Un
recorrido por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) es contemplar la modernización de su
edificaciones exceptuando algunas, como el caso de la Facultad de Humanidades,
que se quedó sin entrar al festín de las millonadas, no porque no estaba en el
proyecto del mito del “jardín del fuero universitario”, sino porque parte de los
fondos que se le otorgaron al contratista se esfumaron juntos con este. Parte
de esas edificaciones se presentan como un mito vaciado de significado, tal
como lo aborda el discurso de Roland. Barthes,
quien explica cómo el mito trata de borrar huellas, historia y se
convierte en un rodeo, en un metalenguaje.
Si
observamos la portentosa Torre Administrativa o el parqueo de la UASD, se erige
la importancia de la obra, se justifica dicha construcción, la cual se retuerce
en un ejercicio mental, en cuanto que esas obras son necesarias, cobran vida,
mito que no dice nada de su sobreevaluación y de la estrategia de acumulación
de capital por parte de sus funcionarios virtuales.
Estos
funcionarios con tales estrategia de construcción no buscaban un sentido de
transformación de la institución, sino un espacio donde se puede invertir sin
que nadie lo objete. Como dicha inversión en esta área nadie la cuestiona, le
sirvió de canal para su acumulación de capital.
Tales
inversiones se han tragado el mismo sentido de la educación y el de los demás
derechos, como el 5 % del Presupuesto del país para la UASD y otras esferas de
libertades del sujeto, como una tan sencilla, el derecho a protestar y no ser
ejecutado en plena movilización contra el paquetazo fiscal, como le sucedió al
estudiante de quinto año de medicina Willy Warden Florián de 22 años, quien
recibió un balazo en el tórax o la profesora Ángela Heredia Moquete
por protestar en su barrio, Villa Estela de Barahona, en demanda del servicio
de agua potable.
Pero
estos tipos de servicios, como el de reformar el cuerpo policial no forman
parte de la estrategia de inversión de los gobiernos. En cambio, la Biblioteca
de la universidad entra el festín de la fiesta del mito, porque su remodelación
forma parte de esa estrategia de acumulación de riquezas de una fracción de la casta política del PLD.
Si
pensamos en estas tres edificaciones que han transformado la UASD, no cobra
fuerza el sentido de la responsabilidad ciudadana, sino la ideología que junto
al mito refuerza y justifica el discurso lógico. “Todos los políticos son
corruptos y por lo menos ahí está la obra”, o la siguiente, “Déjate de eso, ¿qué
hicieron los otros?”. En fin, una ideología para idiotas, porque se cree que
todos somos idiotas y que en nuestra universidad nadie piensa, cuando lo que
estamos ahí somos académicos, no idiotas.
Pero
vamos desmontando el mito, resquebrajándolo, buscando donde hay critica,
conocimiento, y no ideología. Una mirada al edificio tecnológico que se
encuentra en la parte de posterior de la Biblioteca Pedro Mir dice tantas cosas
esplendorosas que logra que los ojos broten, aunque se oculte su sobrevaluación
en más de 1.190 millones de pesos, si pensamos en que su presupuesto original
se estimó en menos de 300 millones de pesos.
Pero
la obra está ahí. Es lo más importante, según el discurso de la ideología
política de los corruptos y los que la critican son personas que pertenecen a
la oposición. Pero si caminamos unos cuantos metros, nos encontramos con el
majestuoso comedor, que está ahí y dará su servicio y nadie lo cuestiona, pero
si vamos a buscar conocimiento, no
ideología, aunque no negamos los valores ideológicos, pero si se quiere me refiero a ideologías de
idiotas, el presupuesto original de la construcción del comedor se estimó en menos de 360 millones de pesos y
se concluyó en más de 812 millones de pesos.
En cambio, la destructora de mitos, por su
misma condición de humanismo, es la Facultad
de Humanidades, que se encuentra perdida en un presupuesto que se entregó a
media, pero que no se ejecutó y hoy su edificación es una protesta en sí misma
contra el bello jardín del fuero universitario.
El
gobierno de Leonel Fernández invirtió en la universidad y contribuyó a su
modernización, nadie lo pone en duda. Contamos con varios recintos que
son dignos de elogio, pero no para mitificarlos y no entender que estas edificaciones formaron
parte de la acumulación de capital de ese sector político, que hoy no necesita
de los empresarios para seguir en el poder.
No
somos idiotas y poseemos conciencia ciudadana sin buscar bandería política y
sabemos que todos somos afectados en la UASD , porque se cree desde la casta
política del poder del Estado que en
dicha institución lo que hay es un grupo de idiotas que observamos, pero no nos
indignamos. Porque creen que somos
idiotas piensan que se nos puede decir sin que reaccionemos que el déficit
fiscal del 8% del Producto Interno Bruto equivalente a más de 200 mil millones
de pesos no tuvo nada que ver con la modernización de la UASD. Pero el bello jardín sigue en pie, mientras
sus recursos humanos se degradan cada día y con la reforma fiscal terminaremos
vaciados de significado.
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