martes, 27 de noviembre de 2012

La dominicanidad transida y fragmentada





 En el texto La dominicanidad viajera 2001, el intelectual Miguel Ángel Fornerín dice que no existe una nación y una emigración, ni una  voz. Que la dominicanidad no tiene asiento, es viajera, diversa y múltiple.
En su discurso sobre la dominicanidad viajera, Fornerín desgaja diferentes imágenes que conspiran contra  una visión esencialista de esta. Lo cual posibilita una cartografía de una sociedad con rostro fragmentado.
Como las demás imágenes, esta dominicanidad transida se encuentra  fragmentada tiene su historia, que por tradición ha sido en parte la historia del hambre, de la falta de institucionalidad, del autoritarismo político, de crisis de los servicios, como la salud, de la educación y  la energía eléctrica.
Esta imagen de la dominicanidad ha sido recurrente, viene y va, opaca a la demás imágenes que tienen rostro de modernización y postmodernización ,de lo analógico y lo digital.   
Es una dominicanidad  transida , fragmentada y disecada por políticos y funcionarios virtuales con lenguaje momificado que  ignoran el precario vivir de una población que ya no se consterna cuando los sucesos de su vida cotidiana llevan palabras como estrangular, descuartizar, ahorcar, degollar, violar, robar, asesinar, ejecución policial, reforma fiscal,  e  impunidad, corrupción y deuda externa e interna de un Estado funebre. 
La imagen de esa dominicanidad recorre unos espacios divididos entre lo seguro y lo inseguro, lo virtual y lo real, zonas amuralladas y zonas grises, entre la fascinación por el consumo y la falta de conciencia ciudadana.  Ésta gira alrededor de unos dominicanos con rostros fragmentados y angustiados, que  han conocido un Estado de malestar y no de bienestar.  
De ahí que ese rostro de la dominicanidad transida se desangre, se despedace,  a tal punto que en el XV Congreso Internacional de Psiquiatría, celebrado en el país a fines de octubre pasado (2012), se haya dicho que las violaciones sexuales, los feminicidios, las riñas y las delincuencia comun  han estado produciendo un pánico generalizado.
La dominicanidad transida vive desgarrada, con ojos de impotencia e indiferencia, seducida por la seguridad individual y la pérdida de la solidaridad, razón por la cual a ese  panorama nublado no se le puede llamar progreso, ya que lo que existe en nuestro país no es un mercado, sino una  sociedad  de mercado.
Esta sociedad ha sido creada por los líderes políticos que a nombre del progreso, la razón y la historia han descalabrado la convivencia y la cohesión social. Tal visión de progreso tiene su falla filosófica, ya que nos da cosas, pero no seres humanos, nos da mercancías e engreimiento social, mas no sentimientos y  alegría.
         Este es el panorama, en que hoy vive la nación dominicana y por el cual se han estados indignandos los jóvenes net y los nativos digitales. Dicho jóvenes inician un nuevo capítulo en el país,  este tiene que ver con el empoderamiento y la conciencia ciudadana.