Los
juegos simbólicos culturales que expresan los sujetos en las redes sociales
forma parten de la cibercultura, que a la vez
evidencia prácticas virtuales políticas que no se encuentran en los
entornos reales. Pero están ahí, como dispositivo de enlaces, de contacto e
interactividad con la práctica política real de espacios reales.
La
política en el ciberespacio se ha ido construyendo a través de las diversas
prácticas virtuales producidas por diversos actores sociales. En fin, son
tiempos de la ciberpolítica, es decir, una nueva forma de hacer política
mediada por entornos virtuales.
En
la ciberpolítica, la interacción actualiza permanentemente la información, cosa
que no sucede en la política tradicional. Lo virtual disloca lo real. La
fascinación por el ciberespacio ha abierto un mundo cibernético en donde hay de
todo: la pluralidad, la horizontalidad, la no jerarquía y la no identidad.
Anonymous es la expresión de lo sin rostro, de los indignados, de la expresión
de la ciberpolítica en cuanto rechazo a las antiguallas ideológicas que
predominan en la política tradicional.
Las
redes sociales con Facebook, Youtube, Twitter y My Space a la cabeza entraron
en escena en este siglo XXI. El mundo de
los negocios celebró dicho escenario con vino y champán. Sin embargo, sus
creadores jamás pensaron que tales redes se entretejerían en movimientos sociales y comunidades
virtuales para luchar contra la corrupción,
la no transparencia y el autoritarismo político.
Los paquetes de informaciones que brotan del ciberespacio no solo son ciberbasura o información sin importancia. Hay de todo, la más preocupante para el poder político y digital viene de organizaciones e instituciones que hacen vida virtual, verbigracia, el caso de Wikileaks.
De
ahí, que los gobiernos y los políticos del mundo ven como amenaza las redes
sociales, el ciberactivismo político y la ciberciudadanía, ya que el
ciberespacio lo focalizaron como espacio virtual para idiotas y para hacer
negocios. Nunca pensaron que este se
convertiría en una amenaza para ellos en cuanto a que hoy se le puede vigilar y controlar. Tal
dispositivo de poder solo se aplicaba al sujeto fuera de la esfera del poder. Hoy
también este dispositivo político se le aplica a los políticos que se encuentran
en la esfera del poder, específicamente en el Estado.
Es
por eso que la ciberpolítica viene a resquebrajar la práctica política
tradicional de los ritos del poder político, ya que no se puede convocar marchas y concentraciones sin redes sociales.
El movimiento de los 140 caracteres de Twitter disloca el
activismo tradicional de la política De ahí el ciberactivista político que tiene
presencia en las redes, que crea y recrea en fracciones de segundo unos
movimientos sociales que se concretizan en la plaza pública.
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