jueves, 4 de febrero de 2016

Ciberpolítica


Adiós a los vientos Leonel Fernández
(…) Nada soy yo,
Cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento y el viento es aire siempre de viaje
(Viento, Octavio Paz)

Si algo caracteriza el cibermundo son los acontecimientos virtuales que se reproducen como resultado de las relaciones de fuerzas que se dan entre los cuerpos reales. Estos cuerpos (sujetos sociales) van escribiendo desde el mundo su modo de actuar en ese cibermundo.
De ahí, que lo que se ha escrito en el ciberespacio,  se recupera en un instante, entre la recreación y las memorias sin olvido de esos entornos virtuales,  a diferencia de los entornos reales en donde el viento no tiene memoria.
A si vemos como desde 2013-2014, dentro del Partido de la Liberación Dominicana, Leonel Fernández, navegaba con viento fuerte. Sin importar los escándalos de corrupción en que sus funcionarios se veían envueltos, todo le iba bien en su barco, como  viento en popa en cuanto a su candidatura. Su estrategia política  giraba como si fuese el “dios del viento” de la mitología griega, “Eolo”, al cual Zeus le otorgó el poder de crear y controlar  los vientos. Aunque en la ciberpolítica, a Leonel le estaba preocupando que su estrategia no  funcionaba y que en el plano del ciberespacio,  en ese espacio de las redes sociales, no había forma de controlar  a unos nativos digitales, que en su propia cuenta de Facebook o de twitter, le ridiculizaban, le hacían llegar  memes y videos políticos,  sobre esos vientos y los nubarrones de su gobierno cargado de mega corrupción.
Pero aun sin importarle ese decaimiento en lo ciberpolítico,   el expresidente Fernández, con inspiración balaguerista y vinchista en el plano de la política tradicional, comenzó a producir vientos.  De ahí que a principio de  marzo de 2014, en los salones de la gobernación civil de San Cristóbal, en un recibimiento de sus secuaces, dijera: “Bueno, yo siento con este cálido recibimiento, que ustedes nos brindan en el día de hoy,  parece que quieren indicarme que los vientos soplan rápidamente”,  (El Día./3/2014). Desde ese instante las palabras de Leonel  se trasformaron  por arte de magia en vientos de Palacio.
Ya situado, como el viento mismo, los periodistas le preguntaron  en Funglode, que si aceptaría ser candidato presidencial del PLD en el 2016, a  lo que respondió con una canción Julio Iglesias que dice  “amigo aprovecha el viento mientras sopla a tu favor”, (El Caribe, 27/04/2014). Sus danzas como dios del viento eran tan fuertes que unos 60 diputados le pidieron su postulación y respondió que también en la Cámara de Diputados los vientos estaban soplando.
Para Leonel Fernández no había duda, ya, el “vuelve y vuelve” circulaba por todo el país, sus militantes formaban parte del movimiento de masas  que producía ese aire. Era tan así que  Margarita Cedeño, cuando le preguntaron los periodistas que si los vientos soplan a favor de una candidatura presidencial de su esposo,  a lo que respondió muy alegre: “Ya él dijo que va a esperar que los vientos soplen y, como ustedes pueden ver, se nos mueve el pelo”. En ese momento en que su pelo se movía, ella estaba acompañada del director general de Ética e Integridad Gubernamental, Marino Vinicio Castillo, el cual solo sentía en su corazón eso vientos, porque en su cabeza no tiene ni un pelo.

A partir de esos acontecimientos, ya para nadie era un secreto que Leonel Fernández  pensaba que era el  dios del viento de la mitología griega. Por lo que, en cada lugar de la República Dominicana, en donde él llegaba, soplaban esos vientos. Veamos un poco más destallado en ese años (2014) cómo estaban estos soplando: en   Barahona, en el mes de julio, con  las consignas de “ruge el león” y “siguen soplando los vientos”, Leonel Fernández agotó una agenda política en donde afirmó que en la perla del Sur los vientos soplaban a su favor. En agosto, en Santiago enfatizo que “los vientos soplan muy fuerte” al referirse a sus aspiraciones a retornar a la presidencia, en una visita sorpresa que realizó a esa ciudad. En septiembre de 2014, expresó en San Francisco de Macorís que “los vientos estaban soplando, a favor de su postulación a la presidencia en el 2016, con tal intensidad”, que era seguro que lo “llevarían a subir las escalinatas del Palacio Nacional por cuarta ocasión”. Entrando el año  2015, en una visita a la provincia María Trinidad Sánchez, en donde compartió con sus seguidores  en el municipio cabecera, Nagua, Leonel Fernández  expresó: “¡Gracias Nagua por el inmenso respaldo!…. Y como dice el poeta, “vientos del pueblo me arrastran, vientos del pueblo me llevan”. (acento.com.do de marzo de 2015).
Como se puede apreciar, Leonel  Fernández  como dios del viento estaba soplando desde el Este, Norte, Sur, Oeste, en cada rincón del país, por eso decía que los vientos le llevan, le traen y le arrastran a subir las escalinatas del Palacio Nacional en el 2016.
Sin embargo, esa euforia de ser el dios Eolo, se le fue convirtiendo en movimiento de masa caliente, al darse cuenta ,  el 19 de abril de 2015, que en el Olimpo (Comité Político del PLD), reinaba el  dios de todos los dioses, llamado, Zeus (el presidente Danilo), y el cual le había dado el poder a Eolo (Leonel) para que soplara ese viento, y que como “dios supremo” tenía la capacidad  de aplacarlo, porque él como dios del viento, era simple  taimado de su poder en el Olimpo.
Es a partir de ahí que, Leonel,  fue dándose cuenta de que  había otros dioses de los vientos que obedecían a Zeus como era el caso de Bóreas (Temístocles Montás) dios del viento del Norte, así como Céfiro (Francisco Javier),  dios del viento del Oeste, Euro (Radhamés Segura) dios del viento del Este,   y Noto (Reinaldo Pared) dios del viento del Sur. Es en ese encuentro  cuando  Leonel se da cuenta de que los demás dioses de los vientos nunca desafiaron al dios Zeus,  quienes tenían bien claro que ese era el dios de los dioses que gobierna en el Olimpo.
Leonel como dios del viento, pensó que Danilo no se iba inmiscuir en el juego del poder, y no entendió que el poder está en todas partes, y que la desmesura de ese poder se manifiesta en intensidad, cuando la condición y creatividad humana se creen dioses.
Es por eso, que se puede apreciar, cómo  los principales dioses de los vientos del Olimpo (Comité Político), dirigido por el líder de los dioses Zeus (Danilo), se  han estado divirtiendo con el dios del viento (Leonel), el cual en algún momento, llegó a convertirse  en amenaza de huracán, tifón, o un ciclón en cualquiera de sus categorías.   Así pudimos observar  cómo en la proclamación de Danilo Medina, el domingo 31 de enero 2016, como candidato a un nuevo periodo presidencial,  el dios del viento Leonel Fernández se había convertido en una brisa suave y tranquila, que hacía reír al Presidente Medina,  en medio de la algarabía y el calor que se vivía en el Palacio de los Deportes Virgilio Travieso Soto, del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.



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lunes, 1 de febrero de 2016

Ética y Política en la sociedad dominicana


          Ética y Política en la sociedad dominicana


Por Andrés Merejo, para el periodico digital , acento.como.do
(22 y 29 de enero 2016)    

                           

La ética como disciplina de la filosofía que estudia la moral, implica  el sujeto ético, el cual  se construye en valores y en estilo de vida, por lo que no somos solo realidad biológica, sino también realidad moral.  Cada sujeto ético  va construyendo su vida y en ese construirse  va dejando  un legado de valores en lo familiar y lo social.
En la ética el sujeto no se moldea por un simple deseo sin límite, ya que él vive en una relación compleja  con el lenguaje, la lengua, el poder, el discurso, la cultura y la sociedad. Lo que implica estrategia política y de vida.
El  filósofo  Spinoza decía que cada sujeto por lo que hay en él, se esfuerza en cuanto está a su alcance por perseverar en su ser, en vivir y buen vivir.  Por eso, la ética nos invita a  saber vivir y reflexionar sobre nuestra orientación de vida no de muerte. Esto requiere un ejercicio permanente de cómo vamos proyectando la vida en la sociedad y en ese mundo del ciberespacio en donde nos envolvemos en las redes sociales.
Mientras que el político vive su proyecto por y para el poder político cristalizado en el Estado y sus instancias, sus relaciones se pueden dar de  manera descarnada, no entrando en su relación con el poder  la amistad personal, sino la política, la cual se mueve de acuerdo a estrategias políticas comunes, si  uno de esos amigos políticos  orienta esa estrategia para otro lado, cesa la amistad política, tal como les sucedió: Jacobo Majluta  y Peña Gómez, Miguel Maldonado e Hipólito Mejía y ahora a Leonel Fernández y  al presidente Danilo Medina. Esto es, sin importar el simulacro político y el juego de máscaras que se exhibirá el domingo 31 de enero, cuando el expresidente Fernández  proclame al presidente Danilo como su nuevo candidato presidencial por el PLD, para el 2016-2020. Estos son dos enemigos que se necesitan en la presente coyuntura política.
En tal sentido no se puede mejorar la política ni al político con una pela de ética, eso es antiético o mejor dicho no comprender la compleja relación de la ética con la política y la ciberpolítica, el poder social y digital, el saber y la vida.Dice Sabater que al sujeto político, le cae bien un baño de ética, pero no se le puede exigir que tenga una ética del sujeto, porque la ética intenta mejorar las personas y la política mejorar  o transformar las instituciones, el político tiene que luchar para  que las instituciones funcionen. Por lo que intentar modificar la política por dosis de  ética es una ilusión engañosa de la que hay que despertar, es como apagar los incendios forestales con un hisopo de agua bendita.
De ahí que, al sujeto político dominicano, no se le puede situar en una ética del sujeto, sino en un sujeto que resuelva los problemas políticos,  los pliego de promesas,  que van desde un buen gobierno, el de edificar instituciones justas, el derecho a la salud, a la educación, y el bienestar de la sociedad, en fin el democratizar la democracia,  que es el ritual de un político democrático, con vocación de fomentar una ética ciudadana en la sociedad.
Además de esto, podemos hablar de ética política, en cuanto una ética  pública, del sujeto político enquistado en el  Estado y su diversas instancias. De esto se encarga la deodontología que es una rama de la ética que  tiene que ver con el estudio de las normativas, deberes y  los códigos éticos, por lo que no  se excluye que los políticos se orienten con un código ético en las instituciones públicas, en su buró político, en su ética política de amigos, ya que hasta la mafia tiene su código ético
Esto no significa,  que el ciudadano dominicano ha de abandonar su lucha permanente contra la corrupción, más bien implicarla en una ética cívica, como dice Adela Cortina, en cuanto conjunto de valores morales que comparten los distintos grupos de una sociedad moralmente pluralista y  un mínimo de justicia, en donde se respeten los derechos humanos, se valoren la libertad y  la solidaridad.
Por eso el ciudadano desde una ética cívica, debe empoderarse, luchar y exigir en el espacio y ciberespacio, que el político y ahora el nuevo sujeto ciberpolítico cumplan con lo que prometieron en campaña  a los ciudadanos y de no hacerlo  cuando llegan al poder, proceder vía jurídica, destituirlos y  someterlos a la justicia por incumplimiento, por falsas promesas y gobernar con política clientelista y patrimonialista. De esta manera, no se queda la sociedad dominicana entrampada en las redes sociales, con simple condena moral, por los actos de corrupción, y, porque el político no reformó las instituciones públicas, sino que las destruyó.
Es en esta tesitura que cobra importancia el Departamento de prevención  de la corrupción administrativa (DPCA) como entidad institucional, siempre y cuando se le coloque más allá de las influencias partidarias, de lo contrario no hay una intención por parte del sujeto político para combatir la corrupción en el Estado y sus diversas instancias.
Ante la corrupción, la impunidad y el incumpliendo de promesas en campaña, hay que indignarse y exigir más allá de la condena moral (lo cual no está mal) e ir a la condena jurídica, los corruptos a  la cárcel  que es donde deben estar. Eso es vivir una ética cívica y ciudadana, no descansar hasta que estén donde deben estar, cuando moralmente hay conciencia de que ellos no creen en la ética, en eso que en moral se llama remordimiento.  Por eso, es que algunos políticos no muestran en su rostro  una mueca de moral,  por lo que se les importa pactar con Mefistófeles para llegar al poder, lo cual dentro de su estrategia tiene lógica, pero dentro de la ética es  absurdo.
Esta visión no pretende satanizar al político, sino que el buen político es quien lucha por buscar que su estrategia funcione dentro de una  ética cívica, acorde con el interés del ciudadano, de la ética pública y no de los intereses particulares, de los negocios y del comité político o Petit comité de su partido o movimiento.
No es que hay una separación abismal entre la ética y la política, ya que forman parte de las complejas relaciones sociales en que se desenvuelve el sujeto político, que no necesariamente es partidario o perteneciente a un partido político, ya que de una u otra forma el sujeto es político, por vivir en las relaciones del poder social.

 Dos filósofos que han reflexionado sobre la compleja relación de la ética  y la política han sido  Aristóteles y  Platón. Estos filósofos sitúan el valor ético de la  justicia como edificadora del quehacer político, ya que no tenía sentido la política si no perseguía obtención de justicia.
Aunque Nicolás Maquiavelo (siglo XVI) es el punto de partida de la visión y la separación de la política de la moral, en cuanto que la primera tiene su propio corpus teórico y no se subordina a principios éticos, no por eso se puede dejar a un lado en estos tiempos la ética  política o pública. Este tipo de ética normativa se edifica sobre el buen gobernante que ha de propiciar la libertad,  la justica y la igualdad, que son principios éticos generales, en el que un buen político se puede cobijar para   hacer un buen gobierno y para vivir  de acuerdo a esos principios y en la búsqueda del bien común; este último según el filósofo Aristóteles es el fundamento de la política y va en contra de un grupo privilegiado.

La puesta en práctica de una ética política o pública no brota de un simple deseo de un líder político, sino de la relación con la virtud cívica de los ciudadanos, que como apunta Maurizio Viroli, se trata de una virtud para hombres y mujeres que quieren vivir con dignidad y sabiendo que no se puede vivir dignamente en una comunidad corrupta y que son capaces de movilizarse con el fin de impedir que apruebe una ley injusta o presionar a los gobernantes para que afronten los problemas de intereses comunes.

  Es en este contexto, que los movimientos sociales dominicanos con vocación  ética cívica no pueden dejar a un lado  su estrategia de  que la justicia  cambie su rostro de  esfinge por el rostro de la Dama con su venda, espada y balanza, la cual  no se doblega ante el poderoso caballero que es don dinero (Quevedo).
En este aspecto, hay que propugnar por cambiar el sistema de justicia  dominicano carcomido por la corrupción en todas sus instancias,  como es el caso del poder judicial: Suprema Corte de Justicia, Juzgado de Paz y la Corte de Apelación.  Para tales cambios es necesaria una cumbre entre los principales sectores sociales del país y en el cual la política partidaria no contamine tal proceso. 
Es  sobre   estos y otros derechos  que los ciudadanos dominicanos deben librar su cruzada en   los entramados de las redes virtuales y reales del ciberespacio y el espacio social. 

La virtud cívica de los  ciudadanos dominicanos ha de orientarse y empoderarse en el plano de lo político y lo ciberpolítico, sobre la base de  exigirles a los gobiernos de turno, a los partidos y movimientos con vocación de poder, que no se preocupen por la ética del sujeto, sino que gobiernen bien, que cumplan con sus promesas de  justicia,  igualdad,  libertad y el derecho a una vida digna, que cumplan con el código  de ética pública.

La  Ley No. 120-01  que instituye el Código de Ética del Servidor Público de República Dominicana del 20 de julio del 2001, contiene un conjunto de principios como  el de la honestidad, la justicia, el decoro y  la vocación de servicio. Estos son parte de los principios fundamentales que tienen que ser puesto en práctica por los funcionarios públicos dominicanos. Pero durante estos 15 años de existencia del código de ética pública  los líderes políticos que han llegado al poder del Estado solo han mostrado  musarañas sobre el cumplimiento de dicho código.

 Este código de ética pública  se encuentra sintetizado en  la creación de la Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental (Decreto 486-12, de fecha  21 de agosto 2012), que dice que el funcionario ha de  rechazar dádivas, regalos, incentivos o beneficios privados, de manera personal o a través de intermediarios, para beneficio propio y  que han de presentar la declaración jurada de  bienes a más tardar  a los 30 días de  asumir el cargo. 

Hay que comprender que la ética va de la mano con la política, siempre que hay un buen accionar político, que no sacrifique a la sociedad, al sujeto en el presente  con reformas fiscales, préstamos, bonos soberanos, en aras de una mejor vida en el futuro, que en el fondo son una secuencias de calamidades y nuevas reformas, nuevos préstamos y bonos soberanos, que nos dejan entrampados entre el infierno y el purgatorio, mientras los políticos reformadores viven del paraíso fiscal  entre la impunidad y la corrupción.
Tampoco significa que el político no tenga  ciertos comportamientos morales, pues todo sujeto vive bajo una moral imperante y se rige por determinados códigos morales con relación a la sociedad, a la familia y a la institución en donde trabaja. No hay ser humano amoral, solo la naturaleza, los animales, que no entran en la relación lenguaje, sujeto, discurso, poder y sociedad, carecen de estos códigos. Es  de ahí que el político puede presumir de una ética de la responsabilidad (Max Weber, La política como profesión) de la cual carece una franja de los líderes políticos dominicanos,  al vivir una política al desnudo, sin “fe”, vaciada de contenido ideológico social, de una propuesta programática, impregnado de puro pragmatismo y con una pasión de lucha permanente del poder por el poder, para beneficio económico grupal dentro del partido. Dicha franja de políticos ni si quiera muestran un  simulacro  de “la ética de la convicción” (Weber).
El problema es que estos códigos legitiman grupos, viven para el grupo no para la sociedad, el sujeto ético en sentido amplio, aboga por el bien común, en que la honestidad, la justicia, la responsabilidad, la dignidad, libertad, igualdad y solidaridad, trascienden el carácter grupal  e implican la sociedad, el mundo de las redes sociales y el ciberespacio. Sin descartar que un determinado momento este sujeto ético participe en un proyecto político, verlo con buenos ojos, siempre y cuando dicho proyecto apunte hacia la consecución de una ética política o pública,  que en parte va  acorde a la ética ciudadana (ética de responsabilidad y de convicción) que lucha por el bien común.