sábado, 31 de mayo de 2014

El sujeto cibernético.



Este trabajo es Extraído del libro de Diógenes Céspedes, El sujeto dominicano. Estudios acerca de su especificidad. Santo Domingo: Editora Universitaria de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 2011, pp. 445-448.

El sujeto cibernético , que analiza Céspedes, se encuentra en el texto:La era del cibermundo,  el cual ha ganado el premio nacional de ensayo cientifico.

Capítulo 13*
El sujeto cibernético
Hace exactamente diez años que Henri Meschonnic [62] estableció una serie de trece sujetos en cualquier sociedad y dejó el camino abierto a otros investigadores para que ampliaran al máximo la lista, lo cual es posible si se sigue el postulado del propio autor francés en el sentido de que en una cultura existe la misma cantidad de sujetos y de  prácticas sociales.
En un trabajo de los noventa, esbocé una teoría del sujeto pedagógico y del sujeto estudiantil, al analizar la práctica política y social del profesorado y el estudiantado que interactúa en la escuela secundaria y en la universidad [63]. Actualmente trabajo en la especificidad del sujeto sindical  y su relación indisoluble con el sujeto obrero con el objetivo de afinar la teoría del sujeto obrero comenzada en Ideas filosóficas, discurso sindical y mitos cotidianos en Santo Domingo [64].
Andrés Merejo ha trabajado, desde la filosofía y la informática, la especificidad de lo que él ha denominado sujeto cibernético, inseparable de la ética, o a partir de lo establecido por Meschonnic con los trece sujetos. Para el investigador Merejo, “en el cibermundo, el sujeto se mueve dentro de relaciones sociales, económicas y ciberespaciales, mediatizadas por las imágenes y lo virtual y por “sus dimensiones sociales tecnológicas” [65]. Parta el autor, lo que convierte a un sujeto social en sujeto cibernético es el hecho de “navegar [por la red de redes] una vez por semana, cuatro u ocho veces al mes, cincuenta o cien veces al año”, “es decir, en sujeto que tiene el ciberespacio como fuente de trabajo, de investigación o pasatiempo.”
Merejo distingue “en la franja de sujetos cibernéticos, varias tipologías que son referentes sociales en el cibermundo: los jóvenes net y nativos digitales, hackers, los teletrabjadores y los ciberpolíticos.” Dentro de esta esfera, el autor define el espacio donde se mueven estos sujetos: el cibermundo, que es lo real, opuesto al ciberespacio, que es lo virtual, ambos en interrelación dialéctica, pero que no pueden confundirse.
Si en el 2008 se había contabilizado la cifra de un millón 574 mil 313 cibernautas, en 2009 ascendió 1.596.270.108.  Esto augura que para el año 2010 puede alcanzar los dos mil millones, tendencia de crecimiento irreversible puesto que ya ningún poder político puede darle marcha atrás al ciberespacio y al cibermundo ni a la internet o red de redes en la cual descansan. Es imposible volver a la era de la galaxia Gutenberg.
La cibernética del primer orden excluyó al sujeto y se contrajo a lo puramente tecnológico. Fue la era de Shannon y Norbert Wierner. Con la cibernética del segundo orden (Förster) es que el sujeto (implicado, no teorizado) emerge como individuo que puede observar y controlar el objeto (la computadora, su hardware y su software) y producir un discurso crítico con respecto la teoría cientificista y técnica que se queda estrictamente en lo instrumental y no pasa a la construcción posible de una epistemología de la práctica de los dos órdenes cibernéticos. Esta epistemología, al ser un discurso crítico que controla los conceptos en que se fundan los dos órdenes cibernéticos, es radicalmente histórica y radicalmente política.
Por el hecho mismo de que los dos órdenes cibernéticos son inseparables del sujeto, pues cumulan lo que Meschonnic llamó  el cuarto tipo de sujeto (el de la dominación de los otros) y el sexto tipo de sujeto (el de la dominación de las cosas) encarnado por el inventor de las técnicas, urge pues construir una teoría de lo político que funde la libertad y no la dominación en el sujeto cibernético.
Esta teoría de lo político en el sujeto cibernético es inseparable de la práctica y la teoría del poder, pero antes es preciso relacionar esa teoría del poder con los cinco instrumentalismos y los seis paradigmas constituyentes del signo [66]. Tal relación es histórica porque el sujeto es único, individual, social, múltiple y contradictorio y estas características le llevan a asumir diferentes planos en la sociedad según la práctica que realice en un tiempo-espacio determinado.
La asunción temporal de uno cualquiera de estos planos o roles por un sujeto está atada a su pertenencia de clase (por ejemplo, un sujeto pequeño burgués o burgués, por el hecho de convertirse en revolucionario en un proceso de transformación social no pierde su pertenencia de clase), pero sí puede perder la posición que ocupaba en la sociedad con respecto a las relaciones sociales de producción, es decir, si es o no propietario de medios de producción. 
Importa mucho, pues, que el sujeto, para serlo, y para desdoblarse en sujeto cibernético, posea una conciencia crítica de lo primero (su condición de sujeto) a fin de asumir lo segundo (crítica a la cibernética) sin que la ideología instrumental del primer orden cibernético lo atrape y pase a convertirse en un simple usuario incapaz de situar los efectos políticos e ideológicos que se derivan de los productos de la técnica, la informática y la red de redes.
Este conocimiento de los procesos técnicos empalma con el tipo de sujeto número cinco, es decir,  “el sujeto del conocimiento de las cosas –del saber, de la ciencia”- enunciado por Meschonnic,  pero fundamentalmente todos los tipos de sujetos no lo son si no son primero sujetos número uno, es decir, un “sujeto filosófico, consciente-unitario, voluntario, que inventa la distinción entre sujeto y objeto” (op. cit., p. 21).
[62] Véase Crisis del signo. Política del ritmo y teoría del lenguaje. Santo Domingo: Ferilibro, 2000, pp. 21-22.
[63] Véase “La enseñanza de la literatura en la escuela secundaria y la Universidad, ¿valor o ideología?, en Ponencias del Congreso Crítico de Literatura Dominicana. Santo domingo: De Colores, 1994, pp. 229-254.
64) Santo Domingo: De Colores, 1984.
[65] Véase su tesis doctoral titulada La era del cibermundo: caso de estudio de la República Dominicana (inédita). Bilbao: Universidad del País Vasco, 2010.
[66] Meschonnic, op. cit., pp. 18-20- Los cinco instrumentalismos son el lingüístico, el lógico, el social, el literario y artístico, y el político, este último, culminación de los anteriores. Véalos definidos en la revista Cuadernos de Poética (1985): 11-12) pues son inseparables de los seis paradigmas que constituyen el signo: el paradigma lingüístico, el paradigma antropológico, el paradigma filosófico, el paradigma teológico, el paradigma social y el paradigma político.

(*)