La vida no es
virtual
En las redes sociales
cada día se van incrementando las
conversaciones de dominicanos sobre sucesos violentos, asesinatos y robos. Se
van subiendo videos sobre acciones criminales, en la que se pueden visualizar
el asesinato de un ciudadano por parte de unos sujetos grises, con el propósito
de robarle un celular o por un simple
hecho de rayar un vehículo en pleno tránsito.
Estos sucesos cotidianos se viven como si la vida fuese un juego virtual cargado de violencia, en la que eliminar
o aniquilar no tiene importancia, porque
se piensa que esos actos criminales forman
parte de los entramados de una cibercultura
de zonas grises que nos brindan los entornos virtuales ( el celular, la
tv, el computador) sin que formen parte de los entornos reales, que son los
verdaderos espacios en el que se manifiesta la cruda realidad de la miserias
social y el respiro de aires grises.
Tales sucesos nos dicen que la vida en República Dominicana vale menos
que un celular o el espejo retrovisor de
un automovil.
Lo gris como zona sin
ley, ambiente de selva, negocios ilícitos, de crímenes, mafias, corrupción e impunidad
es un espacio real en el país, aunque lo presenciemos desde esa cibervida, en
que de vez en cuando nos movemos entre un mundo de pantallas interactivas.
Entre los últimos aconteceres grises
dominicanos que nos llegan, se encuentra el que ocurrió el pasado 31 de diciembre 2015 cuando se nos presenta en un vídeo, como
asesinan a Lenny José Estrella Lora , un segundo teniente PN en Villa Francisca
(Distrito Nacional), frente a su esposa Katherine Leonardo, de 25 años.
Las imágenes que se
presentan en ese video parecen extraídas
de los juegos grises de la saga GTA -San
Andreas, que fomenta la cultura de
la violencia, el sujeto jugador asume el
papel de delincuente y comienzan
atropellar peatones, a robar, asesinar, violar mujeres, torturar enemigos y
matar policías. Pero lo gris de este juego virtual, es que el placer es vivir
al margen de la ley, de ser un sujeto criminal que no le interesa la
convivencia social. Lo terrible de esto es que en nuestra sociedad este juego
virtual ha pasado a ser real. Ver video: (http://acento.com.do/2016/video/videos/8312688-8312688/).
Una franja de los
dominicanos vive lo virtual como si fuese la vida misma, mientras que lo real,
en donde subyace la pobreza y la subsistencia, conduce a la resignación y el
conformismo que se asemeja a un sepulcro virtual. En lo virtual, en las redes sociales el
espejismo del consumismo, de la alegría sin felicidad y el síndrome de la
afluencia (afluenza) que tiene que ver con el afán por el dinero,
la fama, el exhibicionismo, la apariencia
física y la eterna juventud en imágenes
escaneadas.
Por eso es que en un ambiente
de muertos lo único que predomina es la muerte. Por lo que no sorprende que la vida que se expresa en lo
virtual se piense como si fuese la real, en cambio la vida real, nuestra vida,
única e irrepetible en estos espacios sociales reales se piensa que es virtual,
sin sentido, exceptuando el signo de la violencia y de la muerte.
Lo que no significa
que en el ciberespacio, más allá del nivel uno y dos, en sus profundidades, no
haya zonas grises, en donde se planifiquen asesinato y robos, se trafique con
órganos humanos, con venta y compra de
armas, que luego entra a formar parte del espacio social, que es donde el valor
de la vida cobra importancia. Pero ante esa cultura gris que brota del ciberespacio y el espacio
social en que vivimos, debemos oponerle una cultura de no violencia, de
convivencia, de educación, pero se necesita la movilización de la sociedad. Las
movilizaciones políticas de otrora, hay que cambiarlas por movilizaciones contra la violencia, por educación en
valores, contra las zonas grises, la impunidad y la corrupción en esta era del
cibermundo.
Como sociedad, hay
que revisarnos y comprender por qué vivimos entre la miseria educativa y el
conformismo en medio de zonas grises y con la creencia en encuestas, sin
fundamento filosófico, ético y social, para decirnos, que somos los más felices
de este planeta. Hay que hurgar en
nuestra historia social y cultural, en todo ese complejo de inmovilismo y
pesimismo social, que viene desde la devastaciones de Osorio, del siglo de la
miseria (XVII) hasta en estos momentos en que escribo y propugno por una ética
cívica, que nos movilice por la dignidad, la justicias, la libertad, la paz y la
democratización de la democracia.
Es por eso que una
capa de nativos digitales dominicanos se encuentran atrapados en las redes,
piensa que esta tiene vida, fascinados por lo virtual no muestran empatía con
lo real, porque estos espacios sociales lo viven de manera constreñida, sin que tengan oportunidad de abrirse camino
en una sociedad repleta de corrupción e impunidad; en el que algunos políticos,
cuando se escribe y reescribe su nombre , en un buscador en el ciberespacio, no
aparecen como ejemplo de bien social, sino como político sospechoso de actos de corrupción.
Pero al parecer, no nos damos cuentas que las zonas grises que respira la sociedad dominicana y las
cuales se manifiestan en las redes sociales como espectro de una sociedad mediada por la
necrofilia y el sentido único de la valoración de la muerte y del rostro
simulado de la alegría, es parte de la
resignación.
De ahí, la indiferencia ante la corrupción, la
impunidad y los escenarios grises en que realmente vivimos, como si estos nunca
llegaran a tocarnos la puerta real y asomarse a nuestro nicho virtual para hacernos sentir qué
tan real somos.Por lo que hay que moverse, actuar contra todo este malestar en
que vivimos los dominicanos, ir de los espacios virtuales a los reales,
trasgredir los limites. Nuestro dilema está
en ¿Ser o no ser?, como diría Shakespeare.
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