lunes, 24 de febrero de 2020






Ciberpolítica: democratizar  la democracia dominicana





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Muchos analistas han llegado a la conclusión de que la democracia política es un proceso vivo que desde la segunda mitad del siglo XX está sufriendo una profunda transformación. Uno de los más brillantes historiadores de la democracia, John Keane, está convencido de que está naciendo una nueva forma democrática que puede ser definida como posrepresentativa, no porque abandone las formas de representación basadas en el voto libre de la ciudadanía, sino porque agrega a estos procesos tradicionales nuevos y poderosos mecanismos de escrutinio no parlamentario (…) Pero lo más importante serán las tendencias que impulsen la democratización de la democracia y la expansión de los grupos e instituciones independientes y autónomos que sean capaces de convertirse en sofisticados y modernos monitores del sistema político. (Roger Bartra, 2012)





Los juegos simbólicos culturales que expresan los sujetos en las redes sociales forman parten de la cibercultura que, a la vez, evidencia prácticas virtuales políticas que no se encuentran en los entornos reales. Pero están ahí, como dispositivos de enlaces, de contacto e interactividad con la práctica de la  política real. Esto no significa que desaparezca la política tradicional, sino que ambas forman un híbrido en el cibermundo, en el que esta última tendrá que innovarse, ante la forma de hacer política, so pena de mantenerse en la filosofía del gatopardismo, que consiste en un cambio político para que todo siga igual. 

La política en el ciberespacio se ha ido construyendo a través de las diversas prácticas virtuales producidas por diversos actores sociales. En fin, son tiempos de la ciberpolítica, es decir, una nueva forma de hacer política mediada por entornos virtuales.  No es destruir, sino cambiar la regla de juego tradicional de la democracia representativa, que tome en cuenta a las multitudes inteligentes de las redes sociales, tales como las que se han estado manifestando al frente de la Junta Central Electoral, luego de la suspensión brusca de las elecciones municipales, por el  alegado sabotaje al voto automatizado, el pasado domingo 16 de febrero de  2020.

En la ciberpolítica, la interacción virtual actualiza permanentemente la información, cosa que no sucede en la política tradicional. Lo virtual disloca lo real. La fascinación por el ciberespacio ha abierto un mundo  en donde hay de todo: la pluralidad, la horizontalidad, la no jerarquía y la no identidad. Anonymous es la expresión de los sin rostro, de los indignados, de la expresión de la ciberpolítica en cuanto rechazo a las antiguallas ideológicas que predominan en la política tradicional.

Las redes sociales y sus aplicaciones, con Facebook, Youtube, Twitter, Instagram, WhatsApp y My Space a la cabeza, entraron en escena en este siglo XXI. El mundo de los negocios celebró dicho escenario con vino y champán. Sin embargo, sus creadores jamás pensaron que tales redes se entretejerían en movimientos sociales y comunidades virtuales para luchar contra la corrupción, la falta de transparencia y el autoritarismo político.

Por eso, no se pueden reducir las redes sociales a la ciberadicción, movimientos coyunturales neopopulistas y a paquetes de informaciones triviales, pertenecientes al contenedor virtual de la ciberbasura. En el ciberespacio y las redes sociales, lo más preocupante para las élites de poder, es cuando los sujetos cibernéticos cuestionan el funcionamiento del orden social y político.  De ahí que los gobiernos y los políticos neoliberales del mundo ven como amenaza las redes sociales, el ciberactivismo político y la ciberciudadanía, ya que el ciberespacio lo focalizaron como espacio virtual solo para idiotas. 

Es por eso que la ciberpolítica viene a resquebrajar la práctica política tradicional de los ritos del poder político, ya que no se puede convocar marchas y concentraciones sin redes sociales. El movimiento de los 140 caracteres de Twitter disloca el activismo tradicional de la política, de ahí el ciberactivista político que tiene presencia en las redes, que crea y recrea en fracciones de segundos unos movimientos sociales que se concretizan en la plaza pública.

Es por es, que vemos como miles ciudadanos dominicanos en santo domingo, Santiago, San Francisco, Barahona y Higüey; así como allende de los mares, Nueva York, España y varios países europeos se levanta como ciudadanos dominicanos que son para estar presente e indignados, ante la actual crisis política en que se encuentra la nación dominicana. Esta lucha por la democratización de la democracia, la están encabezando, los jóvenes, específicamente los nativos digitales del ciberespacio, los que han nacido en el cibermundo son los protagonistas de una historia de política inédita en la República Dominicana en la era del cibermundo. Ellos son los que juntos a sus padres y abuelos (inmigrantes digitales) lo que tienen que construir el sentido de democratizar a la democracia transida dominicana, para ue pase de lo transido a lo transitorio y no que sea permanente como el círculo vicioso de la política del lampedusismo y de lo Light, que siempre se vive en cambiar para que todo quede igual, como decir café sin cafeína.
             La democratización se va construyendo es en el ejercicio de la libertad, de uno sentirse que es libre para ejercer sus derechos civiles y políticos, sin que con estos se carga en el neopopulismo y si en un sacudión político, que hagan entender a los partidos tradicionales, que no es la filosofía del gatopardismo o lo que necesitamos, en cuanto el cambiar todo para que nada cambie. Estos partidos, los jóvenes que están ellos, sepan que la democracia dominicana esta transida, no resiste seguir viviendo bajo ese ese modelo de Estado clientelar, patrimonialista y de hipercorrupción, que excluye prácticamente a la población dominicana. Si no hay profunda reforma social y política pasaremos de sociedad transida a hipertransida, en que no existiríamos como sociedad y donde el caos sería el orden del día, por la falta de cohesión social.




Ciberpolítica: democratizar a la democracia dominicana

En la actualidad el proceso retroceso democrático empieza en las urnas. La senda electoral hacia la desarticulación es peligrosa (…). La población sigue votando. Los autócratas electos mantienen una apariencia de democracia, la que van destripando hasta despojarla de contenido. (Steven Levitsky Y Daniel Ziblatt, en su texto “Como muere la democracia,”2018, pp.13-14)



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La ciberpolítica es una construcción simbólica de un mundo político no tradicional que pone de manifiesto los sujetos cibernéticos a través de sus prácticas virtuales y sociales en el ciberespacio y espacio físico, ambos entretejidos de redes sociales. En esta no cuentan las reuniones de los comités de base. Son las redes sociales las que hacen y deshacen las agendas políticas. No hay militancia partidaria. Lo que cuenta es el ciberativista, el cual participa e incide en las redes. En esta modalidad política,  los sujetos se organizan en redes, el liderazgo es compartido, no hay “masa”, cada quién tiene algo qué decir y lo dice.

No hay control para callar a la gente. El ciberespacio es un descontrol. Todo el mundo quiere ser partícipe de los procesos sociales que se producen en lo real y virtual. La hiperconetividad entretejida de redes y la nueva forma de participación social hacen estallar la manera de hacer política. No vivimos del paso de lo virtual a lo real, porque ambos forman parte del espacio y ciberespacio: Facebook, Google, Instagram, Twitter, entre otras redes sociales y aplicaciones no son en sí una era, aunque son parte de un mundo digital: el cibermundo (Merejo, 2007; 2012; 2015; 2017).

Desde este enfoque se estudian acontecimientos sociales en la sociedad dominicana como son la lucha por un no a la cementera en Los Haitises (2009), el movimiento el 4% para educación (2011), el movimiento  Marcha Verde (2017) y las diferentes formas de protesta que han brotado desde el 16 de febrero 2020, como son el movimiento de los indignados de la Plaza de la Bandera y el monumento de Santiago, entre otras regiones del país; además de  todas las manifestaciones espontáneas como los cacerolazos, las circulación de vehículos con las luces encendidas o tocando  sus bocinas a determinadas horas del día.  

Los últimos dos movimientos sociales (2017; 2020) no son coyunturales. Aunque la Marcha Verde no volvió a ejecutar su accionar como lo hizo en esa época, permanece como meme político de indignación política en la conciencia de los ciudadanos, lo que hace que se retome su lucha desde otro procedimiento ciberpolítico, como La Marcha del Millón, el 27 de febrero 2020.

El estudio de estos acontecimientos nos abre la perspectiva para situar los discursos de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt , los cuales hacen un diagnóstico en su libro Cómo muere la democracia (2018), relacionado con la democracia representativa cuando dicen que  no son los golpes de Estado militares tradicionales que quiebran la democracia, sino que es desde la misma democracia misma que se está produciendo este fenómenos y que los responsables son los mismos gobernantes que surgen de los procesos electorales democráticos.

Es precisamente lo que se está viendo en la República Dominicana, es decir, una democracia transida, agotada, abatida, que va muriendo lentamente, si no se democratiza. El buscar explicación y comprensión de tal fenómeno social y político pasa por una conceptualización que entra en la ciberpolítica y en el estudio político no tradicionales, pues tienen como referencia la historia política de los últimos 30 años y de manera puntual, las últimas dos décadas del siglo XXI, de esta era del cibermundo y sus redes sociales. Por eso dicen estos autores que desde “el final de la Guerra Fría, la mayoría de las quiebras democráticas no las han provocado generales y soldados, sino los propios gobiernos electos” (ibid., 13).



En sus discursos, estos dos investigadores de Harvard expresan cómo el presidente Donald Trump se valió de las redes sociales y otros medios para lograr ser el Presidente de Estados Unidos,  y que  mucho antes de entrenarse en el cargo, daba la prueba de positivo en cuanto ser una figura autócrata y antidemocrática. Es este tipo de liderazgo antidemocrático el que en estos últimos tiempos ha estado pariendo el proceso agónico de la democracia. Tal proceso, lo explican los autores con rigurosidad y sin intensas pasiones ideológicas.

Por eso el cómo muere la democracia entra en estos tiempos en los análisis de lo ciberpolítico, porque hay que buscar repuestas a estos acontecimientos políticos electorales que hoy se viven en la era del cibermundo y tomar en cuenta que esta nueva forma de hacer política en el mundo de lo virtual y sus redes sociales cobran su valor en el plano de la lucha por la democratización de la democracia.

Los que piensan que se vive en la política sin comprender que también la ciberpolítica existe y que desde esta se generan  acontecimientos sociales inéditos, vivirán asustados y con temor a que todo se puede derrumbar o venir el caos, lo cual puede ser cierto, pero no será producto de las redes sociales, las cuales forman parte del mundo virtual en  que estamos viviendo. Quiérase o no, estamos obligados a vivir en este mundo cibernético o de lo contrario puede usted irse desde ahora a vivir en el inframundo de los muertos.

Así como del capitalismo mercantilista y el monopolista brotaron sus relaciones sociales de la producción y del consumo, desde el cibermundo, de su economía de aprendizaje y el conocimiento, envuelta en un capitalismo net, han brotado redes sociales de producción de información, conocimiento y consumo. Vivimos en un mundo cibernético que lleva en su seno la innovación, lo convulso, transido y perplejo.

El lenguaje momificado del poder y los poderosos que maldicen esta oleada de jóvenes contestarios proviene de funcionarios que no respetan a sus hijos, los educan con prácticas autoritarias, y al parecer,  quieren que sus hijos vivan idiotizados en lo virtual y que no convivan con los demás en la plaza pública y en espacios reales. El aferrarse al poder a como dé lugar les importa más a esos funcionarios, que cualquier intento de cuestionar la democracia transida en que vivimos, dejan mejor que sus hijos vivan en la ciberadicción y a que vivan en el slacktivismo solitario (cibervago idiotizado, pegado a la pantalla y al cliqueo) ante que vivir en el hacktivismo como formas de hacer política (ciberpolítica) en el ciberespacio, en las redes sociales con el objetivo de democratizar la democracia y luchar contra toda dictadura.

Es en este contexto de pleno ejercicio democrático que los dominicanos han creado un nuevo ritmo de protestar ante la democracia transida en que vivimos. En algunos casos,  producen una sinfonía musical en la que multitudes inteligentes tocan las bocinas o prenden las luces de sus autos y en ocasiones se dan conciertos en diferentes residenciales, torres y centros comerciales de cacerolazos. Estos sucesos se están produciendo en el día y la noche en los sectores bajo, medio y alto de la sociedad dominicana. Esto deja bien claro que no se puede inventar modificar la Constitución u otras leyes y crear componendas políticas, sin que exista régimen de consecuencia, la sociedad ha estallado y la historia en la nacion dominicana no será igual  después del 16 febrero 2020.



Democratizar la democracia implica reformas sociales, económicas y políticas profundas en las que lo excluido también existe. Todo lo expuesto y muchas cosas más hay que comenzar a cambiarlas para que no muera la democracia en manos de los mismos que se dicen ser demócratas.

Los discursos de Levitsky y Ziblatt, a lo que nos hemos referido están relacionados a la democracia, el autoritarismo y los partidos políticos en países latinoamericanos y del Caribe. De ahí, la importancia del párrafo siguiente: “Los autócratas que pretenden consolidar su poder acostumbran a reformar la Constitución, el sistema electoral y otras instituciones de modo que resultan desfavorables o debilitan a la oposición, inclinando de nuevo el terreno de juego en contra de sus rivales. Estas reformas suelen llevarse a cabo bajo el pretexto de hacer un bien público, cuando en realidad lo que se persigue es favorecer a quienes ostentan el poder”. (ibid., 106)

Esta ha sido en cierta forma del poder y el arte de gobernar la democracia representativa en la sociedad dominicana. Esa manera autocrática en el ejercicio de gobernar, es lo que ha provocado la erupción volcánica de la democratización de la democracia, que implica trasparencia y cambio de las reglas de juego en el proceso político.

 
Ciberpolítica: democratizar la democracia dominicana




Las nuevas actitudes, creencias, formas de tolerancia, así como la adhesión a los derechos humanos y a su condición universal son un producto tanto del cambio tecnológico como de la educación. Tendrían que ser arrancadas por la fuerza de los cuerpos, las mentes y las microestructuras de una gran mayoría de los menores de treinta y cinco años. (Paul Mason, el miedo a la libertad. 2017, p.201)



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La ciberpolítica que brota de los medios digitales (móvil, tableta, laptop) busca diversos propósitos  en el ciberespacio (construcciones  simbólicas y políticas en redes); por lo que no es por capricho de juventud, ni por estar en la moda (aunque una parte lo están, lo cual  tampoco está mal ), más bien, se movilizan en  la Plaza de la Bandera, en el monumento de Santiago y parques y calles de la República Dominicana , porque algo está fallando en el sistema democrático representativo y  no está funcionando bien.


Monge y Oliván, en su texto Hackear la política (2019), enfatizan que de la única forma que se puede salvar la democracia no es sepultándola, sino dando más democracia, a la democracia le hace falta más democracia, no encasillarla a coyuntura política, es decir de “una democracia intermitente-que solo se da en el momento electoral- a una permanente”, lo que no significa que esta no sea importante para rechazar lo que realmente se quiere rechazar, ya que el votar entra en la democratización de la democracia, siempre y cuando las instituciones junto a sus máximas  autoridades cumplan  con la transparencia y la pulcritud en el sistema electoral que se implemente.

El tal sentido, hay una desconfianza generalizada por parte de la sociedad en torno a la Junta Central Electoral, a raíz del abortado proceso electoral de 16 de febrero 2020. Sus jueces no producen credibilidad y transparencia en relación al proceso del 15 de marzo y el 17 de mayo de 2020. Serán los propios ciudadanos, la sociedad civil y todas las instancias institucionales que han de convertirse en observadores de dicho proceso, caracterizado por un archipiélago de incertidumbre. Los movimientos sociales juveniles han de construir su propia agenda política para participar en un diálogo nacional.

El derecho al voto y luchar por la perseverancia y las convivencias en los valores democráticos es fundamental para democratizar la democracia representativa en la que vive la sociedad dominicana transida y cargada de cultura y pasiones políticas caóticas del siglo XIX y  del pragmatismo político balaguerista del siglo XX. Las pasiones y agitaciones políticas y de dialogo  que perviven en los partidos tradicionales no tienen que ver con la forma de hacer política moderna y de organización  y mucho  menos con la ciberpolítica en el cibermundo, en cuanto participación interactiva y empoderamiento social. La práctica política balaguerista no es democrática, mas bien,  es autocrática, centralizada  del poder en una figura que se cree divina y mesiánica, en la que el gobernante ejerce el poder desde el Estado y terminan siempre concentrándolo como la figura número uno (presidente), por lo que se puede dar el lujo de violentar las leyes y con su accionar romper reglas y procedimientos democráticos.

Democratizar la democracia implica que luego de culminadas  las elecciones, se ha de proceder a  cambiar el procedimiento jurídico de elegir los jueces y sus suplentes de la JCE, por lo que esos  se han  de ir, ya que si actúan adecuadamente es por la presión que tienen de que todo trascurra  con normalidad. Se ha luchar, también, por cambiar el modelo de Estado clientelar y patrimonialista hinchado de hipercorrupción, el cual hunde en lo transido a la sociedad, de lo contrario,  el panorama social de indignados dominicanos  se agigantará cada día para luchar por una democracia no transida y sí  innovadora, lo hará sobre la base del pleno ejercicio de la libertad y del civismo que tiene registrado en su memoria (meme cultural democrático) la sociedad dominicana.

La Plaza de la Bandera (Distrito Nacional) y los demás espacios públicos de provincias han  de convertirse  en expresiones políticas donde también  salgan a relucir el arte, del ciberarte, de la ciberpoesía, la pintura, que tenga sus espacios, así como ya lo tienen  los conciertos musicales y el videoclip, que es representación visual y musical de la democracia transida en que hemos vivido los dominicanos,  los cuales quedan registrados  como unidades culturales (memes) en el espacio y el ciberespacio (cibercultura  social).

El pensador y sociólogo Zymunt Bauman, aborda  algunas ideas sociológicas y políticas para estos tiempos en que la democracia global se encuentra transida. Ideas estas que expuso en un debate internacional sobre el “Gran retroceso” que está sufriendo la democracia y “el reto urgente de reconducir el rumbo” de esta, que se redefina en su democratización, en el ejercicio del poder, en su descentralización, en hacerlo más participativo, más dialógico y plural.

La nación dominicana vive en tiempo de incertidumbre, transido, por lo que necesita un cambio que no deje todo igual (gatopardismo).  Para tales cambios no hay un oráculo, por lo que implica el arte de conocer lo que se conoce, no a corto plazo, ni manera instantánea,  sino  a largo plazo,  y en la que lo dialógico no esté ausente del escenario social, como bien precisa Bauman (2017):



Postular una cultura del diálogo como meta de la educación y postularnos a nosotros en el rol de maestros implica a las claras que los problemas que nos acosan hoy en día no van a desaparecer en un futuro cercano; se trata uno problemas que no nos servirá de nada intentar solucionar “de las formas en que estamos acostumbrados”, pero a los que la cultura del diálogo tiene una posibilidad de encontrar unas soluciones más humanas (esperemos más efectiva).



Los jóvenes nets y los nativos digitales, han de comprender que aprender de nuevo  es construir una concepción de la ciberpolítica, en la que democratizar la democracia, también incluye lo dialógico, en las que ellos (constituido como movimiento) exijan ese derecho, para que dicho diálogo no sea un monólogo, una componenda entre partidos, Iglesia  y empresarios, tal como se conoce en la historia de la democracia representativa (1978-2020) que hemos vivido.

Es por eso, que han de empoderarse de los espacios públicos  para construir símbolos de convivencia, ejercicio de libertad, democracia dialógica y ampliar la lucha social en forma lúdica, de la misma forma que lo han venido haciendo con los memes políticos.  Una lucha que no deje a un lado la repuesta puntual por parte de la JCE, por la cancelación electoral del 16 de febrero y el sometimiento de los responsables a la justicia,  y por una pluralización del poder, hacerlo lo más descentralizado posible, lo que significa que hay que votar en las elecciones municipales y presidenciales y estar  vigilantes  de todo el proceso electoral y el marco de tal proceso exigir profundas trasformaciones sociales, educativa y económica.