miércoles, 30 de enero de 2013

Olvidemos la Internet, sigamos en el ciberespacio






El internet como conjunto de configuraciones tecnológicas, soporte físico del ciberespacio, es objeto de preocupación para los ingenieros de sistema, técnicos informáticos y los ejércitos de seguridad de la infraestructura digital.
En cambio, el ciberespacio como espacio virtual, construido por millones y millones de sujetos cibernéticos,  está conformado por ciudadanos de todo el mundo digital o cibermundo, los cuales son los creadores  del ciberespacio.
A estos sujetos del cibermundo les digo que se olviden de la red Internet que fue creada con fines  estratégicos- militares, de control y seguridad social digital  y  que deben seguir en la construcción del ciberespacio. No dejar de navegar, siempre hacerlo con fines estratégicos de ejercicio libertario, de innovación y conocimiento. Navegaciones estas que contribuyen al fortalecimiento de todo tipo de espacio cibernético  como son los casos de las comunidades culturales y científicas, así como la ciberpolítica, con sus redes sociales enmarcadas en el ciberactivismo político y la ciberciudadanía.  
Desde hace más de una década hemos construido unas reflexiones filosóficas que descansan en la comprensión y complementariedad entre el espacio y el ciberespacio. No se  puede seguir en la reproducción del orden del poder digital que tiene por estrategia el valorar la Internet como red o como apunta Andrew Blum en su libro Tubo cuando dice que Internet  está formada por tubos llenos de cables de cobre coaxiales o de fibra de vidrio que  desembocan en un centro de interconexión.   
Estas interconexiones de la red de redes llamada Internet se encuentran ubicadas en varios países del mundo y que encabezan la lista del cibermundo, tales como Japón (Tokio),  Estados Unidos (Miami, Nueva York y Virginia), Alemania (Frankfurt), Holanda (Amsterdam) y Reino Unido (Londres).  
Para el poder digital, su preocupación no está en el control de la red Internet y sus servidores, esto siempre han estado controlados por los poderes digitales, lo que le preocupa es el ciberespacio, que ha sido construido por cientos de millones de sujetos cibernéticos y el cual le ha producido un terremoto un resquebrajamiento social y político en su cibermundo.
De ahí que los empresarios, militares,  políticos o ciberpolíticos  del poder digital apuntan a que dicho sujeto cibernético siga pensando en la internet y no en el ciberespacio, ya que para ellos, pensar en la redes y sus cableríos tecnológicos es  reproducir el orden de la tecnología  con su estrategia de encuadrar a los sujetos como técnicos, tecnólogos, usuarios y consumidores del mercado de internet, como programa y venta en redes con su paquete de idioteces.  
En cambio, el ciberespacio se escribe y reescribe, construye y reconstruye en cada fracción de millonésima de segundo por los sujetos cibernéticos del mundo y el cibermundo. Por lo que no se puede confundir la puerta de entrada que es el internet con el ciberespacio, que está situado luego de que usted traspasa esa puerta de cables y de infraestructura de redes.
En el 1996 John Perry Barlow escribió el primer manifiesto de la independencia del ciberespacio, en Davos, Suiza. En dicho manifiesto se dice que el ciberespacio no tiene frontera, ya que está formado por transacciones, relaciones y pensamientos en sí mismo, que se extiende como una quieta ola en la telaraña de nuestras comunicaciones. Que ese espacio virtual está a la vez en todas partes y en ninguna parte, pero no está donde viven los cuerpos.