lunes, 16 de abril de 2012

Hackers y Junta Central Electoral (publicado en mi libro Hackers y Filosofia de la ciberpolitica


El manejo de información y la manipulación computarizada es
producto de los sujetos y estos tienen estrategias políticas no son
técnico desideologizados.
La Junta Central Electoral tuvo como estrategia darle
el triunfo virtual a Balaguer en las elecciones del 1990, cuando
en realidad fue Juan Bosch quien la ganó. De ahí que Leonel
Fernández llegue a decir en su texto Raíces de un poder usurpado
(1999) que tal suceso tenía una gravísima implicación política.
Fernández, en su libro insiste sobre algunos puntos en donde
pudieron contribuir al fraude electoral del 1996 y que tienen que
ver con el método no procesado en computadoras; no obstante, a
eso, deja por sentado que se trató de un fraude electoral computarizado,
nunca observado en la cultura política dominicana.
Por eso llegó a puntualizar que las distintas manipulaciones
que podían realizarse con la finalidad de alterar los resultados, a
partir del proceso de digitación, del pase del dato del formulario 6
a la computadora; la validación, o revisión de errores detectados en
la digitación y en la aplicación del programa de computadoras.
El fraude que se le hizo al profesor Juan Bosch mantuvo al país
bajo una tensión política y social en la que los resultados de las
elecciones del 1990 se vinieron a conocer el 13 de julio, en donde
se impuso la candidatura de Joaquín Balaguer por una diferencia
de un 1%, unos veinticinco mil votos. Los cuales fueron parte de
los votos dislocados en el centro de cómputo de la Junta Central
Electoral y que favorecía al Partido de Liberación Dominicana.
Ante este Fraude Leonel concluye su texto Raíces de un poder
usurpado diciendo que la democracia estaba en peligro, cosa cierta,
porque Balaguer no solo le hizo un fraude electrónico al Partido de
La liberación Dominicana sino que se lo volvía a repetir en el 1994
al Partido Revolucionario Dominicano (PRD). De seguro que los
mismos técnicos dominicanos podían hacer el fraude, aunque no
podemos descartar que la amplitud del fraude del 90 y el 94 fuera
dirigida por expertos informáticos provenientes de Venezuela y
Colombia y con características de hackers mercenarios.
 El Siglo, 20/5/2000