Navega
campante por los vericuetos de las redes sociales, deja huella en Facebook, su imagen configurada en escáner,
la hace pensar rubia, cree que la dominicanidad está en la genética, confunde
lo racial con lo cultural, se niega a sí misma, con su hispanofilia y
negrofobia .
Sus
gestos, sus miradas, son de una pequeña
burguesa, que la hace pensar que pertenece a la alta sociedad de cultura
hispanófila, en donde el desprecio se mide no por el dinero, sino por la
tradición del conservadurismo oligárquico, trujillista y balaguerista.
El
perfil, la imagen que presenta en Facebook,
Twitter, es de agonía, de poca formación cultural, más que un hueco, su
rostro evidencia una falla histórica de su vida real. De ahí que se refugie en
escenarios virtuales, ya que para ella el ciberespacio es un espacio de moda, de presentar una
biografía vaciada de contenidos, una imagen en donde se esfumaron las arrugas,
haciéndola competitiva no para los mercaderes del poder, sino para una buena
ama de casa.
Es un
sujeto cargado de frustraciones y amarguras, de conciencia de consumir todo lo
importado, no de conciencia ciudadana de construir todo lo olvidado por los
gobiernos de turno y lo cual tiene que ver con educación, salud, cultura y convivencia
ciudadana. Pero a ella no le interesa, ya que ha vivido de ese negocio de por
vida bajo el reguardo de políticos y jefes militares.
De ahí
que el problema de la dominicanidad no
solo es el analfabetismo de miles de dominicanos, sino que lo más
terrible es porque se creen alfabetizados funcionan en las reglas del juego de
lo simbólico y lo social, se creen que pueden hablar de todo sin haber pasado
por universidad alguna.
Por
haber sido alfabetizada de manera funcional y digital, se cree importante, sin
comprender que la única forma de trascender su rostro de mendacidad, es reconstruyendo su vida fallida. Pero la
mitad del camino le revela que es tarde y su noche se acerca para ir como los
ríos a la mar, por lo que no hay innovación en su conocimiento, ya que nunca lo
tuvo.
Su
rostro encarna todos los rostros de la
ignorancia que se pasean por las redes sociales del ciberespacio y que son
cómplices de los espectáculos, de la
vida light que ofertan los políticos
corruptos, en un país destrozado y sin
tradición en conciencia ciudadana.
Es un
rostro que no entiende que la dominicanidad es el predominio del sincretismo,
entre el español y el negro, si se quiere la negra, en donde nace el mulato,
que somos nosotros, en su historicidad, no en la imagen de lo virtual
cibernético, que en el fondo son
petrificaciones descoloridas y altas
resoluciones digitales.
Su
mundo es el del mito digital que confunde las imágenes de las navegaciones en las
redes sociales con el mundo de los procesos reales. El perfil que presenta en Facebook, en Twitter, más que manifestar un espíritu innovador, lo
que revela es su falta de conocimiento en cuanto a entender que el ser dominicano está
marcado, desde el siglo XVII, en su inmensa mayoría por la vida del mulato y
del negro.
2 comentarios:
Los artículos me parecen excelentes.
De hecho los estoy recomendando ampliamente al colectivo de doctorantes en Pensamiento Complejo del Profesor Edgar Morin .
A propósito, es posible que a tus visitantes les interese saber que existe una universidad en el planeta donde todos los Posgrados son a distancia y están basados en el tema de complejidad .
Un saludo cordial. Aprovecho para invitar a la comunidad internacional a colaborar con este magnífico Blog.
Este articulo revela la naturaleza de una gran parte de dominicanos, que no se preocupan por estudiar o superarse en la vida, o más bien no tuvieron la oportunidad de hacerlo, y los mismos viven una vida conformista, digo así porque se conforman con saber accesar a las redes sociales y vivir de una botella del gobierno. Se conforman con la miseria, con el sistema corrupto, creen que su viaje a la felicidad está en manos de un extranjero o en un viaje en yola. Muestra aquel dominicano capaz de vender lo que tiene para comprar un paseo por el mar caribe, en vez de invertirlo en su superación personal e intelectual. El tal no entiende que el conocimiento embellece y enriquece al ser humano, el mismo es capaz de posicionar al hombre un estatus social, más alto.
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