La dominicanidad transida: entre los hundidos y los salvados

Por Andrés Merejo. 18 de diciembre de 2015 - 12:08 am - 0
A la falta de proyecto nacional, a unos líderes políticos que han puesto los negocios como valor de vida y la vida como valor de muerte, el círculo se cierra, porque lo único valioso es la muerte, ya que valoramos las cosas, más no a los seres.


Andrés Merejo       

Andrés Merejo

Phd en Filosofía en un mundo global por la Universidad del país Vasco, España, Cum Laude. En 2014, le fue otorgado el Premio Nacional de Ensayo Científico, obtenido por su obra inédita la “Era del Cibermundo”, que otorga el Ministerio de Cultura de la República Dominicana.
El clima social que se respira en la sociedad dominicana es gris, lo que genera malestar e indignación. Las ciudades, sus arterias en estos tiempos cibernéticos y de redes virtuales se han ido tejiendo en redes  de robos, asesinatos y violaciones.
En Al filo de la dominicanidad, Andrés L. Mateo reflexiona la dominicanidad como una especie de lucha entre el parecer y el ser que se va manifestando en la cotidianidad cultural, política y social de los dominicanos.
La dominicanidad viajera va haciéndose, no es inmutable, es también por eso, que es (Miguel Ángel Fornerín) una dominicanidad transida, ya que “las ideas se han venido abajo, el presente solo  nos muestra su doloroso  sentir práctico”.  El dominicano vive en un síndrome de la afluencia, en donde el sentido de la vida está sobrecargado de apariencia física, de la fama, de simulacro social.
Nuestras zonas grises están sobrecargadas de mafias, drogas, ajustes de cuenta, asesinatos, suicidios, actos criminales, negocios personales no institucionales entre políticos y jueces, lo que revela el hundimiento de las instituciones públicas del Estado, el cual se ha estado manejando de manera clientelista y patrimonialista.
En estos días que trascurren las zonas grises encubren a toda la sociedad. No hay estamento social dominicano que pueda respirar tranquilo, que no viva angustiado. Hace dos décadas, cuando vivía en los Estados Unidos, reflexioné y escribí  sobre estas zonas grises en aquel país y cómo en nuestra sociedad comenzaban a sentirse ciertos airecillos grises, me preocupaba que en el siglo XXI estaríamos expuestos a respirar aire gris.
En la República Dominicana, los principales símbolos de poder público  pierden sus encantos. El símbolo de la justicia, (la venda,  la balanza y la espada) que representa  supuesta objetividad que no se inclina ante el dinero y los poderosos, que exhibe cierto grado de imparcialidad se ha estado derrumbando y cambiando por la alegoría de una esfinge.
Es por eso que las líneas que configuran la dominicanidad es múltiple, viajera, al filo, pero no a un ocaso, más bien  cabalga de manera angustiosa a causa de ese aire gris que se respira en cada rincón del país.
La sociedad está permeada por dichas zonas grises, así vemos cómo la triple muerte, en donde sobresale el síndico del PLD Santo Domingo Este,  Juan de los Santos ( 15/12/2015/, ha indignado y consternado a la sociedad dominicana. Pero ese mismo día en Santiago asesinan a Antonio Castillo, el padre de la ex Miss República Dominicana 2014 y unos 6 días antes habían asesinado a Daniel Núñez, vicepresidente de una empresa de tecnología de la información, así como el asesinato del dirigente del PLD, Victoriano Santos Hilario y su hijo en Marzo de este mismo año en Cotuí. Todos estos casos brotaron en el presente año, el cual no ha finalizado todavía, por lo que no sabemos con cuántas violaciones, asesinatos y robos despediremos el 2015.
Estos sucesos grises son una selección diminuta de lo que es un panorama gris en dominicana, el cual tiene unos micros espacios horrorosos. Estos micros espacios nos tocan a cada uno de forma individual, nos mueven entre lo virtual y lo real, entre estudiantes  violadas y unos memes en las redes ridiculizando a jueces corruptos, entre videos enrostrando peleas entre conductores y autoridades de AMET, y  empleados públicos y privados asesinados o gravemente heridos como fue el caso de Otto Viloria (26/11/2015/, hijo de los profesores de la UASD, el Maestro  Alexis Viloria y  la Maestra Gladys Martinez.
En esta era del cibermundo, las redes sociales son expresiones de las diversas manifestaciones reales, de ahí, que nos presentan en  diversos escenarios (memes, videos, emoticón) cómo se cuece lo gris, cómo se hierve el afán de lucro entre el hiperpolítico, que junto a las redes de sicariatos contrata precariatos que conviven entre un ambiente selvático, y cómo algunos sectores empresariales, diputados y senadores hacen mueca moral al dejar caer carroña a las  capas de población marginal en las fiestas navideñas.
En fin, la cotidianidad nos asfixia con un aire gris envenado,  por lo que hay que levantarse e indignarse en todos los escenarios, ya que el hundimiento social es posible y es real, no hay leyes en las zonas grises. La impunidad, el clientelismo, el patrimonialismo y el tráfico de influencia corroen el clima de convivencia social dominicano. Se observa cómo jueces y políticos se desfiguran con polvillo de las cenizas que germinan de los cadáveres, los negocios ilícitos, el tráfico de influencia y los ajustes de cuenta.
Hoy, el panorama dominicano se encuentra ensombrecido  ante un clima gris en  el que no se puede decir que hay hundidos ni salvados, ya que una sociedad de hundimiento de la Justicia, lo única salida es la muerte, como dice O.Paz, en El laberinto de la soledad: “Nuestra indiferencia ante la muerte es la otra cara de nuestra indiferencia ante la vida. Por eso en este panorama gris “matamos porque la vida, la nuestra y la ajena, carece de valor”.
A la falta de proyecto nacional, a unos líderes políticos que han puesto los negocios como valor de vida y la vida como valor de muerte, el círculo se cierra, porque lo único valioso es la muerte, ya que valoramos las cosas, más no a los seres.