viernes, 29 de mayo de 2015

Leonel Fernández: “La noche que le dejaron solo”



          La magia de un buen escritor, su encanto, revive en cualquier escenario. Juan Rulfo, en El llano en llamas, escribe de manera magistral el cuento “La noche que le dejaron solo”, porque solo bastó la oscuridad para perderse y en La crónica de una muerte anunciada se adivinaba lo que iba a ocurrirle a Leonel Fernández aquella noche del lunes 25 de mayo del año en curso.
          En su discurso de aquel día intentó de dar ánimo y firmeza a sus secuaces. Cualquiera de los caminos presagiaba la muerte. La muerte esperaba a los leonelistas. La horca les esperaba, pero no la que narra Rulfo en el cuento de marra, ya que no las prefirieron, sino la horcas caudinas, o sea, el despojo total al tener que tragarse sus palabras, sus gestos, en donde su líder mordió el polvo de la derrota.
          Un día después de ese discurso, su amada esposa, Margarita Cedeño, dijo que esperaba que la estrella de Belén iluminara a Medina y Leonel, y Rafael Núñez, vocero de Leonel Fernández,  llegó a twittear lo siguiente: “Hay que buscar una salida a la crisis del PLD por el bien del país”. En las redes se podían estudiar los discursos de los leonelistas y en vez de sentirse animados y con firmeza, como lo esperaba su líder, pensaron también que lo esperaba la muerte, el suicidio,  por eso vieron que a partir de esa noche del 25 de mayo  había dos tipos de horca; la primera,  la de la oposición, y la segunda, la del danilismo.
          La Ciberpolítica implica despliegue de estrategia en las redes del ciberespacio, de recursos  interactivos, de utilización de los microblogguin, como el twitter,  cuando se enfrentan las ideas políticas. Todo está ahí, en el ciberespacio, es un archivo virtual, para recrear un pasado.  De ahí que en la pugna entre Danilo y Leonel, este último tuviera que tragarse su discurso del lunes 25 de mayo de 2015 en contra de Danilo, el quien calificó, alusivamente, como un hombre sin  “decoro”, de “Trujillo del siglo XXI”, y  contra el proyecto de reforma constitucional de los danilista. Al respecto, Leonel dijo en ese discurso: “En nuestro humilde criterio, el  proyecto de reforma que se ha depositado en el Senado de la República, no ofrece, por sí solo, suficientes garantías  ni seguridad jurídica en el sentido de que la reforma que se quiere hacer en la actualidad, no volverá a repetirse  en el futuro”.
          Al parecer, su discurso dejaba entender que hasta ese momento no había acuerdo entre el leonelismo y el danilismo y apuntaba dicha pieza oratoria a una estrategia de aumentar el precio, la cotización de la negociación, pero el danilismo  puso a Leonel y sus seguidores a elegir entre las horcas de la oposición o las horcas caudinas del Comité Político. En política, los acuerdo es lo de menos, cuando se está en el poder,  y el futuro no existe, sino la pragmática. Por eso las bases del PLD no cuentan, sino para ser pisoteadas y seguir corriendo y son espectadoras de un escenario virtual, puesto que sus dirigentes no las toman en cuenta, excepto cuando están el poder del Estado, cuando el líder de turno les hace creer que las toman en cuenta.
          Luego de su discurso del  lunes 25, en la mañana del día siguiente, Leonel Fernández recibió a sus senadores y diputados, los cuales le hicieron mueca de firmeza, para luego en unas cuantas horas más tarde comenzar a abandonar el barco que se estaba hundiendo. El primero en justificarse fue el exprepresidente de la Cámara de Diputados Julio Cesar Valentín, quien dijo: “Asumo esta posición no por el presidente Danilo Medina, no por el presidente Leonel Fernández, ni por la modificación misma de la Constitución, lo hago por mi sagrado deber de militante disciplinado que en todo momento he sabido obedecer sus directrices fundamentales” (El Caribe./26/05/2015). Luego, Rafael Núñez, vocero de Leonel Fernández , escribió en su cuenta de twitter lo siguiente: “Cuanta falta de decoro, de entereza y de carácter en legisladores que hace dos horas dijeron a LF que se oponían al proyecto reeleccionista”. En las votaciones de ese martes, en el Senado, a Leonel le quedaron 10 senadores de 16, que seguían “firmes” contra la reforma a la Constitución; pero con la derrota de los leonelistas ese día en el Senado, 21 a 10, les entró la desesperación a esos 10, ya les estaban bajando los bonos para la negociación y la expulsión era inminente si seguían desobedeciendo la resolución del 19 de abril,  emitida por el   Comité Político, en la cual se pedía a Danilo una vez más por “necesidad”.
          De ahí que para el jueves 28 en la mañana, las tropas leonelistas estaban diezmadas por parte de los danilistas, los cuales,  les comenzaron a pasar  las horcas caudinas, de tal forma que  Leonel selló no la unidad, sino su reverencia y obediencia a Danilo Medina.
          Por eso esa “guerra hasta la muerte” era una metáfora, en donde  siempre pierden los soldados. Todo  el que  pensaba que Leonel iba librar  una guerra hasta morir  en contra de Danilo, no pensaron que en la noche en que le dejaron solo, el sabía, que  preferiría elegir las horcas caudinas que la horca de la oposición. La primera le garantizaba vivir despojado de su condición de líder ciberpolítico y mantenerse como un político tradicional, o sea, como un boxeador noqueado.
          En el  mundo digital en que viven los dominicanos, Leonel  Fernández vivirá enredado en las redes de escándalos de corrupción e impunidad y atrapado en las redes de unos nativos digitales que vivirán ridiculizándole  en memes políticos, dando por sentado su caída.

          Aunque seguirá como político, con cierta base clientelar y muchos analistas inmigrantes digitales, que no entienden ese mundo de los nativos digitales  y seguirán pensando conforme a la lógica de una historia tradicional de la política, en que  así  como Joaquín Balaguer retomó el poder, Leonel sería una reserva, sin entender que en estos tiempos hay que darse cuenta de que la política y la historia no se pueden escribir sin ese mundo digital. 

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