jueves, 3 de julio de 2014

                                                    Elegía  a la privacidad




En el cibermundo, en sus entramados ciberculturales lo privado se ha ido esfumando enredándose en lo público, dejando en el sujeto social vestigios de privacidad en lo más recóndito de su ser, quizá lo que atente contra su propia existencia.  Lo demás es  público, fascinación de sentirse noticia, acontecimiento de lo virtual. Despojo de su intrahistoria de vida y desplegándose a envolturas de imágenes en redes sociales como: blogs, Facebook, My Space, Twitter, Tuenti, que  han puesto en el escenario ciberespacial lo privado.

Escenario de la vida privada como pública en las redes sociales virtuales se ha convertido en un acto de presencia, de acontecimiento, de que se está ahí, en el momento requerido y compartido por los otros online que expresan su vida íntima.
Los sujetos cibernéticos, son actores, no espectadores del mundo de lo virtual, una franja de estos, específicamente de los nativos digitales, en su inmensa mayoría viven en la cibervida como si la real no existiese.
 En el cibermundo los inmigrantes digitales, la vida les ha transcurrido offline, lo que no se significa que  una ínfima minoría no viva con pasión en el ciberespacio como si fuese la vida real.
Sin embargo, estos sujetos cibernéticos a igual que otros , como lo cibertrabajadores, han ido dejando trazo de su vida, que hay mirar atrás, es una despida a la privacidad, tal como la hemos estudiado desde la filosofía  griega hasta la modernidad del siglo XX


De ahí, que vivimos cada días, despidiendo a la privacidad, es un adiós irreversible, la entrega al ciberespacio no es por obligación, sino por necesidad, de lo contrario no hay existencia, sino sombra de soledad, que los encuentros virtuales ha transformado en solidaridad, empatía de los sujetos cibernético  sin frontera.