miércoles, 2 de noviembre de 2011

El BlackBerry no es el ciberespacio



El imperio del BlackBerry caerá, ya el iphone 4, ha puesto en baja las acciones de Research in Motion, que es la empresa canadiense que fabrica este teléfono celular, pero esto no significará una hecatombe para los dueños de dicha empresa y no debe ser objeto de preocupación para los cibernautas del cibermundo.

El ciberespacio sin asidero en lo real, sino en las interconexiones de millones y millones de computadoras y teléfonos celulares se ha estado confundiendo con los dispositivos que permiten su apertura.
Se ha estado pensando que el dispositivo digital (BlackBerry) es el ciberespacio, cuando este es un celular que nos ofrece la entrada  al ciberespacio como lo hace el iphone, Motorola entre otros.

Hay que entender que a un producto tecnológico le sucederá otro, o mejor dicho predomina otros, sin embargo la mensajeria de textos, email, redes sociales como facebook, twirte, en fin la entrada al ciberespacio es resultado de la estructura digital, del  soporte material, que brindan las diversas empresas de teléfonos celulares.
La mayoría de cibernautas que tienen Blackberry no comprenden que este móvil no lo hace mayor o menor cibernavegante, ya que las estrategias de las navegaciones no está en el dispositivo, sino en la capacidad intelectual y educativa que se tiene sobre los entornos virtuales que se encuentran en las hondonadas del ciberespacio.

En la era del cibermundo se vive en la cultura de la  moda y  de lo ligero (Light), el tiempo de lo instantáneo, de realidades híbridas, virtual y física; además en la lucha por no envejecer, lo cual lleva al desmonte del cuerpo, a desarmarlo, a no ser el mismo. Caerá el BlackBerry, pero se configuran otras modalidades, no será el mismo, de ahí, que las depresiones o el desencanto por parte de los sujetos cibernéticos sobre este  dispositivo es momentánea, por lo que seguirán los rostros apresurados y adornados de estatus social que vive en la imagen de la tecnología digital y no en la formación y la creatividad de sus entornos virtuales que lo hacen vivir un tiempo diferente al de la instantaneidad.

 Sobre ese tiempo no instantáneo han escrito los filósofos y los poetas, que es el tiempo de lo perdurable ante ese Imperio de lo efímero (1990) como  diría Gille Lipovesky, que es un tiempo del sistema digital del cibermundo, que arrastra la innovación y la aceleración de los espacios virtuales frente a los reales.
Por eso en la era del cibermundo, el 90% de los productos digitales  tienden a ser  desplazados cada 5 o 10 años por otros que tienen  nuevas formas estructurales.
En el cibermundo la innovación, el tiempo es instantáneo, no cubre el real, sino el del ciberespacio. Pero como la complejidad cibernética no anula el espacio y el tiempo real, debemos pensar en el ámbito de lo complejo y recrear lo que dice Luis Borge, en su texto Otras Inquisiciones: Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino no es espantoso por irreal; es espantoso porque es irreversible y de hierro. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero soy el río; es un tigre que me destroza pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El Mundo, desgraciadamente, es real, yo desgraciadamente no soy virtual,  soy Andrés Merejo, quien escribe sobre lo virtual y perdurara en este, pero no en lo real.