La tecnología de la
información y del conocimiento se encuentra en el centro de la transformación
económica y educativa del cibermundo. Este mundo digital se caracteriza por la
gestión en la organización, producción y comercialización del conocimiento. Está marcado por una
cibercultura moldeada por entornos
virtuales educativos y culturales, teléfono inteligente, tableta, agendas electrónicas y redes sociales como Facebook, Snapchat, Instagram y Twitter,
que se expanden gracias a los avances de la filosofía tecnocientífica,
cibernética y ciberespacial.
Una mirada a ese cibermundo en
el plano de los trabajadores y cibertrabajadores nos revela cómo las
precariedades sociales que eran exclusivas del continente africano y los países
latinoamericanos se han instalado en todo el planeta. Según la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), el total de trabajadores vulnerables que viven en la permanente
inseguridad, en la búsqueda de la subsistencia del día a día, constituyen cerca
de la mitad de la fuerza laboral global, con más de 1.590 millones, sin contar con millones y
millones de desempleados o de lo que viven en la pobreza.
Una mirada a Europa en estos
días que corren es un archipiélago de incertidumbre con sus crisis financieras,
con el desmantelamiento del Estado de bienestar, que se ha convertido en Estado
de malestar, en Francia (2016), desde que se planteó el proyecto de reforma
laboral, sus ciudadanos no paran de
protestar, cientos de miles de
franceses se han tirado a las calles, diciéndole no a la reforma laboral exigida durante años por Bruselas. Con la reforma se pretende despojar a los trabajadores de
una serie de reivindicaciones conquistadas en décadas. Se pretende socavar el
poder efectivo conquistado por los trabajadores, poder que le ha dado estabilidad laboral,
económica y espiritual, y que se
encuentra estatuido en la norma jurídica y constitucional de ese País , y
que sin ese tipo de poder efectivo ,
no puede
hablar de las otras libertades (positiva o negativa, Norberto Bobbio,
2003).
Tal pérdida de poder efectivo, de libertad
positiva de corte material y social ha
colocado a una franja de ciudadanos
europeos en precariados, que es lo mismo que vivir en una precariedad e
inestabilidad laboral, en vivir en la
vulnerabilidad permanente, con bajo salario, con inseguridad en prestaciones
laborales y el derecho ser cancelados de las empresas por bajo
rendimiento laboral.
El precariado se ha constituido en un sujeto que no puede
abordar un proyecto de vida a partir de un trabajo estable y que vive
deambulando en diversas empresas, con la angustia de no saberse seguros en un
trabajo específico. El miedo, la inseguridad, el estrés y sometimiento a una
ansiedad constante ante la amenaza de
verse desempleado o reducido su nivel
salarial.
El precariado que hoy vive en los principales países del
cibermundo, no se puede confundir con el proletariado del mundo del siglo XX,
en que su jornada laboral era estable y resguardada por una seguridad social
que descansaba en los sindicatos, hoy este sujeto es una especie de proletario precario, con un futuro incierto.
Su adaptación al aceleramiento del ciberespacio, de la tecnología disruptiva en
el ámbito de lo digital, de lo virtual, lo tiene en constante agotamiento. Como
profesional o técnico sus metas y proyectos están subordinados a la expectativa
de la empresa, la cual vive en constante cambio, por cualquier descuido puede
ser desechado como un envase platico al basurero
El cibermundo se ha hinchando
de sujetos precarios, ya que parte de su fuerza laboral vive en la precariedad,
en el ir y venir de un lado a otro, sin un trabajo fijo, en una economía
electrónica, virtual, que lo ha sumergido en jornaleros electrónicos
contratados.
En los Estados Unidos y en Europa parte de la
manos de obra se ha latinoamericanizado, el desmantelamiento poco a poco de la
seguridad social, protección laboral y el fin del pleno empleo es una realidad,
que hace que los ciudadanos de ese continente vivan en una inseguridad y
precariedad laboral.
En la
Unión Americana desde el mes de abril (2016) unos 40.000 trabajadores de
la empresa Verizon se declararon en huelga. Estos luchan contra una vida de
precariados, aplicada por la empresa. Han comenzado a perder los derechos a
empleo seguro y a la eliminación de cláusulas que les favorecían como "no al despido por la empresa" y la
garantía de no disminución de los salarios y otras prestaciones laborales, que
los van llevando a una vida de futuro incierto, de caída al vacío.
El precariado tiene
características de clase en que entran
en sus diferentes relaciones laborales inestables. Viven cambiando de un trabajo a otro, los
cuales no le dan seguridad, por lo que
se ven forzados a puestos de trabajo
negociados. “El precariado es la primera clase social de masas en la historia
que ha ido perdiendo sistemáticamente los derechos conquistados por los
ciudadanos”. (Standing, 2014). Los precariados del siglo XXI, se han estado transformando en son zombis de la mera reproducción biológica y
atrapados en un purgatorio espiritual, de un llamado progreso que exhibe cosas,
no seres humanos dignos y de vasta cultura del mundo y el cibermundo.
El mundo digital ha
estado cambiando la forma en que vivimos, en que pensamos y nos comportamos. Tales
cambios van “acorde con la propagación de la precarización”, que se encuentra
impregnada en todos los aspectos de nuestra vida, y que “está teniendo un
profundo impacto sobre el cerebro humano” y en nuestra capacidad de pensar y de
actuar. Este mundo digital o cibermundo se “está haciendo de forma coherente con la hechuras del precariado.”(Standing,
2013:42-43).
Por
eso el “mundo digitalizado no respeta la contemplación o la reflexión; ofrece
estímulo y gratificación instantáneos, obligando al cerebro a conceder más
atención a las decisiones y reacciones inmediatas” (ídem).
Tal
situación afecta la creatividad y la formación intelectual del precariado que
vive en condiciones vulnerables y en la
aceptación instantánea en las redes sociales y
los diversos entornos virtuales que coexisten en el ciberespacio.
En
este aspecto cobra importancia que los
gobiernos inviertan en políticas públicas, en el ámbito de una filosofía
tecnológica y educativa, cuyo objetivo debe ser la creación de una sociedad del
aprendizaje, tal como lo plantea el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz
(2015:332). Esto es así, porque “los mercados, por sí mismos, no crean una
sociedad del aprendizaje; la estructura de la economía, resultado de las
fuerzas del mercado, produce menos aprendizaje- y menos crecimiento- que el que
podría o debería haber”.
La
investigación, la innovación, el conocimiento y la educación forman parte del éxito, de la mejoría y el
desarrollo de las principales economías del cibermundo; además de su
posible garantía en el cambio
social que favorezca a una franja
inmensa del precariado.
La inversión en educación
superior, en investigación e innovación tecnológica, junto al sector agrícola y
el sector servicio (caso específico
educación, salud, cultura y seguridad) son de las prioridades de los
gobiernos que entienden que los mercados
por sí solo no funcionan para el cambio de un estilo de vida digno en un
mundo digital.
Hay
que entender, cómo afirma Standing, que lo que caracteriza y distingue al
precariado “no es su nivel salarial o de
ingresos monetarios recibidos en determinado momento, sino la falta de
apoyo comunitario en tiempo de necesidad, la carencia de subsidios
empresariales o estatales asegurados y
la carencia de beneficios privados que complementen las ganancias monetarias
obtenidas”. (Ibíd.: 33). De ahí que viva
en la inseguridad en el mercado laboral y en la nostalgia de lo que no volverá:
estabilidad salarial y seguridad en sus ingresos que les vuelven
vulnerables en un mundo digital
sobrecargado de información.
En este panorama de progreso tecno científico
que exhibe un mundo de pantallas, de
innovación tecnológica y de control virtual,
los gobiernos que se dicen ser democráticos tienen que abocarse a
inversiones de políticas públicas para
cambiar el modelo estructural que
sigue produciendo un precariado con rostros depresivos, angustiosos y desesperados.
Intelectuales
como Ulrich Beck y Zygmunt Bauman han reflexionado sobre este sentimiento de
inseguridad laboral y de sentido de la vida que cubre como tiempo nublado a una
inmensa franja de precariados, porque su inseguridad se presenta en gastar más tiempo buscando trabajo que en ser
contratados.
Es por
eso que hay que entender que no se puede
pensar que los mercados funcionan y se auto regulan por sí solos, al
margen de políticas públicas, tecnológicas e innovadoras, bien marcadas por una
ciberpolítica en estos tiempos.
Estas
preocupaciones las podemos encontrar en el informe sobre el índice de
Desarrollo Humano (PNUD: 2015) cuando dice que el trabajo está sufriendo cambios que afectan el
desarrollo humano en este mundo global como resultado de la revolución digital.
Esta revolución ha repercutido en la creación y destrucción de empleos y en las
redes de trabajo creativo y voluntario.
El
informe del PNUD, aboga por un nuevo
mundo laboral donde los trabajadores sean
más flexibles y tengan una mayor capacidad de adaptación y han de estar
preparados para la formación continuada, los traslados y la renegociación de
las condiciones de trabajo. Al respecto dice el
informe que “la población más relacionada con este nuevo mundo laboral
es la generación del milenio” (…). Este grupo ha alcanzado su mayoría de edad
en una época donde las tecnologías digitales y las tecnologías avanzadas de la
información y las comunicaciones han penetrado en todos los ámbitos de la
vida”. (ibíd.: 17-18)
Aunque
lo fundamental es que “este grupo ha llegado a la edad adulta en un momento en
que la flexibilidad, la adaptabilidad y el trabajo no convencional son cada vez
más comunes”. (Ídem). Serán los
jóvenes net y nativos digitales los
que tendrán que vérselas con las diversas estrategias de un capitalismo net. Este capitalismo de redes electrónicas se ha estado edificando
en una cibereconomía acelerada, que en los últimos diez años se ha
duplicado en bienes y servicios, alcanzando
unos 24 billones de dólares en el
2014.
Referencia bibliográfica
Standing, Guy (2013).
El precariado. Una nueva clase social. Barcelona: Pasado y Presente.
- (2014). “Por qué el precariado no es un ‘concepto
espurio’.” http://www.fes-sociologia.com/uploads/public/st82_prom.pdf
Stiglitz, Joseph E. & Greenwald, Bruce C. (2015). La
creación de una sociedad del aprendizaje. México: Paidós.
PNUD (2015). Trabajo
al servicio del desarrollo:
humanottp://www.undp.org/content/undp/es/home/librarypage/hdr/2015-human-development-report.html.
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