viernes, 20 de julio de 2012

El rostro de las protestas, una mirada virtual






Las grandes marchas, manifestaciones sociales y rosarios de protestas se encuentran ausentes en América Latina, específicamente en nuestra sociedad dominicana. Las grandes marchas, huelgas y  protesta sociales se encuentran presentes en Europa, específicamente en estos minutos que corren en España.  
Hace más de dos décadas el filósofo y poeta mexicano Octavio Paz decía  con relación a los países latinoamericanos que Europa vivía ausente de la política, vaciada en el trabajo, el consumo y el placer. Contrario a estos tiempos latinoamericanos, los europeos han recobrado la vuelta a una conciencia de ciudadanía y la han estado configurando en una empatía planetaria que le dará un nuevo rostro, una nueva mirada hacia el resto del mundo y el cibermundo.   
Recorriendo el mundo de las imágenes de las manifestaciones que se  producen en España, nos damos cuenta de cómo las redes sociales digitales han entretejido rostros imaginarios, creativos y de indignaciones.
         Ese Pais se ha convertido en las neuronas-espejo de cómo se reclaman los derechos, la no representación de un gobierno  ejecutivo en contra de sus funcionarios y el resto de la población.
La no resignación de un cuerpo de bomberos en Asturias se convierte en símbolo de una protesta en contra de la subida de impuestos y los recortes salariales de ese país. Un cuerpo de bomberos que muestra un rostro de protesta con una fachada de nudismo donde muestran su trasero. Dejando bien claro que la medida de austeridad les ha dejado en pelotas. Los rostros de protesta invocan la escultura del monumental Culo de Úrculo, escultura de 4 metros y con un peso de mil kilos que se encuentra en la calle Pelayo, frente al teatro Campoamor, en la ciudad de Oviedo, que da una visión de criticidad al despilfarro y descontrol de un capitalismo de casino, turístico, de vino y champán.
Los grandes sucesos que hoy se viven Europa cambiarán todo el panorama mundial. Lo cual no significa que seguimos en un enfoque hegeliano o marxista de historia lineal y de que no pensamos con cabeza propia, critica que también hizo nuestro Pedro Henríquez Ureña.  
Hoy, a diferencia de ayer, América Latina no sigue siendo espectadora de esos grandes acontecimientos, ya que gracias al ciberespacio y a las redes sociales sus habitantes contribuyen a los espacios de empatía y solidaridad social que  se han apropiado de los sujetos que viven en el mundo y el cibermundo.
Sin embargo, muchos de nuestros países viven embriagados por los capitales turísticos,  movidos entre la arena y la democracia, entre el sujeto consumista y la poca conciencia ciudadana.
Nuestros países no han dejado de protestar. El rostro que exhiben no es el de una conciencia de ciudadanía moderna. Nuestras protestas las frenan con cunetas bañadas de sangre para luego quedar todo igual porque el Estado impone con toda su intensidad el terror y el miedo. Diferente a lo que ha ocurrido en Europa, donde los acontecimientos no tienen freno y cambian el mapa de la vida, moviendo los propios cimientos  de los demás países del mundo.