El
precariado dominicano
1
La sociedad dominicana viene insertándose en
el mundo digital o cibermundo en los últimos 20 años. Ha avanzado en el plano económico
y social y ha dado resultados sorprendentes en los estilos de vida, en el
crecimiento de su economía, en edificaciones de grandes centros comerciales,
turísticos, educativos, en transportación, carreteras, puertos marítimos y
aéreos.
Sin
embargo, esta modernización no ha dejado atrás la cultura política clientelar y
patrimonialista, es decir, la cultura del avivato, del trepador y del
advenedizo y de la sobrevivencia en medio de precariedades de servicios como: electricidad,
salud, agua potable, vivienda y educación.
Ese
mundo digital que se abre paso en nuestro país ha creado un precariado que es
un híbrido entre precario y proletario. Este nuevo sujeto social vive por y
para los contratos temporales, sin un sindicato sólido que lo represente, su
propia condición lo convierte en un trabajador débil, de poca capacidad para
luchar por el derecho a huelgas, a la seguridad laboral, a la protección contra
accidentes y enfermedades.
Estos no
dejan a un lado (aunque no entra en este concepto) a los precarios temporales, como los
chiriperos o jornaleros del diario vivir, los trabajadores de la economía
sumergida e informal, como resultado de una concentración de la riqueza y del producto
interno bruto (PIB) en manos de una minoría de dominicanos que dicen ser los
líderes del país en lo político y económico.
Nos les importa que los informes internacionales, la indignaciones, las protestas sociales y
todos los discursos y memes que brotan en las redes sociales y en otros medios
digan que ese crecimiento del PIB sostenido durante años no se refleja en la
mayoría del pueblo dominicano, que vive pasando las de Caín .
A una
inmensa franja de dominicanos excluidos del espacio de la modernidad y del
ciberespacio de la postmodernidad les ha
caído la miseria social ( déficit fiscal , plan de austeridad, reformas y
pactos permanentes) y el flagelo de la corrupción y la impunidad como resultado
de un proceso de modernización que se impone desde una élite política y
económica sustentada en el clientelismo y el patrimonialismo. Pero además, a una franja de dominicanos les ha caído una
nueva condición social en la era del cibermundo: ser precariado social,
constituido por una inmensa mayoría de jóvenes net, que son una ola de juventud que coincide con la revolución digital y el inicio de la
expansión del ciberespacio (19 77-1997)
y los nativos digitales que, como su término lo indica, nacen en esa
expansión del ciberespacio (1997-2017) y todas las edificaciones del
cibermundo. Es decir, que estamos hablando de una población de dominicanos que oscilan
entre los 18 y 40 años de edad.
Es
precisamente, es en esa franja de dominicanos donde se evidencia estas
características sociales de precariados que como bien apunta el economista Luis
Vargas “no sólo se trata de un
precariado, compuesto por trabajadores que sobreviven frecuentemente mediante
jornadas de trabajo escasas o recortadas en tiempo y, al mismo a la vez, mal
pagados y sin protección o seguridad social, sino de una fuerza de trabajo
mayoritaria que subsiste principalmente gracias al pluriempleo”(…). Este
subsistir en que vive el 60% de la población
no cuenta “con la capacidad de compra suficiente de la canasta promedio
nacional familiar de consumo de bienes y servicios vitales” (1/16/2016).
El
historiador Moya Pons, en su texto
El gran cambio, puntualiza cómo “el cine, la televisión y el
internet han introducido a la República Dominicana de lleno en la cultura
digital de la aldea mundial y están transformando las conductas, los sistemas
de valores y las habilidades de su población”. Sin embargo, hay que agregarle a ese estilo de vida, sus zonas grises (lavado,
corrupción, narcotráfico y crímenes) y
la inseguridad y estrés ante la inestabilidad laboral, que se manifiesta en muchas zonas francas,
centros de trabajos, como los llamados call
centers , en los que abundan esos precariados del gran cambio.
Moya
Pons enfatiza que El gran cambio
funciona prácticamente por obra de una
minoría de la población que produce el
grueso de la riqueza nacional, por la alta proporción de desempleados, jubilados,
ancianos, niños y estudiantes a tiempo completo ((2014: 265-311).
Los
cambios sociales y tecnológicos que van
fluyendo de manera acelerada en la República
Dominicana, van impactando social y económicamente a las 32 provincias del
país, van dibujando un rostro dominicano variopinto, que va desde la
modernización y posmodernización, pero marcado por la tradición pre moderna y en ínfima minoría los legados
críticos y modernos de una parte de la intelectualidad del siglo XIX y del XX. Tal fue el caso del intelectual Pedro Francisco Bonó, quien a mediados del
siglo XIX reflexionó sobre la filosofía del progreso y de la dominicanidad en
cuanto pueblo digno que merecía una mejor suerte como es vivir dentro de la
justicia social y el progreso económico
e industrial, el cual comenzaba a asomarse en su época.
La
concepción de progreso en Bonó implicaba una distribución de la riqueza en
los sectores pobres del país, todo el desarrollo industrial y económico no podía
ser un progreso para una élite política y económica. El intelectual y filósofo
Julio Minaya dice que para Bonó "todo
progreso, para ser tal, conlleva necesariamente la inclusión social de las clases trabajadoras (…), no se puede hablar
del progreso si este no se expresa directamente en el mejoramiento (…) de las
condiciones de vida del pueblo
dominicano”. (2014: 305. (Las cursivas son de Minaya).
La
crítica de Bono a la filosofía del progreso tiene raíces éticas, tal como la
fundada por el filósofo Walter Benjamín al
situar el Angelus Novus, que es el cuadro
de Paul Klee y que se encuentra en el
Museo de Jerusalén (Merejo, 2016). En
dicho cuadro se observa un ángel nuevo,
configurado de tragedia, ironía, con
cierta mirada de inocencia, pero de un auténtico rostro de desprecio a la vida
y un no mirar al pasado en toda su dimensión. Lo que le importa a ese ángel es
alejarse y en la medida en que lo hace, deja entrever un simulacro en su
mirada, que no puede ocultar al rostro todas las ruinas y cataclismos humanos
que forman parte del llamado progreso.
Hoy,
como ayer, la visión crítica de Bonó, como la de Benjamín, perduran en un nuevo
enfoque sobre el precariado social, los desastres de la guerra y las hambrunas.
Pero de ayer a hoy, la diferencia es abismal ante un panorama digital y de
redes virtuales que, combinado con las reales, han creado nuevas expectativas
de vida de consumo y bienestar que va perfilando cambios en la mentalidad y la
cultura de los pueblos, los cuales se están valiendo de estos dispositivos
digitales para poder sentirse, ser escuchados y producir nuevos acontecimientos
sociales.
Por
eso, el precariados de la República Dominicana, tendrá que comenzar a redefinir
sus formas de lucha, porque son ellos los que lidiarán con los acontecimientos
que vienen produciéndose como resultado
de un cibermundo global. Por lo menos, estos precariados han comenzado a manifestarse en nuestra
sociedad, se están dando cuenta de su situación laboral y social.
II
La economía dominicana se ha
transformado desde la década de los ochenta hasta la actualidad (1980-2016) en
una economía de servicios. En estos treinta años la sociedad “ha sufrido un
significativo proceso de transnacionalización, como consecuencia de la masiva
emigración dominicana al exterior, (…) el impacto de los servicios altamente
condicionados por el peso de las comunicaciones, el turismo, las maquiladoras y
los procesos de apertura económica”. (Lozano: 328-329).
Como producto de ese proceso de
transnacionalización y de la expansión
de indicadores cibermundiales (tecnologías de la información y comunicación,
transmisión de voz y datos, el ciberespacio de Internet) en la República Dominicana comenzaron a instalarse empresas de centros de llamadas o los call centers. Estas iniciaron sus operaciones a mediado de los
noventa y de manera acelerada en la primera década del siglo XXI.
Estos Centros de Atención de
llamadas (call centers, en inglés)
son empresas que disponen de un conjunto de trabajadores que se dedican a
atender llamadas o a realizar llamadas. El objetivo de estas llamadas puede ser
con diversos propósitos; van desde
empresas comerciales, encuestadoras, hasta departamentos de atención a clientes,
atención a reclamaciones y todo lo relacionado al cibermarketing.
Estas empresas entraron a
formar parte de la Zona Franca, amparándose en la Ley 8-90 y modificada en
2007, que las exoneraba del pago de impuestos. En la actualidad hay más de
112 empresas de call centers
y según el Banco Central estarían generando unos 55 mil empleos en este año 2016.
Las estrategias de los call centers apuntan específicamente a
“las grandes empresas que requieren establecer un contacto permanente con sus
clientes. Específicamente, “compañías de mercado masivo, como empresas
financieras, bancos, servicios básicos y de telecomunicaciones” (Diario Libre: 27/1/2015).
La seducción de los jóvenes
nativos digitales y los nets
dominicanos por los call centers es en parte por el salario que se devenga, el cual
oscila entre RD$14 mil y RD$27 mil al
mes. Este renglón ha generado más de 40 mil empleos (Hoy: 9/1/2015), los cuales
se han convertido en precariados dominicanos debido a su relación social entre
precariedad y proletario.
Estos trabajadores han
comenzado a demandar, a través de sus sindicatos muy tenues, una serie de
derechos que por sus mismas exigencias les hace ser precariados en esta era del
cibermundo. Los trabajadores de los call centers “Xerox, Vixicom/Provitel,
Altice-Tricom, Convergys/Stream y Alorica” han estado denunciado un conjunto
de abusos por parte de estas empresas.
Según estos sindicatos estas empresas
amenazan con irse del país para regiones como Centroamérica, en donde no
les exijan negociaciones colectivas o respeto a la libertad sindical.
Según los sindicatos de estos call centers, en empresas como “Xerox
Luperón, las condiciones de infraestructura, higiene y oportunidades de
crecimiento son precarias y parciales”. Esta situación crea desasosiego y una
inseguridad más intensa de precariado, cuando se sabe que en este tipo de
empresas suceden “accidentes laborales que nunca se reportan y mucho menos se
investigan. Inspecciones que nunca se
realizan. Interrupciones de labor sin remuneración”.
Además de estas situaciones, se
producen desgarraduras demoledoras cuando se vive bajo una intensa jornada de
trabajo en la que se “labora de madrugada sin el auxilio de una unidad médica
de emergencia y reestructuraciones realizadas en presencia de los
trabajadores”. (Acento: 23/6/2016).
En algunas de estas compañías
comerciales, donde laboran los precariados, estos han logrado algunas
conquistas mínimas pero siguen en el marco de las precariedades, de la
inseguridad de ser cancelado en cualquier momento o reducir sus salarios, no en tan malas
condiciones como los trabajadores de las empresas (Xerox, Vixicom,Provitel,
Altice-Tricom, Convergys,Stream y Alorica) en la que hoy sus sindicatos, salen
a dar la cara antes su situación de precariado.
Hay que tener bien claro que
la falta de protección y garantía de los derechos sociales y económicos en que
vive el precariado dominicano, en este caso específico los de call centers, apuntan a un Estado que
piensa que el mercado se auto regula por sí solo y que no ha de inmiscuirse en
política de mercado, en la relación capital- trabajo, porque esto bloquea la
política de inversión privada nacional e internacional.
La situación laboral de este precariado forma
parte del rostro social persistente en
nuestro país, en cuanto a la no existencia de una política de Estado bien
definida, que se preocupe por la
protección de su gente; si el gobierno quiere aceptar las reglas de juego de
ese tipo de empresas, que como resultado de la globalización cibermundial de
los mercados mutilan a sus trabajadores,
por lo menos que se haga responsable de la otra parte que tiene que ver con la
degradación y la precariedad..
La globalización cibermundial es un hecho
ineludible e irreversible, pero la regularización de esta es política y
ciberpolítica corresponde al liderazgo de la política de sus gobernantes,
quienes deben reinventar una política de derecho a la protección de sus
trabajadores.
Por eso, el gobierno del
presidente Danilo Medina, que se ha enfocado en una República Dominicana
digital, tiene que garantizar los derechos de estos precariados del siglo XXI,
además tiene que intensificar su
inversión en “educación, en
investigación y desarrollo”, para poder
cambiarle el rostro total a la sociedad
dominicana. El gobierno tiene que profundizar la inversión “en la mejoría del
nivel de vida de la gente”, porque de lo contrario “no habrá desarrollo
informacional ni competencia, por más cajas de software que dispongamos y edificios que los alojen. Conciliar ambos puntos es la
clave del desarrollo en el mundo global”. (Lozano: 330).
Esta visión abordada por
Lozano ha sido el hilo conductor de mis
reflexiones en la década de los noventa, cuando
en el país hacía su entrada al escenario el cibermundo, el cual apenas
se estaba configurando para ese entonces. Las reflexiones tanto de ayer como la
de hoy implican la relación entre sujeto cibernético, discurso, sociedad y
poder digital y una articulación entre el desarrollos social, educativo y
económico con trasfondo tecnológico digital, envuelto en la cultura cibernética
o cibercultura.
En el cibermundo global en donde el capital net se mueve en fracción de segundos de un país a otro, sin dar explicaciones
de sus movimientos de capitales, los gobiernos han de pensar que es necesario
no dejar que los mercados y las empresas sigan definiendo el panorama laboral y
social de su respectivo país, que ellos
decidan y dirijan la política económica de los Estados.
Referencia bibliográfica
Lozano, Wilfredo (2013).La razón democrática. Cultura política,
desarrollo y clientelismo en la democracia dominicana. Santo Domingo: Búho
Minaya, Julio (2014). Pedro Francisco Bono. Vida, obra y
pensamiento crítico. Santo Domingo: Archivo General de la Nación.
Moya Pons, Fran (2014). El gran cambio. Santo Domingo: Banco
Popular.
Webgrafia
Merejo, Andrés (2016).
“ÁNGELUS NOVUS Y UN HURACÁN LLAMADO PROGRESO”. En:
http://www.revistadecooperacion.com/numero 8/e-01.pdf
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