Fraudes
electrónicos en elecciones dominicanas
1
En la República Dominicana hay
evidencia sobre elecciones caracterizadas por fraude electrónico y la manipulación
digitalizada de los votos. La primera se
evidenció en el 1990 contra el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y en
1994 contra el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) a nivel cuantitativo;
ambas elecciones favorecieron la candidatura del doctor Joaquín Balaguer.
Esos dos fraudes electrónicos
le encajaron muy bien al balaguerismo, ya que su tradición
desde el 1966 es el fraude electoral, porque siempre se impuso en el poder de
manera fraudulenta, por lo que su práctica, su discurso político conservador y
antidemocrático siempre llevó el sello de los fraudes electorales, fueran
electrónicos o no.
En las elecciones del 1990, se
le otorgó el triunfo al doctor Joaquín Balaguer cuando en realidad fue Juan
Bosch quien las ganó. De ahí que para ese entonces el doctor Leonel Fernández
dijera en su libro “Raíces de un poder usurpado” (1991) que ese triunfo
electoral tenía una gravísima implicación política, ya que no hubo certeza en
el tipo de informaciones suministradas a las computadoras, lo que naturalmente
permitía cualquier tipo de adulteración.
En su libro, Fernández explica cómo en aquellas elecciones se montó
el fraude electoral computarizado, el cual nunca había existido en la cultura
dominicana, ya que la cultura tecnológica digital era exigua. Es por eso que se
realizaron, dice: “Las distintas manipulaciones (…) con la finalidad de alterar
los resultados, a partir del proceso de digitación, del pase del dato del
formulario 6 a la computadora; la validación, o revisión de errores detectados
en la digitación y en la aplicación del programa de computadoras”. (Ibíd.
P.41).
Ese fraude electrónico (1990)
que se le hizo al Partido de la Liberación Dominicana, a su candidato profesor
Juan Bosch, colocó la República
Dominicana en una incertidumbre social y política, en llamado a huelga general
y de oposición permanente al régimen balaguerista, ya que los resultados de esa
elecciones se vinieron a conocer el 13 de julio. Tal fraude electrónico impuso la candidatura de Joaquín Balaguer por
una diferencia de un 1%, o sea unos veinticinco mil votos. Dichos votos que favorecieron al Partido
Reformista fueron de los votos dislocados en el centro de cómputos de la Junta
Central Electoral y los cuales
favorecían al Partido de Liberación Dominicana.
El segundo fraude electrónico fue en el 1994 contra José
Francisco Peña Gómez y fue de tal magnitud que Joaquín Balaguer solo se pudo
mantener por dos años. Al igual que en 1990, este fraude se caracterizó por la
manipulación de las votaciones en el centro de cómputos de la Junta Central
Electoral, para ese entonces tenía una computadora IBM-ES/9000.
Sobre ese proceso electoral y
en el que se impuso el fraude electrónico, el periodista Juan Bolívar Díaz
realizó una investigación rigurosa, la cual se recoge en su libro: “Trauma
Electoral (1996), donde explica la forma en que se ejecutó dicho fraude
computarizado del 1994 , se detalla el informe que el asesor del centro de cómputos Jorge Tirado
presentó, en el que dice cómo el centro electoral confrontó problemas para dar
los resultados de las votaciones: “La falla en programación permitía que
perdiera resúmenes de actas enviadas por las Juntas Municipales. En
consecuencia los disquetes de computadora entregados a los partidos no
concordaron con los resúmenes de actas reportadas. Por lo que “el cómputo fue
manipulado para sostener el ‘triunfo’ del candidato oficial (Joaquín Balaguer.
A.M.) Por eso se retrasa el primer boletín (...) y dado a conocer públicamente
casi una hora después.” (Ibíd. 166).
Todo el trastorno que se
realizó en el centro de cómputos fue para favorecer a Balaguer desde el primer
boletín en el que este sobresalía con más de un 3% frente a Peña Gómez. Las
alteraciones de las votaciones no vinieron del cielo, fueron ejecutadas por
técnicos en informática al servicio de este caudillo.
Este fraude electrónico
mantuvo al país, al borde de una guerra civil, y a una condena internacional,
comparada a la elecciones del 1978. Sin embargo, la Junta Central Electoral
proclamó ganador a Joaquín Balaguer el 2 de agosto del 1994, por la diferencia
de unos 22 mil 281 votos contra José Francisco Peña Gómez, tal como había
sucedido con Juan Bosch, quien supuestamente perdió por unos 25 mil votos en el
1990. Ambas diferencias son muy parecidas, ya que fueron cifras bien
manipuladas y estas solo podían provenir de un fraude montado en el centro de
cómputos de la Junta Central Electoral.
II
Después de los fraudes electrónicos (1990 y 1994) que
favorecieron al doctor Balaguer, los demás procesos electorales encabezados por
el PLD y PRD (período 1996-2012) han tenido su altas y bajas en materia de
irregularidades, compras de cedulas, dislocación de padrón, errores técnicos y
de digitalización, caída de la automatización
y formas autoritarias en el manejo de los procesos electorales por parte
de la Junta Central Electoral y la intervención del Estado en dichos
comicios. Tal fue el caso específico del
expresidente Hipólito Mejía (2004) que impuso la modificación de la
constitución de la República en el
congreso (compra de diputados de la oposición) para tratar de reelegirse a
sangre y fuego, en detrimento de su partido
y el país. En esos procesos electorales mencionados, ningunos de esos dos
partidos puede decir que está limpio de tales eventos históricos y que de una u
otra manera salen a relucir los reformistas, el PQD y los Vincho.
Al igual que en esos procesos electorales,
las elecciones del 15 mayo del 2016, también presentan esos y otros tipos
de irregularidades; como el colapso en
la automatización, y cuando el presidente Danilo Medina impuso la modificación
de la constitución de la República en el congreso (compras de diputados de la
oposición) y se llevó como un huracán los vientos del expresidente Leonel
Fernández.
Esta vez el escenario
principal fue entre el Partido de la Liberación Dominicana y el Partido
Revolucionario Moderno (PRM), constituidos por el sector hegemónico de lo que fue
el PRD. Dicho proceso electoral ha sido en parte desastroso hasta el punto que
la Junta Central Electoral llegó a decir que habían renunciado tres mil técnicos en la madrugada del 15,
horas antes de iniciarse las votaciones, los cuales formaban parte del equipo
técnico informático para el montaje de las votaciones.
Esta supuesta renuncia se volvió
viral en las redes sociales, generando una sensación de angustia y malestar en
la ciudadanía. El informe de Alicia Ortega (23/V/2016) explica que los testimonios de los supuestos
renunciantes ponen en tela de juicio la declaraciones sobre este aspecto del
presidente de la Junta Central Electoral, doctor Roberto Rosario y sobre la
organización del proceso del conteo que aún no termina; así como la anulación de
‘las elecciones en 238 colegios electorales”, por parte de la Junta Central de
Santo Domingo Oeste. (En toda la prensa de fecha 26/5/2016).
Ese suceso fue más intenso que el
caso de Félix Bautista, en donde la Junta Central Electoral tuvo que reconocer,
a través de su cuenta de Twitter, que
hubo un error de 160 mil votos de más
para ese sujeto. La provincia de San Juan tiene menos de 130 mil habitantes y
supuestamente Félix Bautista sacó 225,411 votos; o sea, el senador más corrupto
en la historia dominicana obtuvo más votos que habitantes, uno de los
funcionarios más corruptos de la República Dominicana y el mundo.
Esta irregularidad concuerda con los
informes de la Organización de Estados Americanos (OEA) cuando aseguró que la
jornada electoral presentó dificultades en
el uso de los equipos técnicos y que en numerosos recintos faltaron esos
equipos, además de la ausencia de los auxiliares técnicos y el “problemas de
conectividad y funcionamiento de las máquinas de control biométrico y de
cómputo automatizado”. A todo esto, súmesele que “Las autoridades electorales
debieron ordenar el inicio de la jornada de votación aunque no estuvieran en
funcionamiento las máquinas para identificar a los votantes”, en la que no
faltó la poca “familiarización de los
técnicos con el funcionamiento de los equipos y la carencia de “condiciones de
infraestructura periférica para su correcto funcionamiento” (informe preliminar
de la OEA). Algunas de esas observaciones también la recogieron otras
instituciones como Participación Ciudadana y
la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
Por lo anteriormente analizado, si bien lo
sucedido no puede compararse con los escenarios 1990 y 1994; ya que en esos dos
procesos electorales, el mundo computacional, como sus técnicos y la digitalización se encontraban en el Centro
de Cómputos de la Junta Central Electoral y el escenario de fraude fue apabullante;
no obstante a eso, hoy se siguen reproduciendo algunas prácticas
antidemocráticas y de corte balaguerista, como la señalada por la OEA en relación
al modelo de financiamiento público de los partidos y que no hay ningún tipo de regulación sobre
el financiamiento privado, así como de la compradera de votos.
Todo esto deja entrever cómo
los dominicanos vamos retrocediendo en política democrática y abriéndonos paso
hacia la política más autoritaria con relación al poder del dinero y la
aceptación de políticos corruptos. Lo que indica que el poder del dinero,
articulado a mafia política, puede llegar a controlar los principales
estamentos de poder; por lo que se hace urgente la implementación de una profunda
reforma política en materia de ley electoral, jurídica y del sistema de
partidos políticos.
Es por eso que en esta
elecciones no solo se reeligió el presidente Danilo Medina, sino también a “28
de los 32 senadores y gran parte de los diputados oficialistas y del opositor
Partido Revolucionario Moderno (PRM), fruto de acuerdos de las cúpulas
partidarias, que en gran proporción constituyeron negación de la democracia
interna”, como bien lo afirma Juan Bolívar Díaz, en su artículo “Notable
retroceso democrático y colapso de la automatización”. (Periódico Hoy, 22-V-2016,
párrafo 3).
Tales resultados, evidencian
la cultura política dominicana, la que en el transcurrir de su
historia se ha caracterizado por el clientelismo y el patrimonialismo, y que
como bien apunta el intelectual Diógenes Céspedes, estas son: “la serpiente
escupidora que nos lanza a los ojos el veneno que seda, adormece y mata a esta
porción de humanidad gobernada por el despotismo, la sumisión, la abyección, la
compra de votos y de conciencia, la corrupción, las violaciones a la
Constitución y las leyes y no hay sanción para nadie y a causa de esa falta de
conciencia de clase todos queremos ser oligarcas, robarnos el erario y no
volver a trabajar nunca jamás, ahítos de placeres y privilegios”.(Acento.com
21-V-2016, párrafo 21).
Pero a diferencia del fraude electoral
electrónico de 1994 en donde se habían
creado una condiciones sociales y
políticas, en las que el país llegó a verse al borde de una guerra civil, en la
presente coyuntura electoral (15 de mayo de
2016), no hay discursos ideológicos o pasiones políticas que dibujen
cambios sociales significativos, sino pasiones clientelares que les han dado la
bienvenida al liderazgo personal del
partido, en la que el culto y la veneración política al jefe del partido es lo
que cuenta. Por eso vemos cómo en la oposición política están mezclados
ultranacionalistas y ultraderechistas con liberales, a los cuales el gobierno
de Danilo Medina se encargó de sacar de las arcas del Estado (PQD, Reformista,
los Vincho, PUN) y hoy quieren presentarse en la sociedad como actores
democráticos y de principios éticos políticos.
Pero, al parecer, ya eso no
importa, porque en cada jefe de partido lo que vale es llegar al poder para
enriquecerse y decidir quiénes
pueden ser o no diputados, senadores, alcaldes
y regidores, en detrimento de la tradición democrática de sus militantes, los
cuales se van esfumando con la entrada en escena de la ciberpolítica como nueva
forma de hacer política y en la que cuentan las redes sociales más que los
comités de base y la casa nacional del partido. Como todo se define en el
ciberespacio, en las redes sociales, en lo virtual, no hay por qué preocuparse
por esos dirigentes medios y de base en lo real, mucho menos si miles están
trabajando o tienen una botella en el Estado.
En estos tiempos digitales, el
partido personalista forma parte del populismo, del manejo del Estado como si
fuese una propiedad familiar y de poner a la gente (no a los ciudadanos) a
mendigar, a ir detrás de un empleo y una dádiva. ¿Hay dirigentes en esos
partidos dominicanos que cuestionen la razón de ser del partido personalista? Es muy difícil, ya que la base de la cultura del partido personalista
es el clientelismo y el patrimonialismo, porque en este “no es una asociación
la que ha creado a un jefe, sino que es un jefe el que ha creado la asociación”.
(Bobbio y Maurizio Viroli, 2002: 81).
Es por eso que podemos ver cómo
en las pasadas elecciones, el Partido de la Liberación Dominicana se
enfrentaron a muerte las dos facciones, la del presidente Danilo Medina y la del expresidente Leonel Fernández. Ambas
se entrecruzaron en espionaje electrónico y estrategia política; mostraron,
cada una por separado el discurso del poder en cuanto a simulacro y espectros y
las miradas de la desconfianza. La pragmática del poder no tardó mucho en funcionar y esta se evidenció en la
derrota apabullante que sufrió Roberto Salcedo, alcalde del Distrito Nacional, a
quien el danilismo le socavó la certidumbre económica de los militantes
leonelistas que trabajaron con el aludido alcalde durante 14 años.
Pero el danilismo no se quedó
ahí, también logró que perdieran los senadores siguientes: el vicepresidente del organismo
legislativo, Francis Vargas, quien perdió en Puerto Plata; Carlos Castillo, en
San José de Ocoa, y José María Sosa Vásquez, en San Pedro de Macorís. El leonelismo
le devolvió con la misma moneda con la diputada Kenia Mejía de Bisonó, quien
perdió en el Seíbo y con la Alcaldía de Boca chica. Todos en base a los votos fraccionados
que salen a relucir en algunos de los
casos, como el del Partido de Unidad Nacional (PUN) y el Bloque Institucional Socialdemócrata
de José Francisco Peña Guaba (BIS).
Es en ese aspecto, Josefina
Pérez Gaviño, miembro del Comité Central del Partido de la Liberación
Dominicana y esposa del dirigente peledeísta Franklin Almeyda Rancier, dirige
una carta al Comité Político del PLD en donde expresa su disgusto sobre el
proceso electoral y afirma que “el candidato a Síndico(sic) del Distrito Nacional por el PLD no ganó porque dirigentes y
miembros de ese Comité Político y del Comité Central mandaron a votar por David
Collado y los votos que ese candidato obtuvo son del PLD”. (en toda la prensa
de fecha 19/5/2016).
Se desprende de todo esto que
con el triunfo del presidente Danilo Medina en primera vuelta, la caída del
primer ciberpolítico dominicano, que es el doctor Leonel Fernández Reyna, es
irreversible, lo que no significa que quede fuera del escenario de la política
y su abanico de alianzas, pero sí de la presidencia de la República. Por lo que
en este proceso electoral, quien salió perdiendo no fue Luis Abinader, ni
Danilo Medina, sino el expresidente Leonel Fernández y sus secuaces.
Sin embargo, en este nuevo
escenario de la política dominicana, el personalismo político sigue envolviendo
más que antes la cultura política dominicana y este no se construye sobre un
poder político institucional, sino que
gira en torno a la figura personal de un presidente o dirigentes políticos de la oposición. Este
personalismo político puede ser objeto de cuestionamiento en su accionar, ya
que muchos de sus seguidores también tienen sus estrategias personales.
Es de ahí, que en medio de
todas las irregularidades que se manifestaron en el pasado proceso electoral, en
el que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) busca el reconteo manual de las
votaciones B y C, con el objetivo de defender a sus candidatos congresuales y
municipales, a la vez que ha estado denunciando fraudes, no por eso algunos de
sus dirigentes han dejado de celebrar en los municipios y provincias en donde
resultaron favorecidos por los electores.
Estos candidatos a alcaldes y
diputados por el PRM llegaron a celebrar su triunfo en la pasada elecciones del
15 mayo de 2016 y, aunque algunos la definieron
como desastre, no dejaron de legitimarla con su discurso; tal fue el caso de la
diputada electa Faride Raful, quien dijo que a “aunque su partido no logró la
victoria a nivel presidencial, más del 35 % del electorado nacional demostró
que no quiere seguir gobernado por el actual partido que dirige el Estado”. (22/5/2016).
Lo que significa que el presidente
Danilo logró su triunfo en primera vuelta y que en parte tiene que ver con
varios puntos de su obra de gobierno, el 4%
a la educación, el acercamiento con la gente, pero sin dejar a un lado
el uso y abuso de la maquinaria del Estado con todos sus recursos, los cuales
fueron parte de la observaciones que presentó el informe de la OEA.
Hay que realzar que algunas de
esas ideas las reconoció el mismo
presidente Medina un día antes de las votaciones, cuando se presentó ante los
observadores internacionales y llegó a decir que la “Ley Electoral es injusta y
que propicia una competencia desleal y que prometió impulsar la Ley de Partidos
aunque esto signifique que su partido renuncie a las cosas que hoy le
beneficien”. (en toda la prensa de fecha 14/5/2016). Ahora me pregunto ¿Lo cumplirá al igual que su promesa de no
repostularse en el 2020? O a lo mejor, ¿Llegará a formar parte la República
Dominicana de una cibercultura que forme redes de ciberciudadanos que
resquebrajen el sistema político en que vivimos?
En conclusión, hay que decir
que muchos eventos nos esperan en estos cuatro años por venir ante un sistema
democrático dominicano que se encuentra bloqueado por los mismos partidos
políticos y en donde parte de esa solución viene de la sociedad civil en cuanto
a seguir luchando por minar los tentáculos clientelistas y patrimonialistas;
para luchar e ir transformado la política en una visión ciberpolítica, en
cuanto que hoy la democracia hay que democratizarla y en cuanto que todos los dominicanos tienen algo
que decir y lo dicen en lo referente a la búsqueda de la trasparencia en contra
de la corrupción y por la conciencia ciudadana en el ámbito de lo social,
espacial y ciberespacial.
Referencias
bibliográficas
1. Bobbio y Maurizio Viroli. (2002). Diálogo en torno a la república.
Barcelona: TusQuets.
2. Céspedes, Diógenes (2016) “La matrícula
de Segovia, la ley de doble nacionalidad y la falta de conciencia nacional”:
3. Díaz, Juan Bolívar. (1996). Trauma electoral. Santo Domingo: MOGRAF,
2016.
4- (2016).”Notable retroceso democrático y
colapso de la
automatización”:http://acento.com.do/2016/politica/8351195-notable-retroceso-democratico-colapso-la-automatizacion-analisis-juan-bolivar-diaz/.
(22/5/2016).
5. Fernández, Leonel. (1991).Raíces de un poder usurpado. Santo
Domingo: Alfa y Omega.
6. Raful,Faridel.(2016).http://www.diariolibre.com/noticias/politica/faride-define-elecciones-como-un-desastre-y-afirma-que-mas-del-35-no-quiere-al-pld-YG3769652
(22/5/2016).
7. OEA (2016).
http://www.oas.org/es/centro_noticias/comunicado_prensa.asp?sCodigo=C-061/16
8. Ortega, Alicia. (2016). http://www.noticiassin.com/2016/05/renuncias-e-identificacion-de-
auxiliares-tecnicos-destapa-una-caja-de-pandora/. (23/5/2016).
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