jueves, 7 de julio de 2016

El precariado dominicano
1
 La sociedad dominicana viene insertándose en el mundo digital o cibermundo en los últimos 20 años. Ha avanzado en el plano económico y social y ha dado resultados sorprendentes en los estilos de vida, en el crecimiento de su economía, en edificaciones de grandes centros comerciales, turísticos, educativos, en transportación, carreteras, puertos marítimos y aéreos.
Sin embargo, esta modernización no ha dejado atrás la cultura política clientelar y patrimonialista, es decir, la cultura del avivato, del trepador y del advenedizo y de la sobrevivencia en medio de precariedades de servicios como: electricidad, salud, agua potable, vivienda y educación.
         Ese mundo digital que se abre paso en nuestro país ha creado un precariado que es un híbrido entre precario y proletario. Este nuevo sujeto social vive por y para los contratos temporales, sin un sindicato sólido que lo represente, su propia condición lo convierte en un trabajador débil, de poca capacidad para luchar por el derecho a huelgas, a la seguridad laboral, a la protección contra accidentes y enfermedades.
Estos no dejan a un lado (aunque no entra en este concepto)  a los precarios temporales, como los chiriperos o jornaleros del diario vivir, los trabajadores de la economía sumergida e informal, como resultado de una concentración de la riqueza y del producto interno bruto (PIB) en manos de una minoría de dominicanos que dicen ser los líderes del país en lo político y económico.  Nos les importa que los informes internacionales,  la indignaciones, las protestas sociales y todos los discursos y memes que brotan en las redes sociales y en otros medios digan que ese crecimiento del PIB sostenido durante años no se refleja en la mayoría del pueblo dominicano, que vive pasando las de Caín .
A una inmensa franja de dominicanos excluidos del espacio de la modernidad y del ciberespacio de la postmodernidad  les ha caído la miseria social ( déficit fiscal , plan de austeridad, reformas y pactos permanentes) y el flagelo de la corrupción y la impunidad como resultado de un proceso de modernización que se impone desde una élite política y económica sustentada en el clientelismo y el patrimonialismo. Pero además,  a una franja de dominicanos les ha caído una nueva condición social en la era del cibermundo: ser precariado social, constituido por una inmensa mayoría de jóvenes net, que son una ola de juventud que coincide  con la revolución digital y el inicio de la expansión del ciberespacio (19 77-1997)  y los nativos digitales que, como su término lo indica, nacen en esa expansión del ciberespacio (1997-2017) y todas las edificaciones del cibermundo. Es decir, que estamos hablando de una población de dominicanos que oscilan entre los 18 y 40 años de edad.
Es precisamente, es en esa franja de dominicanos donde se evidencia estas características sociales de precariados que como bien apunta el economista Luis Vargas  “no sólo se trata de un precariado, compuesto por trabajadores que sobreviven frecuentemente mediante jornadas de trabajo escasas o recortadas en tiempo y, al mismo a la vez, mal pagados y sin protección o seguridad social, sino de una fuerza de trabajo mayoritaria que subsiste principalmente gracias al pluriempleo”(…). Este subsistir  en que vive el 60% de la población no cuenta “con la capacidad de compra suficiente de la canasta promedio nacional familiar de consumo de bienes y servicios vitales” (1/16/2016).
         El  historiador  Moya Pons, en su texto El gran cambio,  puntualiza cómo “el cine, la televisión y el internet han introducido a la República Dominicana de lleno en la cultura digital de la aldea mundial y están transformando las conductas, los sistemas de valores y las habilidades de su población”. Sin embargo,  hay que agregarle a  ese estilo de vida, sus zonas grises (lavado, corrupción, narcotráfico y crímenes) y  la inseguridad y estrés ante la inestabilidad laboral,  que se manifiesta en muchas zonas francas, centros de trabajos, como los llamados call centers , en los que abundan esos precariados del gran cambio.
Moya Pons enfatiza que El gran cambio funciona  prácticamente por obra de una minoría de la población  que produce el grueso de la riqueza nacional, por la alta proporción de desempleados, jubilados, ancianos, niños y estudiantes a tiempo completo ((2014: 265-311).
Los cambios sociales y tecnológicos  que van fluyendo de manera acelerada  en la República Dominicana, van impactando social y económicamente a las 32 provincias del país, van dibujando un rostro dominicano variopinto, que va desde la modernización y posmodernización, pero marcado por la tradición  pre moderna y en ínfima minoría los legados críticos y modernos de una parte de la intelectualidad del siglo XIX y  del XX. Tal fue el caso del intelectual  Pedro Francisco Bonó, quien a mediados del siglo XIX reflexionó sobre la filosofía del progreso y de la dominicanidad en cuanto pueblo digno que merecía una mejor suerte como es vivir dentro de la justicia social y el progreso económico  e industrial, el cual comenzaba a asomarse en su época.
La concepción de progreso en  Bonó  implicaba una distribución de la riqueza en los sectores pobres del país, todo el desarrollo industrial y económico no podía ser un progreso para una élite política y económica. El intelectual y filósofo Julio Minaya dice que para  Bonó "todo progreso, para ser tal, conlleva necesariamente la inclusión social de las clases trabajadoras (…), no se puede hablar del progreso si este no se expresa directamente en el mejoramiento (…) de las condiciones de vida del pueblo  dominicano”. (2014: 305. (Las cursivas son de Minaya).
La crítica de Bono a la filosofía del progreso tiene raíces éticas, tal como la fundada por el filósofo  Walter Benjamín al situar el Angelus Novus, que es el cuadro de Paul Klee  y que se encuentra en el Museo de Jerusalén (Merejo, 2016).  En dicho cuadro se observa  un ángel nuevo, configurado de tragedia,  ironía, con cierta mirada de inocencia, pero de un auténtico rostro de desprecio a la vida y un no mirar al pasado en toda su dimensión. Lo que le importa a ese ángel es alejarse y en la medida en que lo hace, deja entrever un simulacro en su mirada, que no puede ocultar al rostro todas las ruinas y cataclismos humanos que forman parte del llamado progreso.
Hoy, como ayer, la visión crítica de Bonó, como la de Benjamín, perduran en un nuevo enfoque sobre el precariado social, los desastres de la guerra y las hambrunas. Pero de ayer a hoy, la diferencia es abismal ante un panorama digital y de redes virtuales que, combinado con las reales, han creado nuevas expectativas de vida de consumo y bienestar que va perfilando cambios en la mentalidad y la cultura de los pueblos, los cuales se están valiendo de estos dispositivos digitales para poder sentirse, ser escuchados y producir nuevos acontecimientos sociales.
Por eso, el precariados de la República Dominicana, tendrá que comenzar a redefinir sus formas de lucha, porque son ellos los que lidiarán con los acontecimientos que vienen produciéndose  como resultado de un cibermundo global. Por lo menos, estos precariados  han comenzado a manifestarse en nuestra sociedad, se están dando cuenta de su situación laboral  y social.  

 II
La economía dominicana se ha transformado desde la década de los ochenta hasta la actualidad (1980-2016) en una economía de servicios. En estos treinta años la sociedad “ha sufrido un significativo proceso de transnacionalización, como consecuencia de la masiva emigración dominicana al exterior, (…) el impacto de los servicios altamente condicionados por el peso de las comunicaciones, el turismo, las maquiladoras y los procesos de apertura económica”. (Lozano: 328-329).
 Como producto de ese proceso de transnacionalización y de  la expansión de indicadores cibermundiales (tecnologías de la información y comunicación, transmisión de voz y datos, el ciberespacio de Internet)  en la República Dominicana  comenzaron a instalarse  empresas de centros de llamadas o los call centers. Estas  iniciaron sus operaciones a mediado de los noventa y de manera acelerada en la primera década del siglo XXI.
Estos Centros de Atención de llamadas (call centers, en inglés) son empresas que disponen de un conjunto de trabajadores que se dedican a atender llamadas o a realizar llamadas. El objetivo de estas llamadas puede ser con diversos propósitos; van desde  empresas comerciales, encuestadoras, hasta  departamentos de atención a clientes, atención a reclamaciones y todo lo relacionado al cibermarketing.
Estas empresas entraron a formar parte de la Zona Franca, amparándose en la Ley 8-90 y modificada en 2007, que las exoneraba  del  pago de impuestos. En la actualidad  hay más de  112 empresas de call centers y según el Banco Central estarían generando unos  55 mil empleos en este año 2016.
Las estrategias de los call centers apuntan específicamente a “las grandes empresas que requieren establecer un contacto permanente con sus clientes. Específicamente, “compañías de mercado masivo, como empresas financieras, bancos, servicios básicos y de telecomunicaciones” (Diario Libre: 27/1/2015).
La seducción de los jóvenes nativos digitales y los nets dominicanos  por los call centers es en parte por el salario que se devenga, el cual oscila entre  RD$14 mil y RD$27 mil al mes. Este renglón ha generado más de 40 mil empleos (Hoy: 9/1/2015), los cuales se han convertido en precariados dominicanos debido a su relación social entre precariedad y proletario.
Estos trabajadores han comenzado a demandar,  a través de  sus sindicatos muy tenues, una serie de derechos que por sus mismas exigencias les hace ser precariados en esta era del cibermundo.  Los trabajadores de los call centers “Xerox, Vixicom/Provitel, Altice-Tricom, Convergys/Stream y Alorica” han estado denunciado un conjunto de  abusos por parte de estas empresas. Según estos sindicatos estas empresas  amenazan con irse del país para regiones como Centroamérica, en donde no les exijan negociaciones colectivas o respeto a la libertad sindical.
Según los sindicatos de estos call centers, en empresas como “Xerox Luperón, las condiciones de infraestructura, higiene y oportunidades de crecimiento son precarias y parciales”. Esta situación crea desasosiego y una inseguridad más intensa de precariado, cuando se sabe que en este tipo de empresas suceden “accidentes laborales que nunca se reportan y mucho menos se investigan.  Inspecciones que nunca se realizan. Interrupciones de labor sin remuneración”.
Además de estas situaciones, se producen desgarraduras demoledoras cuando se vive bajo una intensa jornada de trabajo en la que se “labora de madrugada sin el auxilio de una unidad médica de emergencia y reestructuraciones realizadas en presencia de los trabajadores”. (Acento: 23/6/2016).  
En algunas de estas compañías comerciales, donde laboran los precariados, estos han logrado algunas conquistas mínimas pero siguen en el marco de las precariedades, de la inseguridad de ser cancelado en cualquier momento  o reducir sus salarios, no en tan malas condiciones como los trabajadores de las empresas (Xerox, Vixicom,Provitel, Altice-Tricom, Convergys,Stream y Alorica) en la que hoy sus sindicatos, salen a dar la cara antes su situación de precariado.
Hay que tener bien claro que la falta de protección y garantía de los derechos sociales y económicos en que vive el precariado dominicano, en este caso específico los de call centers, apuntan a un Estado que piensa que el mercado se auto regula por sí solo y que no ha de inmiscuirse en política de mercado, en la relación capital- trabajo, porque esto bloquea la política de inversión privada nacional e internacional.

 La situación laboral de este precariado forma parte del rostro social  persistente en nuestro país, en cuanto a la no existencia de una política de Estado bien definida, que se preocupe  por la protección de su gente; si el gobierno quiere aceptar las reglas de juego de ese tipo de empresas, que como resultado de la globalización cibermundial de los mercados  mutilan a sus trabajadores, por lo menos que se haga responsable de la otra parte que tiene que ver con la degradación y la precariedad..
 La globalización cibermundial es un hecho ineludible e irreversible, pero la regularización de esta es política y ciberpolítica corresponde al liderazgo de la política de sus gobernantes, quienes deben reinventar una política de derecho a la protección de sus trabajadores. 
Por eso, el gobierno del presidente Danilo Medina, que se ha enfocado en una República Dominicana digital, tiene que garantizar los derechos de estos precariados del siglo XXI, además tiene que  intensificar su inversión  en “educación, en investigación  y desarrollo”, para poder cambiarle el rostro total  a la sociedad dominicana. El gobierno tiene que profundizar la inversión “en la mejoría del nivel de vida de la gente”, porque de lo contrario “no habrá desarrollo informacional ni competencia, por más cajas de software que dispongamos y edificios  que los alojen. Conciliar ambos puntos es la clave del desarrollo en el mundo global”. (Lozano: 330). 
Esta visión abordada por Lozano ha sido el hilo conductor  de mis reflexiones en la década de los noventa, cuando  en el país hacía su entrada al escenario el cibermundo, el cual apenas se estaba configurando para ese entonces. Las reflexiones tanto de ayer como la de hoy implican la relación entre sujeto cibernético, discurso, sociedad y poder digital y una articulación entre el desarrollos social, educativo y económico con trasfondo tecnológico digital, envuelto en la cultura cibernética o cibercultura.  
En el cibermundo global  en donde el capital net se mueve en fracción de segundos de un país a otro, sin dar explicaciones de sus movimientos de capitales, los gobiernos han de pensar que es necesario no dejar que los mercados y las empresas sigan definiendo el panorama laboral y social de su respectivo país,  que ellos decidan y dirijan la política económica de los Estados.

Referencia bibliográfica
Lozano, Wilfredo (2013).La razón democrática. Cultura política, desarrollo y clientelismo en la democracia dominicana. Santo Domingo: Búho
Minaya, Julio (2014). Pedro Francisco Bono. Vida, obra y pensamiento crítico. Santo Domingo: Archivo General de la Nación.
Moya Pons, Fran (2014). El gran cambio. Santo Domingo: Banco Popular.
Webgrafia
Merejo, Andrés (2016). “ÁNGELUS NOVUS Y UN HURACÁN LLAMADO PROGRESO”. En: http://www.revistadecooperacion.com/numero 8/e-01.pdf
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El precariado dominicano
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 La sociedad dominicana viene insertándose en el mundo digital o cibermundo en los últimos 20 años. Ha avanzado en el plano económico y social y ha dado resultados sorprendentes en los estilos de vida, en el crecimiento de su economía, en edificaciones de grandes centros comerciales, turísticos, educativos, en transportación, carreteras, puertos marítimos y aéreos.
Sin embargo, esta modernización no ha dejado atrás la cultura política clientelar y patrimonialista, es decir, la cultura del avivato, del trepador y del advenedizo y de la sobrevivencia en medio de precariedades de servicios como: electricidad, salud, agua potable, vivienda y educación.
         Ese mundo digital que se abre paso en nuestro país ha creado un precariado que es un híbrido entre precario y proletario. Este nuevo sujeto social vive por y para los contratos temporales, sin un sindicato sólido que lo represente, su propia condición lo convierte en un trabajador débil, de poca capacidad para luchar por el derecho a huelgas, a la seguridad laboral, a la protección contra accidentes y enfermedades.
Estos no dejan a un lado (aunque no entra en este concepto)  a los precarios temporales, como los chiriperos o jornaleros del diario vivir, los trabajadores de la economía sumergida e informal, como resultado de una concentración de la riqueza y del producto interno bruto (PIB) en manos de una minoría de dominicanos que dicen ser los líderes del país en lo político y económico.  Nos les importa que los informes internacionales,  la indignaciones, las protestas sociales y todos los discursos y memes que brotan en las redes sociales y en otros medios digan que ese crecimiento del PIB sostenido durante años no se refleja en la mayoría del pueblo dominicano, que vive pasando las de Caín .
A una inmensa franja de dominicanos excluidos del espacio de la modernidad y del ciberespacio de la postmodernidad  les ha caído la miseria social ( déficit fiscal , plan de austeridad, reformas y pactos permanentes) y el flagelo de la corrupción y la impunidad como resultado de un proceso de modernización que se impone desde una élite política y económica sustentada en el clientelismo y el patrimonialismo. Pero además,  a una franja de dominicanos les ha caído una nueva condición social en la era del cibermundo: ser precariado social, constituido por una inmensa mayoría de jóvenes net, que son una ola de juventud que coincide  con la revolución digital y el inicio de la expansión del ciberespacio (19 77-1997)  y los nativos digitales que, como su término lo indica, nacen en esa expansión del ciberespacio (1997-2017) y todas las edificaciones del cibermundo. Es decir, que estamos hablando de una población de dominicanos que oscilan entre los 18 y 40 años de edad.
Es precisamente, es en esa franja de dominicanos donde se evidencia estas características sociales de precariados que como bien apunta el economista Luis Vargas  “no sólo se trata de un precariado, compuesto por trabajadores que sobreviven frecuentemente mediante jornadas de trabajo escasas o recortadas en tiempo y, al mismo a la vez, mal pagados y sin protección o seguridad social, sino de una fuerza de trabajo mayoritaria que subsiste principalmente gracias al pluriempleo”(…). Este subsistir  en que vive el 60% de la población no cuenta “con la capacidad de compra suficiente de la canasta promedio nacional familiar de consumo de bienes y servicios vitales” (1/16/2016).
         El  historiador  Moya Pons, en su texto El gran cambio,  puntualiza cómo “el cine, la televisión y el internet han introducido a la República Dominicana de lleno en la cultura digital de la aldea mundial y están transformando las conductas, los sistemas de valores y las habilidades de su población”. Sin embargo,  hay que agregarle a  ese estilo de vida, sus zonas grises (lavado, corrupción, narcotráfico y crímenes) y  la inseguridad y estrés ante la inestabilidad laboral,  que se manifiesta en muchas zonas francas, centros de trabajos, como los llamados call centers , en los que abundan esos precariados del gran cambio.
Moya Pons enfatiza que El gran cambio funciona  prácticamente por obra de una minoría de la población  que produce el grueso de la riqueza nacional, por la alta proporción de desempleados, jubilados, ancianos, niños y estudiantes a tiempo completo ((2014: 265-311).
Los cambios sociales y tecnológicos  que van fluyendo de manera acelerada  en la República Dominicana, van impactando social y económicamente a las 32 provincias del país, van dibujando un rostro dominicano variopinto, que va desde la modernización y posmodernización, pero marcado por la tradición  pre moderna y en ínfima minoría los legados críticos y modernos de una parte de la intelectualidad del siglo XIX y  del XX. Tal fue el caso del intelectual  Pedro Francisco Bonó, quien a mediados del siglo XIX reflexionó sobre la filosofía del progreso y de la dominicanidad en cuanto pueblo digno que merecía una mejor suerte como es vivir dentro de la justicia social y el progreso económico  e industrial, el cual comenzaba a asomarse en su época.
La concepción de progreso en  Bonó  implicaba una distribución de la riqueza en los sectores pobres del país, todo el desarrollo industrial y económico no podía ser un progreso para una élite política y económica. El intelectual y filósofo Julio Minaya dice que para  Bonó "todo progreso, para ser tal, conlleva necesariamente la inclusión social de las clases trabajadoras (…), no se puede hablar del progreso si este no se expresa directamente en el mejoramiento (…) de las condiciones de vida del pueblo  dominicano”. (2014: 305. (Las cursivas son de Minaya).
La crítica de Bono a la filosofía del progreso tiene raíces éticas, tal como la fundada por el filósofo  Walter Benjamín al situar el Angelus Novus, que es el cuadro de Paul Klee  y que se encuentra en el Museo de Jerusalén (Merejo, 2016).  En dicho cuadro se observa  un ángel nuevo, configurado de tragedia,  ironía, con cierta mirada de inocencia, pero de un auténtico rostro de desprecio a la vida y un no mirar al pasado en toda su dimensión. Lo que le importa a ese ángel es alejarse y en la medida en que lo hace, deja entrever un simulacro en su mirada, que no puede ocultar al rostro todas las ruinas y cataclismos humanos que forman parte del llamado progreso.
Hoy, como ayer, la visión crítica de Bonó, como la de Benjamín, perduran en un nuevo enfoque sobre el precariado social, los desastres de la guerra y las hambrunas. Pero de ayer a hoy, la diferencia es abismal ante un panorama digital y de redes virtuales que, combinado con las reales, han creado nuevas expectativas de vida de consumo y bienestar que va perfilando cambios en la mentalidad y la cultura de los pueblos, los cuales se están valiendo de estos dispositivos digitales para poder sentirse, ser escuchados y producir nuevos acontecimientos sociales.
Por eso, el precariados de la República Dominicana, tendrá que comenzar a redefinir sus formas de lucha, porque son ellos los que lidiarán con los acontecimientos que vienen produciéndose  como resultado de un cibermundo global. Por lo menos, estos precariados  han comenzado a manifestarse en nuestra sociedad, se están dando cuenta de su situación laboral  y social.  

 II
La economía dominicana se ha transformado desde la década de los ochenta hasta la actualidad (1980-2016) en una economía de servicios. En estos treinta años la sociedad “ha sufrido un significativo proceso de transnacionalización, como consecuencia de la masiva emigración dominicana al exterior, (…) el impacto de los servicios altamente condicionados por el peso de las comunicaciones, el turismo, las maquiladoras y los procesos de apertura económica”. (Lozano: 328-329).
 Como producto de ese proceso de transnacionalización y de  la expansión de indicadores cibermundiales (tecnologías de la información y comunicación, transmisión de voz y datos, el ciberespacio de Internet)  en la República Dominicana  comenzaron a instalarse  empresas de centros de llamadas o los call centers. Estas  iniciaron sus operaciones a mediado de los noventa y de manera acelerada en la primera década del siglo XXI.
Estos Centros de Atención de llamadas (call centers, en inglés) son empresas que disponen de un conjunto de trabajadores que se dedican a atender llamadas o a realizar llamadas. El objetivo de estas llamadas puede ser con diversos propósitos; van desde  empresas comerciales, encuestadoras, hasta  departamentos de atención a clientes, atención a reclamaciones y todo lo relacionado al cibermarketing.
Estas empresas entraron a formar parte de la Zona Franca, amparándose en la Ley 8-90 y modificada en 2007, que las exoneraba  del  pago de impuestos. En la actualidad  hay más de  112 mil empresas de call centers y según el Banco Central estarían generando unos  55 mil empleos en este año 2016.
Las estrategias de los call centers apuntan específicamente a “las grandes empresas que requieren establecer un contacto permanente con sus clientes. Específicamente, “compañías de mercado masivo, como empresas financieras, bancos, servicios básicos y de telecomunicaciones” (Diario Libre: 27/1/2015).
La seducción de los jóvenes nativos digitales y los nets dominicanos  por los call centers es en parte por el salario que se devenga, el cual oscila entre  RD$14 mil y RD$27 mil al mes. Este renglón ha generado más de 40 mil empleos (Hoy: 9/1/2015), los cuales se han convertido en precariados dominicanos debido a su relación social entre precariedad y proletario.
Estos trabajadores han comenzado a demandar,  a través de  sus sindicatos muy tenues, una serie de derechos que por sus mismas exigencias les hace ser precariados en esta era del cibermundo.  Los trabajadores de los call centers “Xerox, Vixicom/Provitel, Altice-Tricom, Convergys/Stream y Alorica” han estado denunciado un conjunto de  abusos por parte de estas empresas. Según estos sindicatos estas empresas  amenazan con irse del país para regiones como Centroamérica, en donde no les exijan negociaciones colectivas o respeto a la libertad sindical.
Según los sindicatos de estos call centers, en empresas como “Xerox Luperón, las condiciones de infraestructura, higiene y oportunidades de crecimiento son precarias y parciales”. Esta situación crea desasosiego y una inseguridad más intensa de precariado, cuando se sabe que en este tipo de empresas suceden “accidentes laborales que nunca se reportan y mucho menos se investigan.  Inspecciones que nunca se realizan. Interrupciones de labor sin remuneración”.
Además de estas situaciones, se producen desgarraduras demoledoras cuando se vive bajo una intensa jornada de trabajo en la que se “labora de madrugada sin el auxilio de una unidad médica de emergencia y reestructuraciones realizadas en presencia de los trabajadores”. (Acento: 23/6/2016).  
En algunas de estas compañías comerciales, donde laboran los precariados, estos han logrado algunas conquistas mínimas pero siguen en el marco de las precariedades, de la inseguridad de ser cancelado en cualquier momento  o reducir sus salarios, no en tan malas condiciones como los trabajadores de las empresas (Xerox, Vixicom,Provitel, Altice-Tricom, Convergys,Stream y Alorica) en la que hoy sus sindicatos, salen a dar la cara antes su situación de precariado.
Hay que tener bien claro que la falta de protección y garantía de los derechos sociales y económicos en que vive el precariado dominicano, en este caso específico los de call centers, apuntan a un Estado que piensa que el mercado se auto regula por sí solo y que no ha de inmiscuirse en política de mercado, en la relación capital- trabajo, porque esto bloquea la política de inversión privada nacional e internacional.

 La situación laboral de este precariado forma parte del rostro social  persistente en nuestro país, en cuanto a la no existencia de una política de Estado bien definida, que se preocupe  por la protección de su gente; si el gobierno quiere aceptar las reglas de juego de ese tipo de empresas, que como resultado de la globalización cibermundial de los mercados  mutilan a sus trabajadores, por lo menos que se haga responsable de la otra parte que tiene que ver con la degradación y la precariedad..
 La globalización cibermundial es un hecho ineludible e irreversible, pero la regularización de esta es política y ciberpolítica corresponde al liderazgo de la política de sus gobernantes, quienes deben reinventar una política de derecho a la protección de sus trabajadores. 
Por eso, el gobierno del presidente Danilo Medina, que se ha enfocado en una República Dominicana digital, tiene que garantizar los derechos de estos precariados del siglo XXI, además tiene que  intensificar su inversión  en “educación, en investigación  y desarrollo”, para poder cambiarle el rostro total  a la sociedad dominicana. El gobierno tiene que profundizar la inversión “en la mejoría del nivel de vida de la gente”, porque de lo contrario “no habrá desarrollo informacional ni competencia, por más cajas de software que dispongamos y edificios  que los alojen. Conciliar ambos puntos es la clave del desarrollo en el mundo global”. (Lozano: 330). 
Esta visión abordada por Lozano ha sido el hilo conductor  de mis reflexiones en la década de los noventa, cuando  en el país hacía su entrada al escenario el cibermundo, el cual apenas se estaba configurando para ese entonces. Las reflexiones tanto de ayer como la de hoy implican la relación entre sujeto cibernético, discurso, sociedad y poder digital y una articulación entre el desarrollos social, educativo y económico con trasfondo tecnológico digital, envuelto en la cultura cibernética o cibercultura.  
En el cibermundo global  en donde el capital net se mueve en fracción de segundos de un país a otro, sin dar explicaciones de sus movimientos de capitales, los gobiernos han de pensar que es necesario no dejar que los mercados y las empresas sigan definiendo el panorama laboral y social de su respectivo país,  que ellos decidan y dirijan la política económica de los Estados.

Referencia bibliográfica
Lozano, Wilfredo (2013).La razón democrática. Cultura política, desarrollo y clientelismo en la democracia dominicana. Santo Domingo: Búho
Minaya, Julio (2014). Pedro Francisco Bono. Vida, obra y pensamiento crítico. Santo Domingo: Archivo General de la Nación.
Moya Pons, Fran (2014). El gran cambio. Santo Domingo: Banco Popular.
Webgrafia
Merejo, Andrés (2016). “ÁNGELUS NOVUS Y UN HURACÁN LLAMADO PROGRESO”. En: http://www.revistadecooperacion.com/numero 8/e-01.pdf
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El precariado dominicano
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 La sociedad dominicana viene insertándose en el mundo digital o cibermundo en los últimos 20 años. Ha avanzado en el plano económico y social y ha dado resultados sorprendentes en los estilos de vida, en el crecimiento de su economía, en edificaciones de grandes centros comerciales, turísticos, educativos, en transportación, carreteras, puertos marítimos y aéreos.
Sin embargo, esta modernización no ha dejado atrás la cultura política clientelar y patrimonialista, es decir, la cultura del avivato, del trepador y del advenedizo y de la sobrevivencia en medio de precariedades de servicios como: electricidad, salud, agua potable, vivienda y educación.
         Ese mundo digital que se abre paso en nuestro país ha creado un precariado que es un híbrido entre precario y proletario. Este nuevo sujeto social vive por y para los contratos temporales, sin un sindicato sólido que lo represente, su propia condición lo convierte en un trabajador débil, de poca capacidad para luchar por el derecho a huelgas, a la seguridad laboral, a la protección contra accidentes y enfermedades.
Estos no dejan a un lado (aunque no entra en este concepto)  a los precarios temporales, como los chiriperos o jornaleros del diario vivir, los trabajadores de la economía sumergida e informal, como resultado de una concentración de la riqueza y del producto interno bruto (PIB) en manos de una minoría de dominicanos que dicen ser los líderes del país en lo político y económico.  Nos les importa que los informes internacionales,  la indignaciones, las protestas sociales y todos los discursos y memes que brotan en las redes sociales y en otros medios digan que ese crecimiento del PIB sostenido durante años no se refleja en la mayoría del pueblo dominicano, que vive pasando las de Caín .
A una inmensa franja de dominicanos excluidos del espacio de la modernidad y del ciberespacio de la postmodernidad  les ha caído la miseria social ( déficit fiscal , plan de austeridad, reformas y pactos permanentes) y el flagelo de la corrupción y la impunidad como resultado de un proceso de modernización que se impone desde una élite política y económica sustentada en el clientelismo y el patrimonialismo. Pero además,  a una franja de dominicanos les ha caído una nueva condición social en la era del cibermundo: ser precariado social, constituido por una inmensa mayoría de jóvenes net, que son una ola de juventud que coincide  con la revolución digital y el inicio de la expansión del ciberespacio (19 77-1997)  y los nativos digitales que, como su término lo indica, nacen en esa expansión del ciberespacio (1997-2017) y todas las edificaciones del cibermundo. Es decir, que estamos hablando de una población de dominicanos que oscilan entre los 18 y 40 años de edad.
Es precisamente, es en esa franja de dominicanos donde se evidencia estas características sociales de precariados que como bien apunta el economista Luis Vargas  “no sólo se trata de un precariado, compuesto por trabajadores que sobreviven frecuentemente mediante jornadas de trabajo escasas o recortadas en tiempo y, al mismo a la vez, mal pagados y sin protección o seguridad social, sino de una fuerza de trabajo mayoritaria que subsiste principalmente gracias al pluriempleo”(…). Este subsistir  en que vive el 60% de la población no cuenta “con la capacidad de compra suficiente de la canasta promedio nacional familiar de consumo de bienes y servicios vitales” (1/16/2016).
         El  historiador  Moya Pons, en su texto El gran cambio,  puntualiza cómo “el cine, la televisión y el internet han introducido a la República Dominicana de lleno en la cultura digital de la aldea mundial y están transformando las conductas, los sistemas de valores y las habilidades de su población”. Sin embargo,  hay que agregarle a  ese estilo de vida, sus zonas grises (lavado, corrupción, narcotráfico y crímenes) y  la inseguridad y estrés ante la inestabilidad laboral,  que se manifiesta en muchas zonas francas, centros de trabajos, como los llamados call centers , en los que abundan esos precariados del gran cambio.
Moya Pons enfatiza que El gran cambio funciona  prácticamente por obra de una minoría de la población  que produce el grueso de la riqueza nacional, por la alta proporción de desempleados, jubilados, ancianos, niños y estudiantes a tiempo completo ((2014: 265-311).
Los cambios sociales y tecnológicos  que van fluyendo de manera acelerada  en la República Dominicana, van impactando social y económicamente a las 32 provincias del país, van dibujando un rostro dominicano variopinto, que va desde la modernización y posmodernización, pero marcado por la tradición  pre moderna y en ínfima minoría los legados críticos y modernos de una parte de la intelectualidad del siglo XIX y  del XX. Tal fue el caso del intelectual  Pedro Francisco Bonó, quien a mediados del siglo XIX reflexionó sobre la filosofía del progreso y de la dominicanidad en cuanto pueblo digno que merecía una mejor suerte como es vivir dentro de la justicia social y el progreso económico  e industrial, el cual comenzaba a asomarse en su época.
La concepción de progreso en  Bonó  implicaba una distribución de la riqueza en los sectores pobres del país, todo el desarrollo industrial y económico no podía ser un progreso para una élite política y económica. El intelectual y filósofo Julio Minaya dice que para  Bonó "todo progreso, para ser tal, conlleva necesariamente la inclusión social de las clases trabajadoras (…), no se puede hablar del progreso si este no se expresa directamente en el mejoramiento (…) de las condiciones de vida del pueblo  dominicano”. (2014: 305. (Las cursivas son de Minaya).
La crítica de Bono a la filosofía del progreso tiene raíces éticas, tal como la fundada por el filósofo  Walter Benjamín al situar el Angelus Novus, que es el cuadro de Paul Klee  y que se encuentra en el Museo de Jerusalén (Merejo, 2016).  En dicho cuadro se observa  un ángel nuevo, configurado de tragedia,  ironía, con cierta mirada de inocencia, pero de un auténtico rostro de desprecio a la vida y un no mirar al pasado en toda su dimensión. Lo que le importa a ese ángel es alejarse y en la medida en que lo hace, deja entrever un simulacro en su mirada, que no puede ocultar al rostro todas las ruinas y cataclismos humanos que forman parte del llamado progreso.
Hoy, como ayer, la visión crítica de Bonó, como la de Benjamín, perduran en un nuevo enfoque sobre el precariado social, los desastres de la guerra y las hambrunas. Pero de ayer a hoy, la diferencia es abismal ante un panorama digital y de redes virtuales que, combinado con las reales, han creado nuevas expectativas de vida de consumo y bienestar que va perfilando cambios en la mentalidad y la cultura de los pueblos, los cuales se están valiendo de estos dispositivos digitales para poder sentirse, ser escuchados y producir nuevos acontecimientos sociales.
Por eso, el precariados de la República Dominicana, tendrá que comenzar a redefinir sus formas de lucha, porque son ellos los que lidiarán con los acontecimientos que vienen produciéndose  como resultado de un cibermundo global. Por lo menos, estos precariados  han comenzado a manifestarse en nuestra sociedad, se están dando cuenta de su situación laboral  y social.  

 II
La economía dominicana se ha transformado desde la década de los ochenta hasta la actualidad (1980-2016) en una economía de servicios. En estos treinta años la sociedad “ha sufrido un significativo proceso de transnacionalización, como consecuencia de la masiva emigración dominicana al exterior, (…) el impacto de los servicios altamente condicionados por el peso de las comunicaciones, el turismo, las maquiladoras y los procesos de apertura económica”. (Lozano: 328-329).
 Como producto de ese proceso de transnacionalización y de  la expansión de indicadores cibermundiales (tecnologías de la información y comunicación, transmisión de voz y datos, el ciberespacio de Internet) ) en la República Dominicana  comenzaron a instalarse  empresas de centros de llamadas o los call centers. Estas  iniciaron sus operaciones a mediado de los noventa y de manera acelerada en la primera década del siglo XXI.
Estos Centros de Atención de llamadas (call centers, en inglés) son empresas que disponen de un conjunto de trabajadores que se dedican a atender llamadas o a realizar llamadas. El objetivo de estas llamadas puede ser con diversos propósitos; van desde  empresas comerciales, encuestadoras hasta  departamentos de atención a clientes, atención a reclamaciones y todo lo relacionado al cibermarketing.
Estas empresas entraron a formar parte de la Zona Franca, amparándose en la Ley 8-90 y modificada en 2007, que las exoneraba  del  pago de impuestos. En la actualidad  hay más de  112 mil empresas de call centers y según el Banco Central estarían generando unos  55 mil empleos en este año 2016.
Las estrategias de los call centers apuntan específicamente a “las grandes empresas que requieren establecer un contacto permanente con sus clientes. Específicamente, “compañías de mercado masivo, como empresas financieras, bancos, servicios básicos y de telecomunicaciones” (27/1/2015).
La seducción de los jóvenes nativos digitales y los nets dominicanos  por los call centers es en parte por el salario que se devenga, el cual oscila entre  RD$14 mil y RD$27 mil al mes. Este renglón ha generado más de 40 mil empleos (9/1/2015), los cuales se han convertido en precariados dominicanos debido a su relación social entre precariedad y proletario.
Estos trabajadores han comenzado a demandar,  a través de  sus sindicatos muy tenues, una serie de derechos que por sus mismas exigencias les hace ser precariados en esta era del cibermundo.  Los trabajadores de los call centers “Xerox, Vixicom/Provitel, Altice-Tricom, Convergys/Stream y Alorica” han estado denunciado un conjunto de  abusos por parte de estas empresas. Según estos sindicatos estas empresas  amenazan con irse del país para regiones como Centroamérica en donde no les exijan negociaciones colectivas o respeto a la libertad sindical.
Según los sindicatos de estos call centers, en empresas como “Xerox Luperón, las condiciones de infraestructura, higiene y oportunidades de crecimiento son precarias y parciales”. Esta situación crea desasosiego, una inseguridad más intensa de precariado cuando se sabe que en este tipo de empresas suceden “accidentes laborales que nunca se reportan y mucho menos se investigan.  Inspecciones que nunca se realizan. Interrupciones de labor sin remuneración”.
Además de estas situaciones, que producen desgarraduras demoledoras cuando se vive bajo una intensa jornada de trabajo en la que se “labora de madrugada sin el auxilio de una unidad médica de emergencia y reestructuraciones realizadas en presencia de los trabajadores”. (23/6/2016).  
En algunos de estas compañías  comerciales donde laboran los precariados estos han logrado algunas conquistas mínimas, pero siguen en el marco de la precariedades, de la inseguridad ser cancelado en cualquier momento  o reducir sus salarios, quizá no en tan malas condiciones como los trabajadores de estas empresa, que hoy salen a dar la cara antes su situación de precariados.
Hay que tener bien claro que la falta de protección y garantía de los derechos sociales y económicos en que viven los precariados dominicanos, en este caso específico los de call centers, apuntan a un Estado que piensa que el mercado se auto regula por sí solo y que no ha de inmiscuirse en política de mercado, en la relación capital- trabajo, porque esto bloquea la política de inversión privada nacional e internacional.

 La situación laboral de estos precariados forma parte del rostro social  persistente en nuestro país, en cuanto a la no existencia de una política de Estado bien definida, que se preocupe  por la protección de su gente; si el gobierno quiere aceptar las reglas de juego de ese tipo de empresas, que como resultado de la globalización cibermundial de los mercados  mutilan a sus trabajadores, por lo menos que se haga responsable de la otra parte que tiene que ver con la degradación y la precariedad..
 La globalización cibermundial es un hecho ineludible e irreversible, pero la regularización de esta es política y ciberpolítica corresponde al liderazgo de la política de sus gobernantes, quienes deben reinventar una política de derecho a la protección de sus trabajadores. 
Por eso, el gobierno del presidente Danilo Medina, que se ha enfocado en una República dominicana digital, tiene que garantizar los derechos de estos precariados del siglo XXI, además tiene que  intensificar su inversión  en “educación, en investigación  y desarrollo”, para poder cambiarle el rostro total  a la sociedad dominicana. El gobierno tiene que profundizar la inversión “en la mejoría del nivel de vida de la gente”, porque de lo contrario “no habrá desarrollo informacional ni competencia, por más cajas de software que dispongamos y edificios  que los alojen. Conciliar ambos puntos es la clave del desarrollo en el mundo global”. (Lozano: 330). 
Esta visión abordada por Lozano ha sido el hilo conductor  de mis reflexiones en la década de los noventa, cuando  en el país hacía su entrada al escenario el cibermundo, el cual apenas se estaba configurando para ese entonces. Las reflexiones tanto de ayer como la de hoy implican la relación entre sujeto cibernético, discurso, sociedad y poder digital y una articulación entre el desarrollos social, educativo y económico con trasfondo tecnológico digital, envuelto en la cultura cibernética o cibercultura.  
En el cibermundo global  en donde el capital net se mueve en fracción de segundos de un país a otro, sin dar explicaciones de sus movimientos de capitales, los gobiernos han de pensar que es necesario no dejar los mercados y las empresas  definan el panorama laboral y social de su respectivo país, que ellos decidan y dirijan la política económica de los Estados.

Referencia bibliográfica
Lozano, Wilfredo (2013).La razón democrática. Cultura política, desarrollo y clientelismo en la democracia dominicana. Santo Domingo: Búho
Minaya, Julio (2014). Pedro Francisco Bono. Vida, obra y pensamiento crítico. Santo Domingo: Archivo General de la Nación.
Moya Pons, Fran (2014). El gran cambio. Santo Domingo: Banco Popular.
Webgrafia
Merejo, Andrés (2016). “ÁNGELUS NOVUS Y UN HURACÁN LLAMADO PROGRESO”. En: http://www.revistadecooperacion.com/numero 8/e-01.pdf
Vargas, Luis (1/16/2016). http://hoy.com.do/el-60-poblacion-no-gana-para-canasta-promedio-nacional/
 (23/6/2016) http://acento.com.do/2016/actualidad/8359410-trabajadores-call-centers-del-pais-grito-al-cielo-situacion-laboral/
(9/1/2015). http://hoy.com.do/calls-centers-captan-jovenes-pero-laboran-hasta-12-
horas/
(27/1/2015).” http://www.diariolibre.com/economia/economia-personal/la-repblica-dominicana-cuenta-con-ms-de-35000-empleos-directos-en-call-centers-OJdl985821