez, Manuel Matos Moquete, Marcio Veloz Maggiolo, Cándido Gerón, José Rafael Lantigua y quien les dirige la palabra. Estos nativos, y los extranjeros citados en el párrafo anterior, son los interlocutores con quien Merejo dialoga, discute y sitúa las ideologías de los discursos que estos sujetos han producido acerca de los temas ciberespaciales, como se denominó la columna del autor en La Cultura del Siglo.
Esta obra de Andrés Merejo se caracteriza, pues, por el abordaje de los temas filosóficos, epistemológicos y éticos aplicados al funcionamiento del mundo cibernético y ciberespacial en nuestro país. Por esta razón encontraremos puntos de vista críticos acerca de la era cibernética y las zonas grises dominicanas, un debate sobre la diáspora dominicana y su pertenencia a nuestra “nación”, una discusión sobre Fukuyama y su discurso teleológico del fin de la historia, las razones por las cuales nuestro país forma parte de la sociedad de la información, el espionaje electrónico en nuestros procesos electorales con sus ejemplos al canto, el tema de nuestros políticos virtuales, la ética del informático, las consecuencias del navegar por la red de redes sin objetivo específico, los diferentes tipos de hackers, cómo se han creado los virus informáticos más peligrosos y los efectos que han producido, las consecuencias de las luchas comerciales entre los gigantes de la Internet como Bill Gates y Steve Jobs y otros empresarios informáticos, así como la posición del gobierno norteamericano en el conflicto y, finalmente, cómo la creación de la triple doble uve (WWW) ha atenuado los efectos devastadores de los virus informáticos.No entro en los detalles y las respuestas a la discusión de estos temas trabajados por Andrés Merejo para no contarles la película completa y dejar así que sean ustedes mismos, cuando lean la obra, quienes descubran el pensamiento del autor y su obra.




jueves, 20 de diciembre de 2012

El hombre marginal de nuestro tiempo




La globalización en estos días que corren se caracteriza por las vueltas y revueltas  de todas  sus estructuras sociales, tecnológicas, económicas y culturales, donde al parecer la crisis del capitalismo net y globalizado no es parcial, no es cíclica, más bien sistémica, por lo que la gran pregunta que debemos formularnos es, ¿qué engendro saldrá de este descalabro que hoy sufre el capitalismo y que  otrora lo sufrió el socialismo real?
En estos tiempos,  el planeta tierra ha producido lo híbrido, el mundo y el cibermundo. Dicha hibridez ha estado produciendo nuevas formas de organización social, económica,  cultural, educativa  y tecnológica.
         Semejante forma de organización  social ha construido  un nuevo sujeto, el cibernético, que navega en la redes ciberespaciales y se mueve en los diversos espacios físicos, convirtiéndose en el protagonista de este siglo XXI.  Es un ciberciudadano conformado en su inmensa mayoría por los jóvenes net y los nativos digitales, agrupados en  diversos movimientos sociales planetarios. Tal es el caso de los indignaos, los pendejos, Anónimos, justicia fiscal, Wikilearks, entre otros, y que se entretejen de empatía social en todo el espacio y el ciberespacio del planeta.
Dicho sujeto cibernético se ha estado apropiado de los espacios virtuales y reales. Por eso su lucha no es solo política, sino ciberpolítica, ya que busca  cambiar la regla política real y virtual, donde el miedo no se imponga, el Estado de malestar se reduzca a su mínima expresión y que la sociedad civil se agigante y se replantee la forma de ejercer la política hoy día.
El nuevo sujeto cibernético conspira contra el hombre marginal,  que tiene  corta  visión política y cultural y que por su edad, más allá de los cuarenta,  se tipifica como emigrante digital, que navega por el ciberespacio en busca de información pero no interioriza el accionar en su mundo y no pertenece a ninguna red social, aunque puede estar inscrito en ella, pero no le interesa ser partícipe de tal acontecimiento cibernético.
Este hombre marginal no puede confundirse con el excluido del mundo social y económico. El marginal se define por su condición de vivir en la orilla de la cultura y la cibercultura y por su estrategia orientada a reproducir y conservar el orden social existente, así como el poder  social y  digital..
Una franja de esos hombres marginales son emigrantes digitales y se inscriben en los análisis de coyuntura de su país o localidad en donde viven y buscan información en la orilla del ciberespacio. Se  limitan a lo nacional. De ahí que el hombre marginal de nuestro tiempo es un ser agobiado en el mundo e indiferente al cibermundo,  además de no asumir un rol protagónico para cambiar el entorno social y virtual donde vive, contrariamente a  como lo realizan los sujetos de la generación net y los nativos digitales en los actuales procesos sociales y culturales que vive el planeta.
A diferencia de ese hombre marginal, que no se asume como ciudadano y ciberciudadano , el sujeto cibernético trasciende esa marginalidad y no se siente marcado por una territorialidad, una estrecha concepción de identidad, aunque  su punto de partida sea un espacio, un territorio, como tampoco se queda como consumidor del mundo cibernético, ya que  vuela por los confines del ciberespacio, participando en las redes sociales, entrando en una nueva forma de hacer política, conforme a la libertad, la democracia y la justicia social.
El sujeto cibernético no se ahoga en el mundo ni niega el cibermundo, como tampoco vive perdido en el cibermundo negando el mundo. Su visión es planetaria, ya que  forma parte de la  hibridez del mundo y el cibermundo.  Este sujeto cibernético se desplaza y se desliza rápidamente de los espacios virtuales a los reales, en donde tiene incidencia social. Su lucha va de lo virtual a lo real y viceversa.
Contrario al hombre marginal, que es un sujeto que vive en el sentido en que lo apunta a principio del siglo XX el intelectual Robert Ezra Park(1928), cuando decía que ese individuo marginal es un hibrido que vive en los márgenes de dos culturas y de dos sociedades que no están del todo fundidas ni penetradas entre sí.
Pero a diferencia de Park, yo postulo en el aquí y ahora del siglo XXI un sujeto cibernético planetario que se mueve entre la cultura y la cibercultura, que no se reconoce solamente como sujeto del mundo sino también del cibermundo, que vive en ambos mundos  y sabe que su lucha por los derechos humanos se libra en el espacio y el ciberespacio.




miércoles, 12 de diciembre de 2012

Barack Obama, el ciberpolítico más influyente del cibermundo.




Para un sujeto político ya no basta  enfocarse en analisis de coyuntura o en tácticas y estrategias en el mundo social y político, sino que tiene que pensar y trabajar en el cibermundo, el cual es un mundo cibernético que se sustenta en relaciones sociales y económicas digitales, en donde la redes sociales, el ciberactivismo, hackers, el espionaje electrónico,  los movimientos  libertarios  y  ciberculturales, son fundamentales. Por lo que también este ha de construirse como un sujeto  ciberpolítico.
Si hoy Barack Obama , ha sido reelecto, no solo se debe a su estrategia política sino a la ciberpolítica, tal como sucedió en su primer triunfo en el 2008. Para el periódico The Hufftington Post, la pasada campaña norteamericana estuvo muy vinculada a las redes sociales. En Facebook, durante las horas previas al cierre de las urnas, según dicho periódico "los términos más repetidos entre los usuarios de EEUU han sido, en orden decreciente, Vote/Voted/Go vote (Vota, Votaste, Ve a votar)" y ya conocidos los resultados electorales, "los cinco términos más mencionados en Facebook fueron Obama wins (Gana Obama)".
En términos de estudios ciberpolíticos, el conservadurismo de Mitt Romney bloqueó una apertura hacia la redes sociales, ya que estas en su inmensa mayoría la conforman los jóvenes net y los nativos digitales, los cuales se han estado formando en un arcoiris cultural. De ahí, que más del 60 % de los votantes  entre 18 y 29 años se inclinaran por Barack Obama.
Para los sujetos cibernéticos de esa edad, Obama encarna una visión política articulada a lo ciberespacial y a la política entramada en las redes tecnológicas.   En tal sentido, es bueno recordar cómo en 2009  la  Agencia de Seguridad Nacional de EEUU intentó desconectar a Obama de su BlackBerry, porque  consideraba que era un dispositivo inseguro, el cual  podía ser intervenido por hackers. La preocupación de dicha Agencia tenía que ver con el ciberactivismo de Obama, el cual nunca ha dejado.  
La visión ciberpolítica de Obama se ha desplegado en el ámbito internacional, ya que  le ha dado a entender a otros presidentes del mundo la importancia de las redes sociales, del ciberespacio para la comprensión global de la política. De ahí que en el 2010, junto al mandatario  ruso Dmitri Medvedev,  hiciera una vista a Sillicon Valley. Ambos visitaron las sedes de Apple, Google y Twitter. Obama, como conocedor de lo ciberpolítico,  convenció a dicho mandatario a usar los micro mensajes, a darle importancia al mundo de la redes digitales. Como buen alumno de Obama, en su nueva condición de Ministro ruso, le envió por Twuitter una felicitación por su triunfo este marte 8 de noviembre 2012.
En el instante en que Obama logró la reelección, él mismo produce un acontecimiento ciberhistórico en la red, esto es un mensaje en Twitter, en el que batió un récord mundial, ya que propagó por el ciberespacio su victoria electoral. En un mensaje de 13 caracteres  dijo: “Gracias a ustedes, cuatro años más en la casa Blanca”, refiriéndose a esos millones y millones de sujetos cibernéticos que navegan a diario por el cibermundo. 
Dicho mensaje entró en fracciones de segundo como un virus por todo el ciberespacio, en Facebook, en su punto de partida había llegado a un millón y medio de cibernautas y en pocos minutos el twii de Obama fue reenviado por más de medio millón de cibernautas, que volando por las redes todavía no sabíamos  a cuantos millones de cibernautas llegaría, ya que el cibermundo cuenta con más mil doscientos millones de cibernautas.
En un artículo que escribí unos días antes de las votaciones dije que el ciberespacio con sus redes virtuales como Twitter, Facebook y YouTube se habían convertido en protagonistas de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos y que el contagio de estas redes se harían sentir a favor del presidente Obama y que  seguiría siendo el Presidente ciberpolítico más influyente del mundo y el cibermundo.





martes, 27 de noviembre de 2012

La dominicanidad transida y fragmentada





 En el texto La dominicanidad viajera 2001, el intelectual Miguel Ángel Fornerín dice que no existe una nación y una emigración, ni una  voz. Que la dominicanidad no tiene asiento, es viajera, diversa y múltiple.
En su discurso sobre la dominicanidad viajera, Fornerín desgaja diferentes imágenes que conspiran contra  una visión esencialista de esta. Lo cual posibilita una cartografía de una sociedad con rostro fragmentado.
Como las demás imágenes, esta dominicanidad transida se encuentra  fragmentada tiene su historia, que por tradición ha sido en parte la historia del hambre, de la falta de institucionalidad, del autoritarismo político, de crisis de los servicios, como la salud, de la educación y  la energía eléctrica.
Esta imagen de la dominicanidad ha sido recurrente, viene y va, opaca a la demás imágenes que tienen rostro de modernización y postmodernización ,de lo analógico y lo digital.   
Es una dominicanidad  transida , fragmentada y disecada por políticos y funcionarios virtuales con lenguaje momificado que  ignoran el precario vivir de una población que ya no se consterna cuando los sucesos de su vida cotidiana llevan palabras como estrangular, descuartizar, ahorcar, degollar, violar, robar, asesinar, ejecución policial, reforma fiscal,  e  impunidad, corrupción y deuda externa e interna de un Estado funebre. 
La imagen de esa dominicanidad recorre unos espacios divididos entre lo seguro y lo inseguro, lo virtual y lo real, zonas amuralladas y zonas grises, entre la fascinación por el consumo y la falta de conciencia ciudadana.  Ésta gira alrededor de unos dominicanos con rostros fragmentados y angustiados, que  han conocido un Estado de malestar y no de bienestar.  
De ahí que ese rostro de la dominicanidad transida se desangre, se despedace,  a tal punto que en el XV Congreso Internacional de Psiquiatría, celebrado en el país a fines de octubre pasado (2012), se haya dicho que las violaciones sexuales, los feminicidios, las riñas y las delincuencia comun  han estado produciendo un pánico generalizado.
La dominicanidad transida vive desgarrada, con ojos de impotencia e indiferencia, seducida por la seguridad individual y la pérdida de la solidaridad, razón por la cual a ese  panorama nublado no se le puede llamar progreso, ya que lo que existe en nuestro país no es un mercado, sino una  sociedad  de mercado.
Esta sociedad ha sido creada por los líderes políticos que a nombre del progreso, la razón y la historia han descalabrado la convivencia y la cohesión social. Tal visión de progreso tiene su falla filosófica, ya que nos da cosas, pero no seres humanos, nos da mercancías e engreimiento social, mas no sentimientos y  alegría.
         Este es el panorama, en que hoy vive la nación dominicana y por el cual se han estados indignandos los jóvenes net y los nativos digitales. Dicho jóvenes inician un nuevo capítulo en el país,  este tiene que ver con el empoderamiento y la conciencia ciudadana.