miércoles, 20 de marzo de 2013

El rostro de la ignorancia en las redes sociales dominicanas





Navega campante por los vericuetos de las redes sociales, deja huella en Facebook, su imagen configurada en escáner, la hace pensar rubia, cree que la dominicanidad está en la genética, confunde lo racial con lo cultural, se niega a sí misma, con su hispanofilia y negrofobia .    
Sus gestos, sus miradas, son de  una pequeña burguesa, que la hace pensar que pertenece a la alta sociedad de cultura hispanófila, en donde el desprecio se mide no por el dinero, sino por la tradición del conservadurismo oligárquico, trujillista y balaguerista.   
El perfil, la imagen que presenta en Facebook, Twitter, es de agonía, de poca formación cultural, más que un hueco, su rostro evidencia una falla histórica de su vida real. De ahí que se refugie en escenarios virtuales, ya que para ella el ciberespacio  es un espacio de moda, de presentar una biografía vaciada de contenidos, una imagen en donde se esfumaron las arrugas, haciéndola competitiva no para los mercaderes del poder, sino para una buena ama de casa.
Es un sujeto cargado de frustraciones y amarguras, de conciencia de consumir todo lo importado, no de conciencia ciudadana de construir todo lo olvidado por los gobiernos de turno y lo cual tiene que ver con educación, salud, cultura y convivencia ciudadana. Pero a ella no le interesa, ya que ha vivido de ese negocio de por vida bajo el reguardo de políticos y jefes militares.
De ahí que el problema de la dominicanidad no  solo es el analfabetismo de miles de dominicanos, sino que lo más terrible es porque se creen alfabetizados funcionan en las reglas del juego de lo simbólico y lo social, se creen que pueden hablar de todo sin haber pasado por universidad alguna.
Por haber sido alfabetizada de manera funcional y digital, se cree importante, sin comprender que la única forma de trascender su rostro de mendacidad,  es reconstruyendo su vida fallida. Pero la mitad del camino le revela que es tarde y su noche se acerca para ir como los ríos a la mar, por lo que no hay innovación en su conocimiento, ya que nunca lo tuvo.
         Su rostro encarna todos los rostros  de la ignorancia que se pasean por las redes sociales del ciberespacio y que son cómplices de los espectáculos,  de la vida light que ofertan los políticos corruptos, en un país destrozado y sin  tradición en conciencia ciudadana.
Es un rostro que no entiende que la dominicanidad es el predominio del sincretismo, entre el español y el negro, si se quiere la negra, en donde nace el mulato, que somos nosotros, en su historicidad, no en la imagen de lo virtual cibernético,  que en el fondo son petrificaciones descoloridas y altas  resoluciones digitales.
Su mundo es el del mito digital que confunde las imágenes de las navegaciones en las redes sociales con el mundo de los procesos reales. El  perfil que presenta en Facebook, en Twitter,  más que manifestar un espíritu innovador, lo que revela es su falta de conocimiento en cuanto a entender que el ser  dominicano está marcado, desde el siglo XVII, en su inmensa mayoría por la vida del mulato y del negro.