Si en
algo se han caracterizado los gobiernos de turno que han dirigido el Estado
dominicano en las últimas dos décadas, es en
darle un rostro al dominicano de pulpero, ventorillero,
motoconchita y paletero, los cuales han sido
conectados al mundo de lo virtual y al mito de lo empresarial. Son,
supuestamente, cibernautas enganchados a empresarios.
No
entienden de ese mundo digital, ni les interesa. De ahí, su indiferencia
cultural. Los gobiernos de turno son amantes del neoliberalismo en donde los
rostros no entran en el juego de las relaciones humanas, sino en el de la
mercantilización, en el de la cultura de la pobreza, que a la vez es una indiferencia cultural.
Tal
indiferencia es un cuadro dantesco, como el
de la Divina comedia, donde Dante andaba perdido a mitad de su vida
por los vericuetos del Purgatorio. Allí las almas se agitan, se sienten
atrapadas y confundidas, ya que no saben si
van al Paraíso o al Infierno. Tal es hoy día la vida de una franja de
dominicanos que viven atrapados en las precariedades del trabajo, el placer y el
consumo, en el pluriempleo, en un eje
que les conectan con salarios que apenas dan para pagar la tarjeta de crédito
que condensa los gastos cotidianos y sus permanente deuda.
De ahí,
el movimiento de esta franja de dominicanos que son la pequeña burguesía
derrotada, cansada , traicionada e indignada, por otros que fueron de su misma
clase y hoy ascendieron gracias a su estrategia política que ha tenido como
blanco, el Estado y sus diversas instancias. Dicho sector que vive en el Purgatorio,
se mueve, entre este lugar y la
esperanza en el Paraíso, en donde están la minoría de políticos privilegiados,
que ha llegado a ser hombre de éxito, gracias a la corrupción y la impunidad.
Si hoy
la pequeña burguesía vive en un vendaval que gira entre la agitación social y
su indiferencia cultural, es porque al parecer su alma no está mirando una
esperanza encaminada a respirar aire paradisíaco, sino por el contrario, el
fuego que le está calentando el trasero, que si sus miembros no se mueven, caerán
en los nueve círculos del Infierno, que son los lugares de donde nunca han
salido los pobres dominicanos.
Pero
la grandeza de esas almas dominicanas, que son la inmensa mayoría, radica en
que son trabajadoras, viven buscándose
el diario vivir, agotadas en la noche después de tanto pasar trabajo. Su
pobreza es de conciencia, de una indiferencia cultural en cuanto a no
levantarse en una lucha permanente contra los que han traicionado los ideales
de Juan Pablo Duarte y que viven el circo de las ofrendas florales y los ritos
ceremoniales de las fechas patrias.
2 comentarios:
Increíble pero cierto, nuestra República Dominicana, tierra que costo un matinal de sangre, de aquellos hombres virtuosos que lucharon y dieron su vida por la libertad y la soberanía de nuestra quisqueya. Yace sumergida en la corrupción de un grupo de hombres que no tienen el mínimo gado de ética, hombres corruptos que roban las fuerzas y los sueños de los menos pudientes. Aquellos ignorantes que cada 4 años depositan un voto de confianza por aquellos malhechores, los cuales ellos creen que cambiaran la situación de nuestra dominicana.
Da pena decirlo que carecemos de conciencia, sí, porque sabemos cómo funcionan las cosas y tenemos el coraje de armar trifulcas cuando se habla en contra de nuestro partido político, y más aún hacemos una fila para votar por ellos.
Increíble pero cierto, nuestra República Dominicana, tierra que costo un matinal de sangre, de aquellos hombres virtuosos que lucharon y dieron su vida por la libertad y la soberanía de nuestra quisqueya. Yace sumergida en la corrupción de un grupo de hombres que no tienen el mínimo gado de ética, hombres corruptos que roban las fuerzas y los sueños de los menos pudientes. Aquellos ignorantes que cada 4 años depositan un voto de confianza por aquellos malhechores, los cuales ellos creen que cambiaran la situación de nuestra dominicana.
Da pena decirlo que carecemos de conciencia, sí, porque sabemos cómo funcionan las cosas y tenemos el coraje de armar trifulcas cuando se habla en contra de nuestro partido político, y más aún hacemos una fila para votar por ellos.
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